Poesía

Taxus baccata

Julia Otxoa

20 octubre, 2005 02:00

Julia Otxoa. Foto: Justy

Dibujos de Ricardo Ugarte. Hiperión, 2005. 64 páginas, 8 euros

Taxus baccata es el nombre botánico del tejo, que crece lentamente, con "lentitud lúcida y serena ante el devenir de la Historia", dice Ricardo Ugarte en el homenaje heráldico que abre el libro.

A lucidez aspiran los breves poemas en prosa y verso con que Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) ha dispuesto la compleja trama de tanteos y constataciones que forman la poética y el logro indudable de este libro: "La aceptación de la niebla que somos, como camino imprescindible para penetrar dentro de nosotros mismos, no como quien lo hace en un paisaje determinado, conocido, sino como quien se adentra en una geografía extranjera".

Complejidad de conciencia y de proyecto expresivo, complejidad de una ética poética a la altura de las circunstancias: con distintos materiales ha tejido la poeta un valioso testimonio marcado por la inestabilidad del pensamiento maduro, con sus territorios conquistados, con tantos huecos sólo abarcables por la expresión intuitiva -"Anotas cosas que luego el viento borra, escribes en paisajes inciertos con agua que no existe...."- y abierto inexorablemente a la reflexión temporal.

Tiempo de vivencia íntima, "como creación", también como desamparo creativo -"Apaciento mi sombra en los lugares más inseguros del pensamiento"-, como norma sentimental en la que el discurso amoroso, sin reservas de intelectualismo estrecho, se afinca como forma complementaria de conocimiento: "La música de tus labios/ besa siempre mi pecho al amanecer,// de ese modo,/ todavía sumida en el sueño,/ suavemente,/ recuerdo el nombre de las cosas sin sobresalto".

El tiempo colectivo, también, de una historia localizada que es barbarie cotidiana -"Cuanto más atruenan los himnos, más se afianza el silencio creciendo en nuestras calles"- ante la que se propugna "el presente como resistencia poética". Responde Otxoa con palabra clara y dolorida al conflicto: "Mi país, círculo de espantapájaros donde arder". ¿Apunta a la comunicación posible la aspiración de "Leer en otro idioma,/ ser el otro"? En todo caso, de entre las nieblas y los espacios inseguros del conocimiento sobresale aquí, con dureza explícita, una exigencia de clarificación: "Nombrar la realidad política de mi país, con un lenguaje alejado de la costumbre, por ejemplo a través del lenguaje especializado de los forenses", aunque no se excluye, porque es cuerpo mismo del pensamiento, la emoción en que desembocan algunos poemas finales: "Cada día despierto en ti, país,/ como quien llega a un espejismo,/ y voceo toponimias para nombrarte..."

"Escojo ser el margen como única posibilidad de existencia": sobre el filo de la navaja, Julia Otxoa ha sabido tejer un discurso que suena a auténtico y necesario porque no hurta el cuerpo, como tantos, a la expresión de un conflicto del que no puede excluirse y porque nos trasmite clara la indagación en un inevitable y más amplio desarraigo humano. También, en su mejor metáfora, una cierta confianza: "Bajo la sandalia un círculo vacío,/ sobre el sombrero una mariposa".