La idea de convertir en tebeo (cómic, novela gráfica o lo que se quiera) una obra literaria, generalmente una de esas considerada clásico universal reconocido, cuenta ya algo más de ochenta años.
Fue, como tantas otras buenas ideas, de un judío ruso emigrado a los Estados Unidos en 1904: Albert Kanter (1897-1973), quien tras pasar por varios trabajos distintos, instalado en la industria editorial neoyorquina, se empeñó a comienzos de los cuarenta del siglo pasado en apostar por utilizar el atractivo y popularidad cada vez mayores del cómic entre niños y jóvenes, para introducirlos en los placeres de la lectura de los grandes clásicos.
Así creó en 1941 el sello Classic Comics, que se estrenó con una adaptación de Los tres Mosqueteros de Dumas, pasando a llamarse Classics Illustrated en 1947, conociendo también un hermano pequeño: Classics Illustrated Junior.
El invento resultó un éxito. Entre la fecha de su primera aparición y el cierre de su serie original, en 1969, produjo 169 títulos, vendiendo más de doscientos millones de ejemplares.
Pero ese no fue el final. Desde entonces distintas editoriales han reimpreso gran parte de su material, llegando prácticamente hasta nuestros días, mientras otras recogieron la idea, contando con artistas contemporáneos como Gahan Wilson, Bill Sienkiewicz y otros muchos, con el objetivo puesto ya en un público adulto, nostálgico pero maduro, que había crecido con los originales Classics Illustrated. Un cambio significativo.
Portada de una reedición de 'The Three Musketeers', que fue originalmente el primer número de Classic Comics.
Joyas literarias juveniles
La idea que presidía Classics Illustrated era atraer a la lectura de grandes obras literarias a un público joven cada vez más reluctante a esas novelas y libros que les enseñaron a odiar en la escuela. Algunos recordarán sin duda aquel viejo (y equívoco) lema de los ochenta en Televisión Española: “Donde hay un tebeo habrá un libro”. Bueno, si no lo había, al menos la chavalada se habría aproximado a los clásicos a través de las viñetas. Mejor eso que nada.
Idéntica misión cumplirían durante varias décadas las Joyas Literarias Juveniles de Bruguera, que tras aparecer a partir de 1967 en el tebeo Pulgarcito, tuvieron formato y sello propio en 1970.
La colección Joyas Literarias Juveniles, que formó el imaginario de una generación de niños lectores
Desde entonces hasta su desaparición en 1983, con su número 269, un puñado de excelentes guionistas profesionales, entre ellos José Antonio Vidal Sales, Andreu Martín, Armonía Rodríguez o Víctor Mora, adaptaron novelas de aventuras de autores tan indispensables como Stevenson, Verne, Salgari, Haggard, Defoe, Walter Scott, Fenimore Cooper, Karl May, Dumas, Dickens y muchos más, amén de algunos clásicos hoy olvidados como Hector Malot, Alphonse Daudet, Edmundo de Amicis o Enrique Conscience.
Convertidas en viñetas funcionales, a menudo de gran altura artística, por ilustradores como Torregrosa, Félix Carrión, Fuentes Man, Ángel Pardo, Luis Casamitjana, Tomás Porto y ocasionalmente Buylla, Carlos Freixas o Jesús Blasco, estas Joyas Literarias Juveniles familiarizaron a sus jovencísimos lectores con la novela del siglo XIX y sus autores más destacados, creadores del imaginario colectivo de la Gran Aventura, antes de que Indiana Jones y La guerra de las galaxias vinieran a barrer con todo.
Novelas gráficas literarias
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Especialmente, la reconversión del cómic y el tebeo, formato físico y medio artístico, en objeto casi de lujo, principalmente para adultos y cabría decir minoritario. Con la excepción del manga japonés, niños y adolescentes del siglo XXI no tienen tiempo ni paciencia para leer ni siquiera en viñetas, acostumbrados a la inmediatez digital.
El vampiro de Polidori llega al cómic
Para bien y para mal, la denominación de “novela gráfica” ha aproximado aún más la literatura dibujada y secuencial a la literatura a secas, facilitando su consumo como artefacto cultural, pero alejándolo quizá definitivamente del lector infantil y juvenil.
Ahora, las adaptaciones literarias al cómic no son de grandes obras sino, más habitualmente, de pequeños clásicos de culto, pertenecientes a géneros concretos. Así, el sello Desfiladero ha publicado recientemente una peculiar versión de El vampiro de Polidori, una de las obras que consolidaron el mito del chupasangre, con guión de Miguel Babiano y dibujos de inspiración expresionista, con un ojo puesto en Alberto Breccia, de Domingo Giner.
La espectacular adaptación de 'Las narraciones de Arthur Gordon Pym', con un final que ni Poe imaginó
También Desfiladero acaba de ofrecernos la superior Las narraciones de Arthur Gordon Pym, adaptada por el guionista español "Elchinodepelocrespo" y el espectacular artista argentino Matías Muzzillo al dibujo, jugando con influencias del mismo Breccia pero también de Boudoin, Tardi, Frank Miller o Siekiewicz.
Mientras Classics Illustrated y Joyas Literarias Juveniles basaban su atractivo en la fidelidad al texto original, ahora se trata, por el contrario, de jugar con él y de innovar, puesto que la obra va dirigida no a incitar a la lectura, sino a quienes se da por supuesto han leído ya la obra literaria adaptada. Así, Las narraciones de Arthur Gordon Pym lleva la novela, famosa por no tener final, a una conclusión que se fusiona con la trágica biografía de su autor, Edgar Allan Poe, en un imaginativo y apasionante tour de force poético y visual.
Algo parecido ha hecho también David Lorenzo con su estupendo Quiroga y la muerte, donde alterna distintos episodios de la dramática vida del genio uruguayo del relato, Horacio Quiroga, con la adaptación de varios de sus macabros cuentos.
Lorenzo pareciera estar especializado en llevar al cómic clásicos oscuros de la literatura fantástica en castellano, pues su anterior adaptación literaria lo es de la singular La torre de los siete jorobados de Emilio Carrere, que llevara al cine Edgar Neville. Ambas están publicadas también por Desfiladero, decidida a explorar y explotar esta veta de la novela gráfica, desde que publicara la excelente Yo fui guía en el infierno del prematuramente fallecido Gerard Miquel, según la novela de Fernando Arias.
'La torre de los siete jorobados' de Carrere, convertida en estilizada novela gráfica por David Lorenzo.
Son “joyas literarias” en formato cómic... pero poco o nada juveniles. Dirigidas a un lector adulto que conoce sus originales, que superan la mera adaptación para convertirse en obras nuevas, distintas y distintivas gracias a la utilización creativa del medio dibujado.
Abundan, siguiendo este camino, historietas con ficciones protagonizadas por novelistas y escritores, como ese Galdós y la Miseria (Nuevo Nueve) escrito por El Torres e ilustrado por Alberto Belmonte con estilo de raigambre realista y francobelga, del que pronto saldrá su segunda parte. O experimentos tan peculiares como el Kafka al completo (Salamandra) de Nicolas Mahler, que combina chiste gráfico, texto literario, biografía, cita y tira cómica.
No faltan algunos ejemplos de adaptaciones más ortodoxas, de sesgo divulgativo e incluso podría decirse regionalista, como las que de ¡Adiós, Cordera! (Gráficas Rigel) de Clarín y La aldea perdida (Gráficas Apel) de Armando Palacio Valdés crearan el pionero del cómic en Asturias Isaac del Rivero y su hijo mayor, Isaac Miguel del Rivero, respectivamente, en 2006 y 2007, cuyos originales pudieron verse recientemente en la exposición Viñetas Astures de la Semana Negra de Gijón. Son excepciones puntuales a una visión de la relación entre clásicos literarios y literatura dibujada mucho más experimental y creativa.
Pero no podemos terminar sin recordar y recomendar como lectura tan veraniega como divertida los Clásicos de la literatura Disney, creación de los magos italianos de la casa, inteligentes, sofisticadas y simpáticas adaptaciones literarias protagonizadas con humor no exento de erudición por Donald, Mickey, Goofy y el resto de los personajes Disney. No se lo tomen a broma: están, como mínimo, a la altura de cualquier novela gráfica de moda.
El Moby Duck, digo Dick, de Clásicos Disney, una magistral lección de adaptación literaria erudita y divertida
