Publicada en 1932, Luz de agosto transcurre en el imaginario territorio de Yoknapatawpha, con Jefferson de capital, y está situado en el estado de Misisipi, como la finca donde se desarrolla la acción en La gata sobre el tejado de cinc caliente (1955) de Tennessee Williams. También a orillas del río Misisipi está la Nueva Orleans donde acontece Un tranvía llamado Deseo (1947) del mismo dramaturgo.



Más allá del similar emplazamiento geográfico, las tres obras se desarrollan en el período más caluroso del año y las altas temperaturas condicionan y determinan el comportamiento de los personajes. Pero, insisto, es William Faulkner (1897-1962) quien convierte el verano en general, y el tórrido mes de agosto en particular, en epicentro de su universo temporal.

“El hombre es la suma de sus experiencias climáticas”, dice el padre de Quentin en El ruido y la furia (1929) justo después de que el hijo haya rememorado los “días a finales de agosto”, cuando había “algo triste, y nostálgico y familiar”.



Similar planteamiento encontramos en Luz de agosto: “Era como el verano en el momento en que el otoño se anuncia, semejante a unas sombras que pasan por delante de un sol que declina, ya con el primer estremecimiento del otoño implacable proyectado sobre el verano agonizante”. Claro que también en verano acontecen otros dos títulos esenciales de Faulkner: Mientras agonizo (1930) y Absalom, Absalom! (1936).

También su relato “Dry September” (1931), en el que, tras 62 días de sequía y agobiante calor, un negro es acusado de abusar de una mujer blanca. Aunque las pruebas son más que dudosas, un grupo de ciudadanos blancos deciden tomar la justicia por su mano. “Es este maldito tiempo. /…/ la causa de que un hombre haga cualquier locura”.

Una comunidad complicada

Por lo que a Luz de agosto se refiere, el éxito de El ruido y la furia y de Mientras agonizo había elevado las expectativas sobre la novela. Sin embargo, las críticas no fueron todo lo positivas que cabía esperar. Las tres historias que en la novela corren de forma paralela, con nexos más que circunstanciales en todas ellas, no terminaron por ser bien acogidas ni entre la crítica ni por los lectores.

La historia de la joven y hermosa Lena, embarazada y buscando al padre del bebé que espera, era “interrumpida” en el segundo capítulo por la de Joe Christmas, que comienza a trabajar en un aserradero y ésta, a su vez, en el capítulo siguiente, por la del reverendo Hightower, que sufre las infidelidades de su esposa y con ello el menosprecio de su comunidad.

Más allá de las puntuales analogías estructurales en los tres hilos argumentales, es la voz de Byron Bunch quien entrelaza las historias de los tres personajes. Bunch es, al mismo tiempo, la conciencia, la memoria, y la personificación de todo el lugar.

Es a través de sus recuerdos, confesiones y emociones, como vamos internándonos en el complejo entramado social de una comunidad tan singular como complicada y racista. La segregación que suponían las inhumanas leyes Jim Crow, en cierta forma también personificadas en Bunch, recrea el ambiente social que mediatizará la interpretación de los tres personajes y sus particulares historias.



Es en este segregacionista —y nostálgico de su pasado— ambiente sureño donde tiene sentido el largo viaje de Lena, el aislamiento al que es sometido Hightower, y la muerte de Joe Christmas. Una muerte que nada tiene que ver con la redentora de Jesús Cristo, con quien se le ha comparado en algún momento por la coincidencia de las iniciales —al estilo del reverendo Jim Casey en Las uvas de la ira de Steinbeck—. A diferencia de Bunch, los tres personajes tienen una distorsionada visión del sur, de su historia, de sus modos y costumbres, y ese es el origen de sus desgracias.

El origen de la novela

El antecedente a esta novela lo encontraremos en el relato antes mencionado,“Dry September”, escrito un año antes. A fin de cuentas se repite el mismo hilo conductor, la muerte de un negro a manos de una turba de blancos enfurecidos que intentan lavar el honor de una mujer blanca mancillada por un hombre de color.

El Mayes de “Dry September” se ha convertido en la novela en Joe Christmas —de sangre negra, aunque el color de su piel le haga parecer blanco—; y Minnie Cooper parece haberse reencarnado en Joanna Burden. El resultado final es igualmente trágico en ambos casos.



El peso de la historia o, en otras palabras, de un pasado legendario del que el sur se enorgullecía tanto como de su modo de vida, continúa formando parte del imaginario colectivo de Yoknapatawpha. Los dictados del honor, de la dignidad, y del debido respeto, están por encima de unas leyes impuestas por quienes no conocen sus normas ni modos sociales. Todo ello en un agobiante ambiente que parece nublar las mentes con la misma fuerza e intensidad que las ancestrales costumbres.

Yoknapatawpha

Mapa de Yoknapatawpha diseñado según las indicaciones del propio Faulkner

El condado de Yoknapatawpha, escenario de las mejores novelas de Faulkner, es un territorio imaginario del noroeste de Misisipi inspirado en el condado de Lafayette. Su capital es la también ficticia Jefferson, y limita al norte con el río Tallahatchie y al sur con el Yoknapatawpha, ambos existentes.

Abarca unos 6.200 kilómetros cuadrados, casi la mitad de los mismos cubiertos por bosques de pinos. El nombre del condado proviene de las palabras chickasaw “yocona” y “petopha”, y significa "tierra dividida". Sin embargo, el propio Faulkner afirmó en la Universidad de Virginia que Yoknapatawpha significaba “agua que fluye lentamente sobre la pradera”.

Las referencias a la estación más calurosa aparecen hasta en más de veinte ocasiones con una clara intencionalidad psicológica. “La mujer [del reverendo Hightower] regresó antes del domingo. Hacía calor. Los viejos decían que nunca se había conocido una ola de calor como aquella” y como ocurriera en “Dry September”, el calor incita a realizar acciones descabelladas, pues “en medio del sermón saltó de su banco y comenzó a gritar, a vociferar algo dirigiéndose al púlpito, donde su marido había dejado de hablar…”. También ambienta el trágico desenlace de Joe, quien, mientras deambula sin rumbo, “bruscamente, se encontró en Freedman Town, envuelto en los olores de verano, en las voces de verano de los negros invisibles”.



En cuanto al mes, en el título aparece adjetivando distintos contextos, desde el atardecer, noche o estrellas de agosto, hasta las tinieblas de agosto, hierbas o follaje de agosto, y por supuesto el calor, luz y luces de agosto. Estas luces, sin embargo, nada tienen que ver con la de referencia en el título, que ha sido objeto de no pocas teorías. Una de ellas relativa al alumbramiento del bebé de Lena, lo que equivaldría a una traducción al castellano en el contexto “Alumbramiento —dar a luz— en agosto”. Fue el propio Faulkner quien refutó tal interpretación, pues la luz del título, aclaró, tiene que ver con las llamas de la casa de la señora Burden al arder.