Care Santos. Foto: Santi Cogolludo

Destino. Barcelona, 2015. 350 páginas, 20€. Ebook: 12'34€

Escribir toda una saga familiar, remontarse al antaño remoto, hilar las intrahistorias contenidas por unos apellidos en una novela de casi 500 páginas es un reto olímpico que hay ponderar. Un reto donde hay que equilibrar, en una matemática mágica, al tono y el tiempo, de modo tal que los vaivenes de la cronología vengan sostenidos por la calidad de página. Que la sensación de totalidad narradora envuelva la novela. Más aún cuando en lo que se cuenta influyen la propia sangre y las historias transmitidas en la oralidad de una familia.



Diamante azul, de Care Santos (Mataró, 1970), es el paradigma de que las historias de la abuela constituyen un material narrativo excelente sobre el que tejer una novela que, por abarcar, abarca casi dos siglos y todo un muestrario de la variedad humana. Una novela vinculada a un apellido y a una heráldica hasta allí donde llega la memoria lechosa.



Son casi doscientos años de la historia de la Cataluña rural que vive la llegada de la industrialización y los primeros ecos del arte de la cinematografía; pero es también -y sobre todo- la historia de la abuela de la autora y de los amoríos de toda su progenie, muchos contrarios a la moral imperante en tiempos pretéritos. Con estos mimbres se podría deslizar el autor poco ducho ante el folletín; ahí reside el estado de gracia de Care Santos, en tratar casi doscientos años de Historia con agilidad y sin ningún trucaje que camufle la discontinuidad temporal. Es la memoria de la abuela de la autora explicando su origen, Teresa Pujolà, la que pone en marcha el artefacto narrativo sostenido, venturosamente, por partes iguales de melancolía, de pasado documentado, y de esa pátina de superstición que aumenta cuando se intenta reescribir algo propio: difuso en una génesis cuasi mitológica.



En lo concreto, sobresale la meticulosa labor de documentación de cada momento; también el dominio del clima social de las diferentes épocas a través de personajes que padecen los tiempos contrariados. Desde la conflictividad en los albores de la industrialización a la primigenia bajada del Pirineo a la costa, como en una suerte de éxodo catalán, interno, bien retratado por Santos. Sin salir de su familia.



Diamante azul es una colmena de personajes entrañables superpuestos en una compleja maraña de tiempo y de gentes donde el lector se sitúa con una extraña facilidad. Hay magisterio en la remembranza de cuanto supo de la autora de su familia y de todo lo que la arrastra a "bucear en esa comparecencia de fantasmas" (p. 99) del pasado. Los que comparecen en la novela (un pianista taciturno, varios enamorados, mujeres valientes) cobran una independencia argumental relativa, y vuelan hasta donde la escritora catalana quiere. Es en esa mixtura definitiva de personajes donde la mano de Santos destaca con una personalidad propia. Hay alguna concomitancia con el mejor ‘realismo mágico' que pasa por un reloj familiar y un rasgo genético específico.



Santos vuelve a un universo que anuncia una continuidad exitosa. El de la memoria total: bien trabajada y mejor defendida.



@JesusNJurado