Gustavo Martín Garzo

Destino. Barcelona, 2015. 365 páginas, 20E Ebook: 12'99€

La nueva entrega narrativa de Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) aborda una historia ambiciosa en la que se mezclan los recuerdos de la guerra civil española y las precarias condiciones de vida de los años sesenta en un medio rural, lo real y lo imaginario, los elementos oníricos y las revelaciones y confesiones escritas. Para Ana, que vuelve una temporada a la casa familiar donde transcurrió su infancia y trata de hacerse cargo de lo que han supuesto esos años de ausencia, las informaciones que recibe -de su tía Joaquina, de Fernanda, de sirvientas como Susana, de la cocinera Regina, incluso de la antigua maestra doña Daniela- ofrecen puntos de vista diferentes y verdades a medias, con demasiadas reiteraciones que tratan de justificar la idea de que en la familia, como en todas, hay misterios ocultos.



Creo que el autor ha enfatizado ese motivo, y el camino que conduce al progresivo descubrimiento de los "misterios" se alarga hasta caer en lo inverosímil. A ello se une la aparición frecuente de una luminosa figura de mujer -la "Señora"- que de manera fantasmal se le presenta a Ana en sus sueños y cuya pretendida realidad se mantiene hasta la última página de la novela. Estos fenómenos, junto al extraño sonambulismo de ciertos personajes y al insólito comportamiento del ganado durante algunas noches, encajan con dificultad en el tono realista y descriptivo del relato de Ana, que tal vez habría tenido más fuerza despojado de adherencias cuya necesidad no se advierte claramente. Dicho de otro modo: las dos historias esenciales de Donde no estás, que son la de Lucía y su amiga Sara y la de Orestes con Mariana de Castro -núcleos de los que se deriva todo lo demás- no eran tan complicadas de descubrir como la novela muestra, y añaden al relato multitud de detalles -algunos reiterados, como los relativos a la casa de Orestes y el propósito de su construcción- que podrían haberse omitido en beneficio de una narración más rectilínea. Y, en cualquier caso, establecer una relación de todo ello con la guerra civil y sus consecuencias es aventurado, aunque tal decisión permita intercalar algunas escenas y anécdotas derivadas de ella y reconstruir, muy por encima, el espíritu colectivo de aquellos años oscuros (lo que, por otra parte, ya cuenta con abundante y detallada literatura).



Por otra parte, todos los recovecos de la primera parte se desflecan cuando la segunda contiene el relato escrito que la madre dejó antes de morir para que se lo entregasen a Ana y en el que se completa y se aclara la historia. Los lectores que desearan conocer el meollo de las intricadas peripecias familiares se sentirán pagados. Los que piensen, como Cervantes, que es mejor el camino que la posada, echarán de menos una mayor selección y disposición en los elementos narrativos que plantean la historia, no sólo en el hábil juego con las perspectivas. Y un poco menos de retórica en la elaboración de símiles de imposible precisión: "Su mirada era la mirada tranquila y lejana de esas personas que se ganan la vida mirando las olas del mar" (p.162; ¿cómo será esa mirada?). O bien: "Estaba muy guapo, con esa belleza que tienen las cosas cuando nadie las mira" (p. 181).