Image: La lluvia del tiempo

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Novela

La lluvia del tiempo

Jaime Bayly

5 septiembre, 2014 02:00

Jaime Bayly. Foto: Santi Cogolludo

Alfaguara. Madrid, 2014. 408 páginas, 18'50 e. Ebook: 9'99 e.

Tratándose de un nuevo texto de Jaime Bayly (Lima, 1965) podría decirse que el lector hace bien en dar por supuesto ese punto agudo, escandaloso, mordaz y hasta "irreverente" que acompaña la aparición de cada una de sus novelas. Pero haríamos mal en reducir una vez más al escritor peruano al estatuto de un mero provocador, pues, más allá de la caricatura de sí mismo que ha mimado y cultivado, Bayly es, por encima de todo, un narrador ágil y torrencial, sobrado de ocurrencias vitales y literarias, capaz de dominar los hilos de historias complejas en las que otros autores sucumbirían por falta de técnica y de gracia.

Como tantos de sus libros, La lluvia del tiempo es y no es una novela autobiográfica, por mucho que el lector pueda reconocer en el presentador televisivo Juan Balaguer al alter ego de Jaime Bayly, o al expresidente Alejandro Toledo en este Alcides Tudela de las elecciones de 2001, en las que el periodista televisivo (real) sacó a flote el asunto de una hija adolescente -no reconocida- del candidato, a pocas semanas de las elecciones. Una denuncia, un desafío al poder, que le costó el despido de su cadena televisiva. Al hilo de su vida, sí, los personajes y las situaciones, pero a la vez, como el autor declara, inventado siempre todo en un aproximado ochenta por ciento. En ese triángulo entre tres figuras perfectamente definidas psicológicamente: el magnate de la televisión Gustavo Parker, el candidato Tudela y el propio presentador protagonista, se juega esta trama de intrigas y chantajes por el manejo ventajoso de una información explosiva.

Bayly sabe hablarnos de los comienzos de cada personaje y de sus particulares "asaltos al poder", a veces desde muy abajo (Tudela/Toledo era limpiabotas), y lo hace con inteligencia, con gracia, con ironía, garantizando el suspense y la diversión en una peripecia muy interesante, donde el interior de la propia televisión (a cuyo nacimiento asistimos en el relato) y sus luchas por la cuota de pantalla muestran también un mundo canalla donde abundan los tiburones. La terca voluntad de la madre y la hija no reconocida de acudir a los platós para desvelar su secreto y acabar con Tudela, tras años de juicios amañados en los que éste salía bien librado, dispara un juego de estrategias en los que todos apuestan fuerte y se valen de cualquier recurso, noble o innoble, para triunfar. Bayly pone sobre el tapete la gran comedia de la televisión, la política y la vida.

Y, entre tanto, plantea la gran cuestión de si es posible ser un periodista honrado e independiente, ajeno a la voz de sus amos, capaz de jugarse el puesto o el estatus por la verdad o por una buena causa que lo requiera. La corrupción gradual de unos y otros, y el manejo burdo de la opinión pública por parte de los medios, o el paradójico discurso ético de los políticos con manos sucias, son otros de los asuntos que aquí se tratan. Bayly hace ver la necesidad/sanidad de darle siempre a los poderosos, por nuestro propio bien.