Miguel Ángel Oeste. Foto: Zut Ediciones

Zut. Málaga, 2014. 290 páginas, 17 euros

Muchos aficionados a la música popular conocen la existencia del "Club 27" del que forman parte artistas que fallecieron al cumplir esa edad, cantantes como Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison a los que en los años 90 se unió Kurt Cobain y recientemente Amy Winehouse. Los excesos con el alcohol, las drogas, los antidepresivos, un carácter autodestructivo y unas vidas tormentosas, son común denominador en todos los casos. Aunque estos músicos murieron en plena juventud conocieron el éxito, pero hubo otros que perdieron la vida precozmente sin haberlo conseguido. Es el caso de Nick Drake, el cantautor inglés que falleció unos meses antes de cumplir los 27, cuya fama fue creciendo a partir de los años 80 hasta convertirlo en una figura de culto.



La novela Far Leys de Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) -autor de la exitosa Bobby Logan- recrea la vida aciaga de Drake, desde que era estudiante de Literatura Inglesa en Cambridge hasta el final de su vida. Y con Drake, la de una generación que vivió peligrosamente entre finales de los 60 y principios de los 70, cuando los discos de vinilo, los alucinógenos, la promiscuidad sexual y la transgresión eran moneda corriente, una época marcada por la decadencia y el exceso. La obra, a caballo entre la realidad y la ficción, muestra una factura notable y revela la profunda documentación del escritor.



Janet MacDonalds, que se presenta como el amor perdido de Nick Drake, vive recluida en Nueva York con sus recuerdos, que toman forma cuando el actor Richard West, tan obsesionado como ella por la figura del músico, la visita con el ánimo de recabar información para realizar una película biográfica. Pero la conversación entre ambos no solo revelará situaciones sobre la historia de Drake y sus amigos, sino también sobre la de Janet (la muerte terrible de su hermano Ian a los ocho años, el sentimiento de culpa o la locura de su madre) y la de Richard (su vida al límite, su incapacidad para el compromiso o su tormentosa relación con Ka). Todas ellas son ramas de un tronco común, el de los individuos atormentados.



La novela tiene una estructura compleja, sustentada por diferentes voces que contribuyen a crear una perspectiva múltiple sobre los hechos y sobre los personajes -fundamentalmente sobre Nick- y a dar de ellos una imagen fragmentada. Y está envuelta de una extraña frialdad quizá debida a la temática, o a la ambientación anglosajona, o tal vez a ciertos excesos y repeticiones.



En Far Leys Oeste compone un canto a la infancia y a la juventud perdidas. De ahí el título, que recoge el nombre de la casona familiar donde Drake vivió hasta su muerte, un lugar de refugio y seguridad, vinculado a la música y a su madre, al que el protagonista, como ahora sus seguidores, acaba regresando siempre.