Plaza & Janés, 2013. 420 páginas, 17'90 euros, ebook: 4'99 e.



Los seguidores de la madrileña Paloma Bravo participaron ya de la gran acogida de La novia de papá (2010), su primera novela, que está siendo adaptada para convertirse pronto en una serie de TV, y pueden estar seguros de que ese tono ácido, tierno y directo, se mantiene en La piel de Mica, expresiva, incisiva y divertida. ¡Todo un personaje, Mica! No digamos su autora, que es quien la ubica en un ángulo de la realidad que le permite trazar, con la actualizad, la bisectriz de su historia, además de prestarle elementos de su biografía y de compartir con su criatura ¡hasta los amigos! El resto, pura ficción ¡Pero ojo!, porque la gracia y lo que hace que funcione (como lectura y como proyecto audiovisual) es, precisamente, la realidad (la de tantos) y la intensidad de sus percepciones (las de muchos), frente a un mundo (siempre el mismo) dirigido por quienes (unos pocos) "castigan la iniciativa", "premian la nada" y obvian la inteligencia.



Periodista (siempre quiso escribir para contar la realidad, no lo que hacen los medios, "ficción interesada"), treinta y ocho años, divorciada, inteligente, combativa... Esta es Micaela Salazar Beramendi. Tiene dos hermanos, se quedó sin padre a los catorce y no está dispuesta a prescindir de esa "ausencia"; es tierna, entregada, indómita, se deja la piel en lo que quiere y en lo que cree; le despidieron cinco días antes de morir su madre y un día después, "triste y en paro", empujada por su amigo Manu, decide actualizar y embellecer su currículum vitae, un recorrido por su historia personal: la novela que leemos.



Parece difícil no reprochar a su autora que abuse de razones argumentales tipificadas, como siempre que se busca retratar un estado de ánimo generacional, pero les otorga tal frescura y honestidad que resulta difícil no empatizar con su relato, e imposible no recomendarlo: porque empuja a meterse en "la piel de Mica" desde la primera página y regala un buen rato.



Su asunto justifica la forma de un currículum muy personal ("me da igual que esto sea un CV, una entrevista de trabajo, o un ejercicio de autoficción"), estructurado en nueve apartados que son un recorrido por los "títulos", "logros" y "errores" más destacados de su vida personal y de su carrera profesional, lo que -en su caso- incluye discurrir, con palabras elegidas (familia, padres, trabajo, sexo, parejas, jefes, amantes, ex marido, ¿hijos?, penas, miedos, amigos…) y frases contundentes ("la gente entra en las empresas por los proyectos y se va por sus jefes"), por el campo semántico del dolor y la pena, del trabajo y la envidia, del amor y el abandono.



A este despliegue de motivos hay que sumarle el acierto estratégico que supone incluir (esporádicamente, en cursiva) la supervisión y los comentarios de su amigo Manu, diluyendo, con su risa, la acidez del estilo, y apostillando, con su sentido común, la rotundidad del tono de Mica. Como un relato (en cierto modo) a dos voces. No lo tenía fácil Paloma Bravo tras el éxito de su primera obra, La novia de papá: atizar, entretener, divertir, acertar… Pero sale más que airosa de esta segunda incursión en la novela.