Image: Rojo Brasil

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Novela

Rojo Brasil

Jean-Christophe Rufin

31 julio, 2002 02:00

Jean-Christophe Rufin

Premio Goncourt. Trad. l. Paredes. Ediciones B. 435 páginas

Los acontecimientos que se produjeron durante la colonización de América quiebran las expectativas de verosimilitud inherentes a la ficción, evidenciando la miseria de una historiografía incapaz de reconocer la fuerza de la imaginación en la configuración de los hechos.

La posibilidad de una Francia antártica inspiró una aventura abocada al fracaso desde sus inicios. El intento de arrebatar Brasil a los portugueses apenas se tradujo en la ocupación de un islote, cuya defensa compartieron católicos y hugonotes, sin lograr que sus discrepancias teológicas quedaran suspendidas ante la necesidad de fortificar la plaza. Al mando de la expedición, el almirante Villegagnon no dudará en utilizar la violencia para imponer el dogma de la transubstanciación a sus aliados reformistas. Su fanatismo provocará la ruina de la colonia. Cuando los portugueses desembarcan en el islote, sólo se encontrarán a unos hombres famélicos y desmoralizados que han esquilmado el suelo para levantar un fuerte. En apenas dos años, los franceses han convertido un islote feraz en un baldío.

Jean-Christophe Rufin (1952) articula el relato con la peripecia de dos supuestos hermanos embarcados en la expedición como trujamanes. Hijos naturales de un hidalgo, Just y Colombe serán utilizados por Villegagnon para facilitar el contacto con los nativos. Su edad les facilitará el aprendizaje de la lengua, pero Colombe aprenderá algo más. Fascinada por la espontaneidad de una cultura, capaz de mantener un perfecto equilibrio con el medio, abandonará la expedición y se incorporará a un grupo indígena. Horrorizado por la crueldad de Villegagnon, su hermano tampoco resistirá la llamada de un estilo de vida exento de prejuicios. Ambos contemplarán desde la costa la destrucción de la colonia.

Novelista tardío y vicepresidente de Médicos sin Fronteras, Rufin conoció el éxito con El abisinio, otro relato histórico galardonado con el premio Méditerranée. Rojo Brasil ha recibido el Goncourt de 2001. Su prosa, ágil y eficaz, y su capacidad de generar expectativas que mantienen el interés hasta el final, consiguen urdir narraciones que han obtenido el reconocimiento del público. En cierto sentido, se trata de un fenómeno semejante al de Pérez Reverte. Al igual que éste, Rufin no oculta su deuda con la literatura popular, pero en su caso se advierte ese propósito de denuncia tan característico de la tradición intelectual francesa. El fracaso de la expedición de Villegagnon no es tan sólo uno de esos episodios insólitos que convierten el Renacimiento en una época proclive al exceso. La imagen del islote desertizado por los colonizadores simboliza las insuficiencias de nuestra cultura. El canibalismo de los indios no es tan destructivo como la intransigencia de unos hombres dispuestos a sembrar la destrucción para preservar la pureza del dogma mariano. La corrección política del relato es incuestionable, pero esa intención moralizante le resta credibilidad. Wilde no se equivocaba al afirmar que la moralidad no aporta nada a la literatura. Tal vez eso explica que Rojo Brasil sea un excelente entretenimiento, lastrado por la vocación de instruir y moralizar.