Byung-Chul Han

Traducción de Alfrendo Bergés Herder. Barcelona, 2014. 127 páginas. 12 euros. Ebook: 7,57 euros.

Nacido en Seúl (Corea) en 1959, Byung-Chul Han es hoy uno de los pensadores de lectura obligada para entender el paso del siglo XX al siglo XXI. Obligado por su familia a estudiar metalurgia, se escapa a Alemania con veinte años y sin saber el idioma. En 1994 se doctora por la Universidad de Friburgo con una tesis sobre Martin Heidegger editada en 1999. Tras enseñar en la Universidad de Basel y en la famosa Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe, Han es ahora profesor y figura mediática en la Universidad de las Artes de Berlín.



De su casi veintena de libros publicados, el que le hace saltar a la fama en 2012 es La sociedad de la transparencia, traducido por la editorial Herder, sello en el que también pueden leerse La sociedad del cansancio, La agonía del eros y En el enjambre. Cinco libros caracterizados por su brevedad, su claridad expositiva y porque se construyen uno sobre otro. Ya en el primero de esta serie, La sociedad del cansancio, se afirma que buena parte de los problemas actuales tienen un carácter neuronal.



Enfermedades como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) derivan de un exceso de "positividad" producido por una sociedad en la que las obligaciones se interiorizan y se convierten en un peso insoportable. El sujeto del siglo XXI se explota a sí mismo. Una sociedad cada vez más positiva que tiende a esconder o mitigar los sentimientos negativos.



En 2014, cuatro años después de la salida a librerías de La sociedad del cansancio, Han presenta en Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder una cartografía aún más precisa de los males del siglo XXI. En su opinión, la "progresiva positivización de la sociedad" a cargo de los sujetos que la componen ofrece un lado tan trágico como oculto. La aparente libertad del sujeto para hacer cualquier cosa esconde una trampa. En este periodo histórico la libertad se ha convertido, de maneras diversas, en coacción. Esta crisis de libertad se manifiesta en enfermedades como la depresión o el burn out.



La crisis actual se encuadra en un sistema neoliberal entendido como un aparato inteligente cuya finalidad está enfocada a convertir al ciudadano en consumidor. El poder inteligente finge ajustarse a la voluntad de los sujetos. Es amable, y lo que pide es compartir, participar, comunicar opiniones y, en definitiva, que contemos nuestras vidas. En el neoliberalismo el signo más característico es la tecla que marca el "me gusta". El neoliberalismo del siglo XXI no tiene nada que ver con el capitalismo productivo del siglo XIX cuyo modo de operar estaba basado en disciplinar y castigar.



La psicopolítica neoliberal tiene formas más refinadas de explotación. "Es la técnica de la dominación que estabiliza y reproduce el sistema dominante por medio de una programación y control psicológicos". Maneja de forma exquisita las emociones y los afectos a través, sobre todo, de las nuevas tecnologías. Hoy no consumimos objetos sino emociones, y éstas son el vehículo perfecto para el control social a través de las nuevas tecnologías. La inmensa cantidad de datos suministrados a la web genera el llamado Big Data, mediante el cual empresas como la norteamericana Acxiom disponen de una masa ingente de información sobre millones de personas a las que clasifica en setenta categorías. Todo paso en la web puede ser observado, registrado y utilizado. Concluye este volumen con una breve llamada a la resistencia personal y social y es de suponer que el próximo libro de Han parta de esta llamada a no dejarse manipular.



Como es de suponer Psicopolítica ha fascinado, pero al mismo tiempo ha recibido numerosas críticas. Castigo esperable para un texto que analiza la relación entre la vida anímica del individuo y su comportamiento político en términos tan alejados de clásicos alemanes como Walter Jacobsen, Peter Brücner, Max Horkheimer o Alexander Mitscherlich, por no citar al ineludible Habermas. Y como presupone Han, una sociedad de control total que hace imposible la revolución, es algo que incendia a los teóricos del cambio extremo como Negri, Badiou, Zizek, que no se han cortado un pelo en sus descalificaciones. Con todo, vale la pena asomarse a este pensador acampado en ese límite que tanto gustaba al clarividente Eugenio Trías.