Catarata/Fundación Alternativas. 2013. 142 páginas, 14 euros



¿Qué ha pasado en Cataluña? ¿Cómo es que en los últimos meses el independentismo ha pasado de ser una actitud minoritaria a convertirse en la línea oficial de la Generalitat? Tres libros recién publicados por sendos periodistas catalanes, o residentes en Cataluña, ofrecen al lector interesado elementos para responder a esas preguntas. Sus autores son Xavier Vidal-Folch (Barcelona, 1952) , durante años responsable de la edición catalana de El País; Gregorio Morán (Oviedo, 1947), un colaborador de La Vanguardia que se presenta como un charnego que no quiere mostrarse agradecido; y Ramón de España (1956), un barcelonés hastiado por el régimen nacionalista, al que zahiere a placer.



El libro de Vidal-Folch, ¿Cataluña independiente?, es el más analítico y destaca por su clara presentación de las realidades económicas que subyacen a todo el embrollo independentista. Como es sabido, el argumento favorito de los nacionalistas es el del expolio fiscal. Según ellos, España les roba: todos los problemas de la economía catalana vienen de que el volumen de los impuestos que el Estado español cobra a los catalanes supera de manera escandalosa al de las inversiones que realiza en su territorio. Según las cifras que cita Vidal-Folch, es cierto que la balanza fiscal de Cataluña con España presenta un déficit, que en 2009 se podía estimar en el 6,2 % del PIB catalán; pero esto no es muy diferente de lo que ocurre en otras regiones ricas: Flandes tenía un déficit del 4,4%. Quizá sea excesivo, pero no representa un expolio, sobre todo si se tiene en cuenta el superávit comercial de Cataluña con el resto de España (una sustancial aportación a la prosperidad catalana que se vería muy reducida como resultado de una hipotética independencia). Por otra parte, el Estado de las autonomías no ha favorecido siempre la racionalidad en la toma de decisiones estratégicas y, como argumenta Vidal-Folch, ello ha perjudicado a Cataluña en un caso notable: desde una lógica económica no se entiende el retraso en la potenciación del corredor mediterráneo, que enlazaría los puertos mediterráneos españoles con el eje central del transporte europeo, una inversión muy rentable no sólo para Valencia y Cataluña, sino para España y para Europa.



Vidal-Folch ofrece argumentos para comprender la creciente desafección catalana en los últimos años, pero no presta la debida atención al programa de desespañolización seguido por el nacionalismo durante tres décadas. A través de la escuela, de los medios de comunicación públicos, de una sesgada distribución de subvenciones y de toda una miríada de disposiciones, los sucesivos gobiernos de la Generalitat han hecho todo lo posible por convencer a los catalanes de que no son españoles, aunque sólo lo han logrado a medias. La denuncia de esa política nacionalista es el eje de los otros dos libros que comentamos.



Gregorio Morán ha reunido en La decadencia de Cataluña una selección de casi medio centenar de artículos publicados en La Vanguardia durante los últimos diecisiete años, que permiten seguir lo ocurrido durante los sucesivos mandatos de Pujol, Maragall, Montilla y Mas. El primero logró en Cataluña una hegemonía política apabullante y sentó así las bases de lo que vendría después. Maragall tenía personalidad, carisma y don de gentes, pero promovió un estatuto ajeno a las preocupaciones de la base electoral socialista, que contribuyó al deslizamiento del PSC hacia la inanidad. Un deslizamiento que continuó con Montilla, prototipo del charnego agradecido, es decir del catalán de origen foráneo dispuesto a asumir las tesis nacionalistas. En cuanto a Mas, Morán cree que su aparente deriva independentista no es más que una frivolidad.



Por último, Ramón de España ofrece en El manicomio catalán. Reflexiones de un barcelonés hastiado una visión sarcástica del régimen nacionalista, a veces hilarante en la descripción de algunos especímenes -como el notario independentista López Tena("en permanente berrinche" con España", "nadie lo ha visto nunca sonriente"); Pilar Rahola ("Consigue parecer una voz en contra del sistema cuando ES el sistema y vive a su costa. Se hace la feminista cuando le conviene. Es más del Barça que nadie. Quiere a Artur Mas como Emilio Romero al general Franco. Y siempre tiene razón. Siempre"); Joan Laporta ("la síntesis perfecta entre Silvio Berlusconi y Charlie Sheen")-, y a veces cercana al mal gusto, muy en la línea de ese humor catalán que coloca en todo Belén un caganer.