Atentado de ETA en la Plaza de República Dominicana en Madrid en 1986

Crítica. Barcelona, 2012. 876 pp, 36 e. Ebook: 15'99 e.



Acerca del terrorismo se dan dos malentendidos, uno trágico y otro paradójico. El primero consiste en creer que, puesto que el terrorismo es una estrategia muy eficaz para conseguir visibilidad en los medios de comunicación, lo es también para obtener los fines políticos del grupo que lo emplea. Un error en el que suelen caer tanto la opinión pública, que a veces se muestra dispuesta a ceder ante una amenaza magnificada por su repercusión mediática, como los propios terroristas, que se embarcan en campañas asesinas en la absurda creencia de que les permitirán alcanzar sus objetivos maximalistas, cuando en realidad resulta difícil encontrar un solo caso de un grupo que en los últimos veinte años los haya alcanzado a través de medios exclusivamente terroristas. Tal como observa González Calleja en El laboratorio del miedo "los terroristas son conscientes de que nunca podrán vencer al Estado en una confrontación directa, pero estiman que si son más resistentes que el gobierno, este acabará por ceder", cuando lo cierto es que los Estados no ceden cuando están en juego sus intereses vitales, como ha ocurrido en España. Se me dirá que ETA ha logrado éxitos parciales, como el acceso de sus amigos a cargos electivos importantes, pero conviene recordar que la finalidad de ETA no era tener un buen puñado de diputados en el parlamento vasco y mayoría en algunos ayuntamientos, un objetivo este que el independentismo vasco radical podría haber alcanzado mediante procedimientos pacíficos.



El malentendido paradójico consiste en que de manera intuitiva todos tenemos claro lo que es el terrorismo, pero nos encontramos con dificultades cuando buscamos en los libros una definición precisa. Un tipo que acciona a distancia un coche bomba o se acerca sigilosamente a alguien por la espalda y le descerraja un tiro: eso es lo que todos entendemos por terrorismo. El problema surge, sin embargo, cuando confundimos los conceptos de terror y terrorismo. Como recuerda González Calleja, "los estados han empleado el terror como parte de su arsenal coactivo desde la más remota antigüedad" y el concepto del terror como una emanación de la virtud revolucionaria que recurre a medidas excepcionales para aplastar a la oposición es un legado de Robespierre. En realidad, pera aterrorizar en masa lo mejor es disponer del poder coactivo del Estado, como demostraron Hitler, Stalin o Pol Pot, mientras que lo que habitualmente entendemos por terrorismo es un fenómeno distinto, que no llega a causar tantas víctimas. Como regla práctica yo diría que el terrorismo en sentido estricto consiste en una violencia premeditada, dirigida contra personas que no participan en un conflicto armado, preparada y efectuada de manera clandestina, dirigida a influir en la opinión pública, con el objetivo de lograr unos objetivos políticos.



González Calleja no utiliza esta definición, y en particular apenas aborda la importancia de los medios de comunicación en este contexto, pero el contenido de su amplía historia del terrorismo se ajusta a ella. Tras una reflexión inicial sobre las diferentes posiciones académicas acerca de la definición e interpretación del terrorismo, González Calleja centra su obra en el estudio de cinco oleadas terroristas que se han venido sucediendo en el mundo durante el último siglo y medio. La primera, surgida en torno a 1880, tuvo como principales protagonistas a los "nihilistas" rusos y a los anarquistas. La segunda se desarrolló durante el período de 1914 a 1945, en el que las guerras y los Estados totalitarios resultaron mucho más mortíferos que los terroristas en sentido estricto. La tercera estuvo asociada a la lucha anticolonial, que en ocasiones recurrió al terrorismo. La cuarta se vincula a la emergencia de la nueva izquierda de los años sesenta y en Europa estuvo representada por grupos de carácter comunista, como las Brigadas Rojas, nacionalista, como ETA y el IRA, o neofascista. La quinta, finalmente, ha tenido como base ideológica el fundamentalismo religioso y como protagonistas de mayor impacto mediático a Bin Laden y Al Qaeda. A través de las densas páginas de El laberinto del miedo desfila por tanto toda una variada fauna de fanáticos dispuestos a asesinar en nombre de todo tipo de causas.