Ediciones Rilke. Madrid, 2011. 249 páginas. 17 euros

Nacido de una admiración rendida y sin pudores, este libro es bastante más que un ensayo o una biografía personal o literaria al uso: es la exaltación apasionada del Umbral narrador, del Umbral personaje, y, sobre todo, del Umbral inspirador de nuevas generaciones de autores que aspiran, como el propio Emilio Arnao (Palma de Mallorca, 1966), a ser recordados como "epígonos baratos de Umbral. Eso ya sería suficiente". Sentado frente a la foto del escritor en su dacha, con su albornoz y su Olivetti, Arnao atraviesa con su mirada "tal vez algo estrábica, subjetiva o azul" el "estofado y el edificio literario" del autor de Mortal y Rosa, empezando por las infancias y lirismos del primer Umbral, el de la Valladolid de las colas del aceite, la del estraperlo, la escarlatina y el miedo. Memoria sentimental del novelista, Arnao se detiene en el joven que nace a la literatura como poeta, que se sabe escritor y que debe abandonar la provincia para evitar contentarse con ser un "escritorzuelo de flor natural y conferencia en pequeños ateneos". Ya entonces era Umbral "toda una literatura" que se confirma al llegar a Madrid y descubrir las pensiones, el café Gijón, el reporterismo de calle y de chato vino, los maestros Ruano y Cela, los primeros libros... Y Mortal y Rosa, Leyenda del César Visionario...



Arnao lo examina todo con la misma pasión con la que desnuda al hombre que fue un ser de lejanías y al amigo; al ser social y al maldito enfermo de literatura; al frívolo y al articulista genial que nunca dejó de escribir desde la teoría de la belleza. Un homenaje, en fin, cuajado de literatura y emoción.