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Durante tres días de septiembre de 2013, la región de Muzaffarnagar, en el estado indio de Uttar Pradesh, se convirtió en escenario de una de las peores explosiones de violencia comunal de las últimas décadas en India.

Lo que comenzó como un altercado entre jóvenes de comunidades hindú y musulmana acabó desencadenando una espiral de venganzas que dejó al menos 62 muertos —42 musulmanes y 20 hindúes—, más de 700 heridos y cerca de 50.000 personas desplazadas, la mayoría de ellas musulmanas.

Estos disturbios no fueron un hecho aislado en la historia de la India independiente, sino más bien la manifestación contemporánea de un conflicto enquistado entre comunidades religiosas que se remonta a siglos atrás y que la política moderna ha instrumentalizado con fines electorales.

Admitámoslo: la India está demasiado lejos, geográfica y culturalmente, como para que nos conmueva tanto como debería una tragedia como la de Muzaffarnagar. Nos queda mucho más lejos que Gaza.

Pero afortunadamente existe Joe Sacco, el maestro del periodismo dibujado, para poner cara, nombre y circunstancias a esas personas que viven a 7.000 kilómetros de nosotros y cuyas vidas merecen ser contadas con la misma dignidad y rigor que cualquier otra historia.

Portada de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

Sacco (Malta, 1960), autor de obras cumbre como Palestina (American Book Award en 1996), Notas al pie de Gaza y Gorazde: zona protegida (premio Eisner), viajó a la India un año después de los disturbios, en 2014, y ha pasado 11 años —con parones para abordar otras obras— trabajando en una crónica en viñetas de su investigación. El resultado es El disturbio eterno, cómic recientemente editado por Reservoir Books.

El autor viajó por Uttar Pradesh entrevistando a representantes gubernamentales, dirigentes políticos, jefes de aldea, periodistas locales y, sobre todo, a las víctimas: campesinos sin tierras que quedaron atrapados en el fuego cruzado de una violencia que escapaba completamente a su control.

La chispa de los disturbios

El 27 de agosto de 2013, Shahnawaz, un joven musulmán, fue asesinado por dos primos hindúes jats, Sachin y Gaurav Malik, en el pueblo de Kawal, tras un altercado cuyas causas siguen siendo objeto de disputa: algunos afirman que se trató de un incidente de acoso sexual a una mujer, otros que fue una simple discusión de tráfico que escaló hasta adquirir un tinte religioso.

Al día siguiente, familiares de Shahnawaz mataron a los dos jóvenes hindúes en venganza. Estos tres asesinatos iniciales actuaron como detonante de una serie de acontecimientos violentos que se extendieron durante las semanas siguientes.

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

El 7 de septiembre, una multitudinaria concentración (panchayat) de la comunidad jat hindú reunió a decenas de miles de personas, en la que líderes políticos del Partido Popular Indio (BJP) pronunciaron discursos incendiarios que muchos observadores consideran que incitaron directamente a la violencia.

En los días posteriores, turbas armadas con espadas, armas de fuego y palos atacaron aldeas musulmanas, quemando casas y mezquitas.

Algunos ejemplos: en el pueblo de Kutba, siete hombres musulmanes fueron asesinados y una mujer fue tiroteada cuando cientos de aldeanos jats armados, liderados por el presidente del panchayat (consejo de aldea) local y su primo, irrumpieron en la localidad.

En Mohammadpur Raisingh, toda la población musulmana fue atacada durante horas mientras la policía miraba hacia otro lado, alegando estar en otra parte del pueblo.

La violencia sexual fue también una característica recurrente de estos disturbios: en la aldea de Lisarh se documentaron más de dos docenas de víctimas de violación, aunque solo se presentaron seis denuncias oficiales ante la policía.

Aunque menos, también hubo ataques perpetrados por turbas musulmanas contra varios convoyes que se dirigían a la concentración multitudinaria o que volvían de ella.

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

El papel de las autoridades durante y después de los disturbios ha sido ampliamente cuestionado. La policía, según múltiples informes de organizaciones de derechos humanos, actuó como mera espectadora del horror, e incluso en algunos casos dirigió a las turbas y les proporcionó listas de propiedades musulmanas.

Más de 50.000 musulmanes huyeron de sus hogares y buscaron refugio en campamentos improvisados donde las condiciones eran deplorables: al menos 34 niños menores de 15 años murieron en estos campamentos durante los meses siguientes debido a la falta de atención médica adecuada y las gélidas temperaturas del invierno.

En la boca del lobo

Sacco es un periodista valiente. Él no se sitúa en primera línea de fuego, pero acude a la boca del lobo cuando los rescoldos aún están humeantes para hacer preguntas incómodas y hurgar en busca de la verdad.

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

En el cómic vemos cómo los líderes locales, a menudo con cara de pocos amigos y con una tranquilidad pasmosa, le mienten descaradamente. Por ejemplo, un convoy de hindúes que se dirigían a la concentración del 7 de septiembre, a su paso por el pueblo musulmán de Bassi Kalan, fue atacado con una lluvia de piedras y palos, dejando numerosos heridos.

Cuando Sacco se reúne con el jefe de la aldea para que le dé su versión de los hechos, este le dice que fueron unos cuantos niños los que espontáneamente arrojaron piedras a las furgonetas. "¡Debemos contenernos para no troncharnos! ¡Para no partirnos de risa!", afirma Sacco.

Pero la mentira no tiene bando. En la mencionada localidad de Lisarh, de mayoría hindú, el jefe, flanqueado por otros hombres del pueblo, le dice al periodista que allí no asesinaron a nadie. "Nada, ni se inmutan. ¡Ni siquiera pestañean! En algún momento del camino, esta gente también debe de haberse forzado a sí misma y haber forzado a los demás a creerse La Gran Falsedad".

Sacco recopila numerosos testimonios espeluznantes. Padres que ven morir a sus hijos a golpes a manos de una multitud enloquecida, chicas escondidas mientras ven cómo sus padres son asesinados con espadas...

En su frenético viaje para documentar lo sucedido, el propio Sacco se siente culpable de no tener tiempo para consolar a las víctimas: "Gracias por hablar con nosotros. Lamento mucho lo sucedido. Tenemos que irnos. Volvemos a nuestro vehículo. Tenemos lo que queríamos. Apartamos la vista de los rostros de las hermanas. Ya habrá tiempo para que nos lo reprochemos después. Entretanto, nuestra noche aún no ha terminado".

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

Raíces históricas

Sacco recrea los hechos acaecidos el fatídico 27 de agosto de 2013 y los que siguieron, pero también indaga en las razones históricas del odio entre hindúes y musulmanes en la India.

Aunque las tensiones entre ambas comunidades se remontan al siglo XVI, cuando el emperador mogol Aurangzeb emprendió una campaña de destrucción de templos hindúes y trató de imponer la ortodoxia islámica más estricta en el subcontinente indio, en su análisis histórico Sacco pone el punto de partida en 1947, cuando el Imperio británico puso fin a su dominio colonial partiendo el área en dos: India para los hindúes y Pakistán para los musulmanes.

"La partición fue una catástrofe humanitaria", narra Sacco. "Más de 12 millones de personas fueron expulsadas de sus casas o huyeron a uno u otro lado para evitar formar parte de una población minoritaria, y cientos de miles —puede que un millón— murieron en la subsiguiente masacre".

No obstante, la minoría musulmana de la India —hoy un 14 %— vivió relativamente segura durante décadas. Bajo el gobierno del Partido del Congreso, el país fue "una nación laica donde los musulmanes eran considerados ciudadanos indios", relata Piyush Kumar, un periodista local que fue guía de Sacco durante sus pesquisas.

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

Pero un concepto mucho más exclusivista, el "hindutva" o unidad hindú, niega el espacio a otras religiones y se ha ido haciendo cada vez más fuerte en las últimas décadas, y hubo ataques como el de la mezquita de Ayodhia, que fue construida en el siglo XVI por Babur, el primer rey mogol, y destruida en 1992 por una multitud de 150.000 hindúes.

Aquello también generó unos disturbios que acabaron con 2.000 muertos. Desde entonces, este tipo de ataques entre ambas comunidades religiosas han ido salpicando la historia reciente del país.

En este enfrentamiento, principalmente rural, las diferencias religiosas son inseparables de las diferencias de clase. Como explica El disturbio eterno, la casta jat hindú son, por lo general, los dueños de las tierras y los musulmanes, sus peones.

Otro periodista local, Madan Baliyan, aunque es jat, señala tanto a los musulmanes como responsables de las oleadas de violencia y explica así la polarización de ambas comunidades: "En el medio, entre los dos extremos, encontrarás a muchas personas liberales [...], jats y musulmanas. Pero si ocurre algo, en el medio no encontrarás a nadie".

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

El ascenso de Modi

El odio entre las comunidades hindúes y musulmanas ha sido espoleado y exacerbado con fines políticos. Así, de hecho, es como llegó al poder el actual primer ministro de India, Narendra Modi, apenas un año después de las masacres de 2013.

"Dividir a la población en términos religiosos beneficiará a las organizaciones políticas. El conflicto beneficia a los partidos comunitarios. ¿Por qué la violencia tiene lugar unos meses antes de unas elecciones? Los incidentes van a cambiar los resultados de esos comicios.Eso es muy triste en una democracia", declaró a Sacco el politólogo Zile Sing.

Tenía razón: Modi ganó las elecciones. Pero no solo eso, según Sacco, "la violencia sectaria ayudó a engrasar los raíles de su carrera política" desde sus inicios.

"Era primer ministro de Guyarat durante los disturbios de 2002, provocados por las muertes de peregrinos hindúes en el incendio de un tren del que se culpó a los musulmanes. En ataques posteriores a comunidades musulmanas, se violó y quemó vivas a cientos de mujeres y niñas, entre otras atrocidades. Modi, acusado de agravar la situación y retrasar la restauración del orden, fue absuelto de todos esos cargos y emergió de la matanza como una estrella del nacionalismo hindú", explica el autor de El disturbio eterno.

Imágenes de 'El disturbio eterno', de Joe Sacco (Reservoir Books)

En 2014 —poco después de que el disturbio de Muzaffarnagar atizara miedos y prejuicios hindúes—, unas elecciones propulsaron al poder al BJP y al propio Modi al cargo más alto en India.

Bajo su gobierno, que continúa en su tercer mandato tras las elecciones de junio de 2024 —aunque perdiendo la mayoría absoluta—, las autoridades han discriminado sistemáticamente contra miembros de comunidades minoritarias, particularmente musulmanes y cristianos.

Religión y violencia

Los datos sobre violencia religiosa en la India contemporánea son alarmantes. El Foro Cristiano Unido documentó 834 ataques contra cristianos en 2024, un aumento de más del 100% desde 2014, cuando Modi llegó al poder.

La violencia contra los musulmanes ha sido igualmente sistemática. En el primer trimestre de 2025, se produjeron seis ejecuciones extrajudiciales de musulmanes por parte de la policía y fuerzas de seguridad, más de 100 instancias de arresto o detención arbitraria de musulmanes, y docenas de demoliciones punitivas o desalojos dirigidos contra musulmanes, desafiando órdenes del Tribunal Supremo, según South Asia Justice Campaign.

Aunque El disturbio eterno está firmemente arraigado en el contexto específico de la India rural en 2013, el libro trasciende su escenario particular para ofrecer una meditación más amplia sobre el fanatismo religioso y la violencia política en cualquier parte del mundo. De hecho, los patrones observados por Sacco —la manipulación política de tensiones religiosas, el papel de la desinformación en la escalada de violencia, la construcción de narrativas que justifican la brutalidad— son aplicables a cualquier contexto.