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Conjuras mínimas, el videopódcast de El Cultural, arrancó su andadura con éxito el pasado 2 de octubre. Concebido como "un espacio de conversación y reflexión disconforme con algunas derivas de este mundo áspero", según anunció el director de la revista, Alberto Ojeda, al inicio del primer encuentro, congregará regularmente a grandes figuras de la cultura en nuestro país.

Los primeros protagonistas fueron Juan José Millás, un escritor con inquietudes científicas, y Nazareth Castellanos, una neurocientífica con vocación literaria. A lo largo de una hora y ante una sala repleta de suscriptores de El Cultural, conversaron en la sede de EL ESPAÑOL con el director acerca del potencial y las implicaciones éticas de la inteligencia artificial, los misterios de la psique, los efectos benéficos de la lectura, la resistencia ante la adversidad y la superación de los traumas.

Bajo un clima especialmente distendido, supimos que el hijo de Millás estudió en el mismo instituto que la autora de El puente donde habitan las mariposas (Siruela). Incluso que, por su parecido físico, lo apodaban Jim Morrison. Descubrimos también que Millás nunca ha bailado con nadie, pero alberga inquietudes que desahoga delante de Chat GPT: "¿Por qué si el aire se mueve, se enfría?", le preguntó una vez.

Buena parte de la charla versó en torno a la inteligencia artificial, cuestión ahora ineludible. El autor de Este imbécil va a escribir una novela, publicada este mismo año en Alfaguara, se muestra fascinado ante el fenómeno, mientras que la divulgadora científica lo compara con el fuego: es consciente de su enorme relevancia, pero advierte los peligros. Con todo, ambos reconocen servirse de ella. A Millás le proporciona ideas para sus artículos; a Castellanos también le ha ayudado a ordenar ideas.

Defensora de las redes sociales, la escritora considera que son "una oportunidad para transmitir información" a través de un medio "totalmente accesible". El problema es que son adictivas, concede, "porque las cosas se mueven, lo que provoca que nuestros mecanismos atencionales se inhiban".

Juan José Millás en el primer encuentro del videopódcast 'Conjuras mínimas' Javier Carbajal

No obstante, animó a Millás a utilizarlas, a "estar ahí" y ser parte activa, de manera que el altavoz no caiga en manos de usuarios desacreditados para proyectar ideas con el rigor deseable. Pero el autor de El mundo (Premio Planeta, 2007) prefiere las veleidades de la literatura.

Tanto que a partir de una expresión corriente pronunciada al inicio del encuentro por Castellanos, "recoger a la niña", vislumbró el título de una posible novela. "Incluso se me está ocurriendo el primer capítulo", aseguró en los compases finales.

Juan José Millás, Alberto Ojeda y Nazareth Castellanos en el primer encuentro del videopódcast 'Conjuras mínimas' Javier Carbajal

Hubo tiempo también para las curiosidades acerca del cerebro, que afloraron a propósito de El puente donde habitan las mariposas, el exitoso libro que, semana tras semana, aparece entre los primeros puestos de la lista de más vendidos. Por ejemplo, la importancia de mirarnos a los ojos, que están conectados al sistema límbico, o sea, la parte emocional del cerebro. "Al fijar la mirada potencias los mecanismos de atención", asegura la neurocientífica.

Por otro lado, los ojos están también conectados al corazón: "Cuando el corazón late, el ojo espontáneamente tiende a hacer un recorrido y cuando se relaja, tendemos a parpadear. En cada parpadeo se vuelca la información reciente a zonas profundas".

Nazareth Castellanos en el primer encuentro del videopódcast 'Conjuras mínimas' Javier Carbajal

Por eso los teléfonos móviles resultan perjudiciales para conciliar el sueño. "Nos hacen parpadear todo el rato por el brillo y el contraste de los colores, de las letras", apunta Castellanos, y eso queda en la memoria del cerebro, que no permite el descanso real aunque hayamos logrado dormir.

Se comentaron, además, las polémicas declaraciones de María Pombo, la influencer que determinó semanas antes que "leer no nos hace mejores". Que lo superemos. Los interlocutores se mostraron de acuerdo, si bien esgrimieron apuntes al respecto.

"Si esa frase la dice un filósofo, habríamos dicho que hay que pensarlo", sugirió el escritor. "Para leer hay que estar mal; la gente que está bien no lee". Además, "solo se puede leer enfermizamente; yo no entiendo que pueda haber lectores normales", añadió Millás, convencido también de que "hay escritores que no están a la altura de su obra". A Castellanos le pareció "una barbaridad" que la influencer hubiera trasladado un mensaje restando valor a la lectura.

Entre el análisis de la actualidad y las reflexiones acerca de lo científico, por alguna grieta de la conversación se coló más de una consideración puramente metafísica. Aunque pronto derivó hacia el humor, una seña de identidad que siempre acompaña a Millás. El escritor, que se define a sí mismo como un "ateo no militante", concluyó de esta forma: "Pienso que sería absurdo que hubiera Dios, pero hay tantas cosas absurdas…".