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Les invitamos a imaginar la siguiente escena. Es la noche en la que se falla un gran premio literario. Decenas de miles de manuscritos presentados. Una retribución económica millonaria en juego. Cuando el jurado anuncia el ganador, todos reconocen el nombre al instante: es un autor que se ha mantenido en la lista de los más vendidos durante los últimos años. Pero, cuando sube a recoger el premio, dando a conocer su identidad, la sorpresa es palpable: no es quien todo el mundo esperaba.

Hasta aquí, la situación no es ni siquiera novedosa. Ya ocurrió hace cuatro años cuando los Carmen Mola recogieron el Premio Planeta por su novela Las bestias. Pero ¿qué pensarían si quien recoge el premio es un programador informático que ha desarrollado una IA capaz de producir novelas superventas a mansalva?

No es una realidad tan lejana. Se quiera o no, la amenaza de una inteligencia artificial capaz de producir textos literarios comercializables está cada vez más cerca. Y los expertos del sector (autores, editores y traductores) lo saben. Por eso ha sido uno de los temas centrales de las ponencias celebradas en las Conversaciones Literarias de Formentor de este año. Y por eso, también, El Cultural ha querido escuchar de primera mano la opinión de varios directores de sellos editoriales europeos sobre un tema que va a revolucionar el sector.

Clara Capitão, directora editorial de Penguin Random House en Portugal, considera que existe miedo del sector hacia la IA, sobre todo porque "el marco legal de su uso y de la protección de la propiedad intelectual aún no está definido. Es algo muy urgente y que ya llega tarde".

En el caso de su sello, nos cuenta Capitão, se está utilizando "con mucho cuidado y nunca en contenido. Más bien en procesos administrativos y relacionados con la eficiencia".

La automatización de este tipo de tareas tediosas y no relacionadas con lo creativo (elaboración de índices, corrección de errores ortotipográficos) es en lo que más ventajas encuentra en la IA Miguel Aguilar, director literario en España de Debate, Taurus y Random House.

El problema, nos plantea Aguilar, "es que esas tareas ahora mismo generan empleo. Entonces hay que lograr un equilibrio entre respetar el ecosistema en el que trabajamos y aprovechar esos ahorros que para muchas editoriales pequeñas podrían ser un salvavidas".

También piensa Aguilar que en el sector editorial se le tiene miedo a la IA, "como en todas partes". "Es un factor disruptor que puede traer muchos problemas. Uno de ellos es, sin duda, la precarización de los trabajos que ya son bastante precarios, como la traducción, la corrección, la maquetación o la ilustración".

En esto mismo incide también Aleksi Siltala, quien en 2008 fundó junto a su hermano la editorial independiente finlandesa Siltala. "Puede ser beneficioso, sí, pero también puede ser fatal para muchos empleos como la traducción".

Aun así, nos dice Siltala, el mundo editorial va a tener que lidiar con la situación: "La cuestión es que la IA está aquí. Lo queramos o no es una realidad. Ahora lo que hay que hacer es domesticar al animal para que actúe en beneficio del sector".

De una opinión parecida es el cuarto de los editores a los que se ha consultado. Piero Salabe, editor del sello alemán Hanser Verlag: "Ahora mismo tenemos que observar cómo se desarrolla. Pero una cosa es segura. Las editoriales que quieran mantener la calidad de lo que publican van a tener que entrar en el proceso para controlar que no tome un rumbo equivocado".

"Lo queramos o no la IA es una realidad. Ahora lo que hay que hacer es domesticar al animal". Aleksi Siltala

En cuanto a la relación de la IA con la creatividad, Salabe es tajante: "No creo que un autor que tenga ese nombre y se precie un mínimo vaya a utilizar la IA para hacer un plagio, que es lo que sería presentar una obra cuyo contenido está escrito por una IA. Una persona así no merecería el nombre de autor y no creo que nadie esté dispuesto a algo así".

Es más, para el editor venido de Alemania, "quien ofrezca una obra así, hecha por IA, tendría que renunciar a los derechos de autor". La razón: "Una IA reproduce lo que encuentra en la red, no 'crea', por lo que estaría empleando conocimiento prestado".

"Sí que es posible que en el futuro veamos escándalos que impliquen a 'autores' que han usado la IA porque se sentían bajo presión de publicar —reconoce el editor de Hanser Verlag—. Los autores son seres humanos, al fin y al cabo, y fallan. Pero eso lo veo más a futuro".

La editora portuguesa, sin embargo, sí que percibe el peligro de la autoría "artificial" más probable y cercano: "La tentación de la pereza siempre está ahí. Claro que hay un peligro de que se use la IA para componer el esqueleto de una novela. Y eso me preocupa. Las redes sociales y las nuevas tecnologías ya están atrofiando nuestra creatividad, lo estoy sintiendo en las lecturas de los últimos años. Eso, unido a la IA y a que los creadores puedan tomar la senda de la pereza, puede ser muy, muy peligroso".

"No creo que un autor que tenga ese nombre y se precie un mínimo vaya a utilizar la IA para hacer un plagio". Piero Salabe

Preguntados si auguran un momento en el que no distingan una novela generada por IA, los cuatro entrevistados lo ven totalmente factible. Sin embargo, para Aguilar esa todavía es una cuestión por llegar, y prefiere abordar los problemas que puede acarrear en el presente —los relacionados con la precarización de puestos de trabajo—.

Salabe también le pone un asterisco a su afirmación. Sí, puede ocurrir, pero según el editor "estaríamos hablando en todo caso de obras mediocres que recurren a esquemas muy poco originales. No ofrecerían nada nuevo en el lenguaje o la forma". Y sentencia: "me asombraría mucho que una novela de alto nivel tuviera autoría artificial".

También Capitão ofrece un matiz similar: "Lo especial de la ficción es la mirada particular de un escritor que nos abre horizontes y nos fuerza a ver las cosas desde otra perspectiva. Son las cosas no dichas: las metáforas, las alusiones, las alegorías. Eso creo que es muy difícil que la IA lo haga de la misma forma".

En lo que también coinciden los cuatro editores es en que esta tecnología sí que puede llegar a ser una aliada legítima del autor, hasta el punto de actuar en beneficio de la creatividad. Esto nos afirma la editora portuguesa: "Puede ser un explotador de creatividad si es bien utilizada. Por ejemplo, para encontrar referencias bibliográficas u otros contenidos a los que no llegarías sin utilizarla. Puede ayudar a descubrir cosas a las que no tendrías acceso de otro modo. Para un escritor puede ser una herramienta muy poderosa en, por ejemplo, la documentación para novelas históricas".

"Lo especial de la ficción es la mirada particular de un escritor". Clara Capitão

En lo que hay más discrepancias es en la posibilidad de publicar en su propia editorial una obra creada de esta forma. Salabe y Siltala tienen claro que es una línea roja que su sello no traspasará. Capitão, por su parte, asegura que, "aunque nunca se sabe", por ahora la política de Penguin Random House es que todo el proceso creativo debe tener detrás autoría humana. "Y creo que va a ser así siempre", concluye.

Aguilar, en cambio, prefiere puntualizar: "Me negaría tajantemente a publicar algo hecho con inteligencia artificial y decir que está hecho por una persona. Pero si se sabe que está hecho por inteligencia artificial no me parece que negarse tajantemente tenga sentido si es un texto que te explica muy bien, por ejemplo, el mito de la caverna de Platón. No es algo que me apetezca hacer especialmente, pero no creo que tenga sentido ser tan taxativo".

Pero por encima de todo, nos recuerda Clara Capitão algo a tener en cuenta que, nos asegura, solemos pasar por alto: "Claro que hay muchos escritores que escriben porque es su trabajo, para ganar dinero y para tener fama o lo que sea. Pero muchos, la mayoría diría yo, escriben porque lo necesitan".

Y continúa: "Es un impulso vital para ellos. Lo necesitan para enfrentar el mundo, para curarse, para sobrevivir emocionalmente. Y eso no se va a perder. Un escritor que necesita escribir por necesidad vital no va a dejar de escribir y a recurrir a la IA, porque ahí perdería la escritura toda su función original". Habrá que confiar, en fin, en el sentido catártico de la literatura.