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Lo primero que mueve al asombro al conversar con Hélène Cixous es su implacable lucidez, su simpatía y vitalidad. Autora de más de un centenar de obras entre las que destacan La risa de la Medusa (1975) y El libro de Prometea (1983), nació en Orán en 1937 y sufrió desde muy niña el racismo, ya que sus padres eran acosados por su origen judío.

Además, cuando Cixous tenía tres años, el gobierno colaboracionista de Pétain promulgó leyes antijudías que les arrebataron la nacionalidad. De ahí que se sienta “apenas francesa; y argelina no lo he sido nunca”.

Antinacionalista feroz, asegura a El Cultural que prefiere “ser un ser humano, o un animal como mi gata” y subraya que “Europa hoy es un fantasma en la escena mundial”.

Pregunta. Es filósofa, poeta, dramaturga, retórica, maestra. ¿Con cuál de todas estas definiciones se identifica más?

Respuesta. A ver, ¿cuál te digo? Soñadora, porque es en los sueños donde nacen las experiencias más revolucionarias.

P. Se ha definido como “un amasijo de contradicciones”. ¿Es ese quizás el mejor retrato del hombre contemporáneo?

R. Sí, pero el ser humano ha sido siempre así, no es un invento actual. El mundo ha avanzado siempre en las contradicciones.

Sabemos que el libro ya no tiene el lugar que tuvo en el pasado, pero también que la literatura y los libros no van a desaparecer jamás

P. También ha recordado que la historia a mediados del siglo XX estuvo marcada por la violencia y la desesperación. ¿Hemos mejorado o seguimos sin aprender nada del pasado?

R. Bueno, creo que no ha habido una mejora universal, pero sí mejoras pequeñas, por ejemplo en el mundo de las ciencias, de la medicina o de la legislación. Creo que el pasado siempre ha sido más tenebroso. Pero si la pregunta es si en el siglo XXI somos más felices, si somos más libres, debo responder que no, seguro que no, y que la libertad que reclamamos siempre es muy difícil de proteger.

»También creo que cuando decimos siglo XXI a veces olvidamos que empezó a fines del XIX, porque es ahí donde dimos un gran giro hacia la globalización con dos guerras mundiales, y aumentamos la violencia en el mundo.

P. Hablando de violencia, se dice que estos son momentos similares a los que usted vivió en su infancia. ¿De verdad están volviendo los fascismos?

R. Sí, creo que hay ciertos climas sociales, morales e intelectuales que se parecen mucho a lo que conocí siendo muy joven, antes de la Segunda Guerra Mundial. Es como si hubiese una repetición, así que debemos estar atentos y reconocer las señales porque la democracia está siendo amenazada a diario.

»Sin embargo, quienes están en el poder no tienen mi edad sino 40 o 50 años, y lo que yo he atravesado ni lo conocen ni les interesa. Pero ya lo hemos vivido: podemos llamarlo masacre, violación de la humanidad, destrucción del universo.

P. Hablando de masacres, ¿qué siente cuando llaman genocidio a lo que ocurre en Gaza?

R. Por una parte diría que el genocidio nazi no es lo que está pasando en Gaza, No es idéntico ni creo que los israelíes piensen que hace falta encerrar a los palestinos en campos de concentración ni exterminarlos en cámaras de gas. Lo que quieren los israelíes es expulsarlos.

P. ¿Como está haciendo Trump con los hispanos?

R. Exacto. En realidad, es el mismo rechazo, es la misma voluntad de expulsar a otras poblaciones. Pero, por otro lado, cuando los medios y la población dicen que es un genocidio, también tienen razón, porque si continuamos así puede llegar el genocidio.

»La destrucción y el odio aumentan todos los días porque durante todo el siglo XXI hemos cultivado como una especie de planta venenosa el odio entre los judíos y los palestinos. Y cada vez es peor.

»Yo he vivido el principio de esta historia, que comenzó en 1948 con la creación del Estado de Israel y que es trágica, injusta y peligrosa. No es que se quiera eliminar una raza, es un sistema político repetido a día de hoy en muchos países que actúan llevados por el odio hacia otros.

La lucha por los derechos de las mujeres no ha terminado. Mientras sufran, mientras estén privadas de respeto, de legalidad, de igualdad, el combate sigue

P. ¿Y cuándo se dio cuenta de que “lo urgente eran las mujeres, repensar a la mujer”?

R. Cuando llegué a Francia, a los 18 años. Estaba casada pero allí no conocía absolutamente a nadie y me sentía más extranjera que nunca. Francia era un país por descubrir pero rápidamente sentí en las instituciones, en las universidades, algo extraño, desconocido. Era como un aroma, como un olor.

»Algo no funcionaba y comprendí que lo que percibía era el olor de la misoginia, de la marginación, del maltrato, del ninguneo, no por ser judía sino por ser mujer. Había otras causas pero la más urgente, la más universal, era la de la mujer.

P. Una causa a la que dedicó su libro más célebre, La risa de la Medusa. ¿Cuál es el secreto de su asombrosa modernidad?

R. Lo llamamos secreto, pero es que la lucha por los derechos de las mujeres no ha terminado. Mientras las mujeres sufran, mientras estén privadas de respeto, de legalidad, de igualdad, el combate sigue. Eso ya lo sabía cuando empecé a comprometerme en esta lucha, sabía que esta situación era tan vieja como la memoria y como la sociedad, y que hacían falta muchos, muchos años.

P. A menudo explica que cuando era niña y vivía tiempos difíciles siempre encontró refugio en los libros. ¿Entiende que hoy tanta gente no lea y prefiera las redes sociales?

R. Es algo nuevo en la historia. Sabemos que el libro ya no tiene el lugar que tuvo en el pasado, pero también que la literatura y los libros no van a desaparecer jamás. Los seres humanos necesitamos leer y necesitamos la literatura, es un arte inextinguible y necesario, aunque ha sido reducido a un lugar bastante menos importante que antes.

»Es una de las cosas que me hace sentir la edad que tengo, porque he vivido una época dorada, 20, 30 años en los que el libro fue respetado. Y sí, sabemos que estamos asistiendo al reemplazo del libro por las redes, pero también que con la tecnología hay un empobrecimiento cerebral real y que el ser humano se está volviendo cada vez más estúpido.

»Poco a poco se está cambiando la literatura por sucedáneos que no mejoran al ser humano sino todo lo contrario. No sé hacia dónde va la humanidad, pero creo que habrá movimientos de lucha por la libertad del libro, como ya hay movimientos que defienden la naturaleza. También sé que a Shakespeare se le seguirá leyendo y a Cervantes también.

P. Derrida la definió como un OLNI, un Objeto Literario No Identificado. ¿Ha sido fácil tener un pensamiento siempre original, libre y audaz? ¿Cuáles han sido sus enemigos?

R. Bueno, cuando has dicho de manera tan amable lo del pensamiento libre y audaz, pensé que eso es algo que tienes, no lo puedes conquistar ni aprender, pero cuando tienes un espíritu aventurero, cuando quieres avanzar, encuentras hostilidades siempre.

»Cuando empecé a publicar había periodistas que me decían: “Pero ¿no puedes hablar un mejor francés?”. Y yo respondía que hablo un francés aventurero, plural. Socialmente he tenido el destino de todos los poetas, que es no poder hablar como los demás, pero no puedo decir que eso sea enervante o que me haya impedido perseverar.

»Puede crear cierto aislamiento y soledad, pero a la inversa produce efectos paradójicos, como el hecho de encontrar a Derrida, o que ahora haya un movimiento que se aventura en el combate de la defensa de una modernidad de lo desconocido. Y no, no me arrepiento de nada, en absoluto.