Solo los grandes nombres de la historia universal trascienden su tiempo. Esto implica que las consideraciones en torno a ellos vayan mutando conforme avanzan los siglos. El caso de Miguel de Cervantes resulta especialmente llamativo, pues ha pasado de ser un héroe de la monarquía hispánica y de la defensa del cristianismo a ser objeto de debate sobre su presunta homosexualidad. Si tu legado es el Quijote, pueden pasarte estas cosas.
España no podía permitirse que el autor de la novela más importante de la literatura universal fuera un donnadie. Y eso que el libro protagonizado por aquel ingenioso hidalgo no fue, ni mucho menos, el que más éxito cosechó en vida de su autor. Pero cuando, desde fuera, empezaron a valorarlo como según parece merecía, hubo que construir el mito.
Se hizo a pesar de que no dejara familiares de los que se pudiera extraer testimonio alguno. Aunque no contáramos con un solo retrato suyo –el famoso de William Kent es una recreación pictórica de la descripción que Cervantes hizo de sí mismo en el prólogo de las Novelas ejemplares (1613)–. En fin, aunque no hubiera una documentación sólida de su paso por el mundo (1547-1616).
Tuvo que ser, además, un diplomático británico, lord Carteret, el que encargara su primera biografía, publicada en 1738 –más de un siglo después de su muerte– bajo la autoría de Mayans y Siscar. El historiador y lingüista fue el primero que mordió la manzana, incurriendo en lo que José Manuel Lucía Megías (Ibiza, 1967) denomina "el pecado original", que no es otro que "convertir la obra literaria en un documento histórico, del que pueden extraerse datos autobiográficos".
Lucía Megías, catedrático de Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid y reputado cervantista que acaba de publicar el poemario El hombre que yo amo (Huerga & Fierro), ha reunido en un riguroso y ameno libro decenas de enmiendas al hecho –repetido durante siglos– de moldear al Cervantes-personaje a partir de deducciones no científicas. Una de las últimas es el centro de esta obra, Cervantes íntimo. Amor y sexo en los Siglos de Oro (Plaza & Janés): que el autor del Quijote fue homosexual.
"Los mitos existen porque en una sociedad necesitamos construcciones nítidas", concede al inicio de esta entrevista con El Cultural, pero la teoría del Cervantes queer no es más que una muestra de "desconocimiento e incultura".
Los mitos, igual que los personajes sobre los que se construyen, son hijos de su tiempo, y este nació en los 80 del siglo XX, unos años en los que "había que ir contra el poder". Y, según Lucía Megías, "uno de los elementos de expresión del poder establecido en esa época era la heterosexualidad".
Cabe recordar aquí que los antiguos biógrafos de Cervantes se habían servido de sus propias obras – las dramaturgias Los tratos de Argel y Los baños de Argel, así como la "Historia del cautivo", que aparece en el capítulo 40 de la primera parte del Quijote– para crear el "modelo de conducta ejemplar" que supuestamente fue.
Además, él mismo había destacado su valor y su compromiso con la Corona en el documento Información de Argel, donde se daba cuenta de su cautiverio a manos de los corsarios otomanos. Al parecer, protagonizó cuatro intentos de fuga fallidos y cuando en uno fue descubierto como instigador, asumió toda la responsabilidad. Pero esta es, según Lucía Megías, la versión que a Cervantes le interesaba transmitir tras ser liberado por los frailes trinitarios en 1580.
Después de su experiencia como soldado en los tercios italianos –la mítica batalla de Lepanto– y de sus años de cautiverio, solicita una merced al rey Felipe II para desempeñar en América un oficio como burócrata de la Corona, y para ello se vale de testimonios que apoyen su actitud honesta y valerosa. Y es cierto que en sus obras –entonces la literatura de cautivos era, para que se entienda, como ahora la autoficción– diseña personajes, acaso alter egos, que proyectan una imagen impecable.
Pero ¿cómo pudo ser absuelto tras los intentos de fuga si la norma era el apaleamiento público hasta la muerte?, se preguntan quienes sostienen la teoría de su tendencia homosexual.
Resulta que Hazán Bajá, el rey de Argel entonces, había sido cristiano veneciano en sus orígenes, pero pasó a ser el sodomita del corsario Euch Alí, lo que le abrió las puertas del trono en el país africano. Muchos cervantistas consideran que esta es "la prueba" de que el bajá salva la vida a Cervantes porque quiere tener relaciones sexuales con él. Lucía Megías no solo cree que este es un argumento endeble, sino que aporta datos que resultan cruciales.
Los castigos a quienes intentaban fugarse se cometían a menudo contra los cautivos de almacén, o sea, de poca monta, con el objetivo de amilanar a quien osara intentarlo de nuevo. Pero Cervantes era un cautivo de rescate y su libertad se cifraba en la estimable cantidad de 500 ducados, "un tesoro que ningún secuestrador puede permitirse perder por aplicar un castigo ejemplar al resto de los cautivos", explica el catedrático. Es decir, al rey de Argel no le interesaba renunciar a ese botín y por eso, como hizo con muchos otros, le salvó la vida.
Además, en aquella época "lo habitual era —como en Grecia y en Roma— la relación entre un hombre mayor (activo) y un amante joven (pasivo)", y Cervantes y el bajá eran casi de la misma edad, resuelve Lucía Megías, que apuesta por el estudio de su época para comprender al personaje en toda su complejidad. O sea, "nunca confundir el mito con el hombre, no hacerles vivir al margen del tiempo en que vivieron", dice en la entrevista. "¿Hasta cuándo vamos a seguir utilizando sus textos literarios como fuente documental para concretar su vida?", se pregunta.
Pero más allá de su obra, existen algunos documentos que han disparado las especulaciones acerca de su homosexualidad. Un legajo del Registro General del Sello datado en 1569 contiene una información que ha resultado clave para los conspiranoicos: "Prender a Miguel de Cervantes". Aquel tipo, del que no es seguro afirmar que fuera nuestro escritor, había sido condenado –la sentencia tampoco ha sido hallada– a que "le fuese cortada la mano derecha" y al "destierro de nuestros reinos por tiempo de diez años". ¿Su delito? Un duelo con un tal Antonio de Segura en la Corte.
"Convertir a Cervantes en un historiador de sí mismo es quitarle valor como escritor"
Las primeras teorías apuntaban a un asunto de faldas, pero el escritor y dramaturgo Fernando Arrabal llegó a asegurar, sin prueba alguna, que Cervantes se batió en duelo para defenderse de que le atribuyeran haber cometido un "pecado nefando" (sodomía), y que este había tenido lugar en el estudio madrileño del humanista Juan López de Hoyos.
Otro de los documentos utilizados para alimentar la teoría del Cervantes queer es una carta a su mujer, Catalina, para que gestionara sus bienes mientras él se encontraba en Sevilla, ejerciendo el cargo de Comisario real de abastos de la Gran Armada contra Inglaterra. Hay quien tiró por el camino corto, aduciendo que aquella carta es una suerte de "convenio de separación", y que, más o menos, el hecho de que se fueran a separar significaba que él era gay.
Lo cierto es, según recuerda Lucía Megías, que Catalina lo designó como heredero en su testamento, e incluso pidió ser enterrada junto a él en el convento de las Trinitarias. Hay, por tanto, pocos motivos para creer que llegaran a separarse.
Además, hay un poema de Lope de Vega en el que este responde a una presunta composición burlesca de Cervantes. Datado en 1604, supuso el inicio de su enemistad, pues pudiera ser que aquellos versos de cabo roto –se omite la última sílaba de la palabra en rima– encerraran acusaciones como la de cornudo y sodomita. Para el catedrático, esta prueba no es lo suficientemente sólida como para determinar la sexualidad de Cervantes. "Igual que la de cada uno de nosotros, es lo suficientemente compleja" como para hacer un diagnóstico definitivo, viene a decir.
"Los iluminados que vierten opiniones después de haberse tomado cuatro vinos de mala calidad no me merecen ningún respeto"
Pero en los 80, decíamos, "la homosexualidad todavía se consideraba una enfermedad", como bien apunta Lucía Megías, así que los insurrectos, en su afán de "ir en contra de esa normatividad", comienzan a imponer "un relato acorde a la visión de nuestro tiempo: un Cervantes no tan homogéneo como aquel heroico que se construyó siglos atrás".
El cervantista no cree que el camino sea construir nuevos mitos para destruir los del pasado, sino "buscar lo que hay de verdadero en el hombre dentro de su tiempo". En este sentido, "convertir a Cervantes en un historiador de sí mismo es quitarle valor como escritor", o sea, si entendemos que en su obra está su biografía, dejamos entrever que le faltó imaginación, lo que a Lucía Megías le parece "insultante". "Él no necesita ver a una persona mayor y enloquecida para inventarse el personaje de Don Quijote. Él tiene las lecturas, el conocimiento y la capacidad creativa", dice.
'El cautivo' de Alejandro Amenábar es una película majestuosa, la que Cervantes merecía y nadie le había hecho hasta ahora"
Por ello, respeta a los cervantistas –"de los que he aprendido tanto", apunta–, aunque sea desde una postura contraria, pero "los iluminados que se levantan por la mañana y vierten opiniones después de haberse tomado cuatro vinos de mala calidad no me merecen ningún respeto", asevera. "No pueden estar dentro del marco de las teorías que hay que contrastar. La teoría tiene que ver con la ciencia y con el avance del conocimiento y los iluminados tienen que ver con las tertulias en las barras del bar y en esas barras se tienen que quedar", concluye.
Otro caso bien distinto es El cautivo, la película de Alejandro Amenábar que llegará a las salas de cine españolas el 12 de septiembre, en la que ha trabajado como asesor filológico y ha participado en las últimas versiones del guion. Se trata de una historia aderezada con gotas de ficción, aclara, pero "está ambientada en una época muy cinematográfica, porque es una película carcelaria con todos los conflictos que se dan entre un grupo de personas recluidas contra su voluntad".
Cuenta, además, que la cuestión de "la homosexualidad aparece, pero no es un tema central de la película". Antes al contrario, "tiene muchas lecturas, y va a ser interesante ver si los espectadores se acercan a todas ellas o se quedan con la más superficial". ¿Una valoración definitiva? "Es una película majestuosa, la que Cervantes merecía y nadie le había hecho hasta ahora".
