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El escritor, editor y crítico literario José María Guelbenzu ha fallecido a los 81 años. Ganador del Premio de la Crítica de Narrativa en 1981 por El río de la luna, escribió una veintena de novelas y se desempeñó como editor en Alfaguara y Taurus. Destacó como crítico en el suplemente Babelia de El País y fue colaborador habitual de Revista de libros.

Nacido en Madrid en 1944, cursó estudios de bachillerato en el Colegio Areneros de la Compañía de Jesús en Madrid y se licenció en Derecho y Dirección de Empresas. Inició su carrera en la revista Cuadernos para el diálogo. Tras más de una década dedicada a la edición, desde 1970 hasta 1982, se volcó en la literatura.

Entre sus reconocimientos más importantes, destaca el Premio Internacional de Novela Plaza & Janés (1991), el Fundación Sánchez Ruipérez de Periodismo (2007) y el Torrente Ballester de Narrativa (2010). Además, ha sido jurado de premios como el Nacional de Literatura o el Nadal.

Su última novela, publicada en Siruela, se publicó en la primavera de este año. Una gota de afecto es una historia de rencores familiares en la que el autor madrileño rinde homenaje a los clásicos. Guelbenzu indaga en la memoria, la soledad y las heridas del pasado a través del regreso de un hombre a la casa familiar en Cantabria.

Desde El mercurio (1968), su primera novela, "no ha dejado de ser una voz autorizada en la cultura literaria española", aseguraba la crítica literaria Pilar Castro en las páginas de El Cultural. "Su presencia comenzó con aquel arriesgado desafío expresivo y su asentamiento se forjó sobre un estilo culto y exigente, en diálogo continuo con los maestros de la literatura universal", añadía.

A lo largo de su trayectoria como autor, Guelbenzu escapó de la fórmula fácil para llegar a los lectores. Por más que insistiera en la novela policiaca, de la que se desprenden personajes icónicos como la jueza Mariana de Marco, siempre encaró sus narraciones desde la experimentación. No en vano, La noche en casa y El río de la luna son propuestas muy distintas. 

Fue enmarcado en la generación del 68, junto a Vázquez Montalbán, Chirbes, Vicente Molina Foix o Antolín Rato, que irrumpieron a comienzos de los 70 para aportar nuevos aires culturales a la grisura de nuestro país.

"Desde que me hice autónomo y entré en el mundo de la jubilación, a pesar del maltrato al que somos sometidos por la seguridad social los escritores, digamos que dispongo de más tiempo. Y hay que estar ocupado. Pero eso no significa que cada año escriba un libro", dijo en una entrevista con El Cultural, donde además reconoció que las novelas policiales le solían llevar un año prepararlas y otro escribirlas. Para las "literarias" necesitaba más tiempo.

En la misma entrevista, que coincidió con la promoción de la novela O calle para siempre, se deshizo en halagos para su amigos Fernando Savater, con el que compartió cabecera en El País hasta la salida de este en enero de 2024. "Fernando es uno de los amigos más generosos que yo he tenido. Es un pequeño homenaje a una persona tan valiente como él".

En Siruela, su editorial de cabecera en los últimos años, publicó Mediodía en el tiempo (2023), En la cama con el hombre inapropiado (2020), Los poderosos lo quieren todo (Premio de la Crítica de ­Madrid 2016), Un peso en el mundo (2015), Mentiras aceptadas (2013), El esperado (2012), La mirada (2010) y El amor verdadero (Finalista del Premio Libro del Año 2010 concedido por los libreros de Madrid). También firmó la novela juvenil La cabeza del durmiente (2006), y fue editor y prologuista de 25 cuentos populares españoles (2021).

Fue presidente y profesor de la Escuela de Letras de Madrid durante los primeros cinco años de existencia de la entidad. Pronunció numerosas conferencias, dirigió seminarios e impartió clases de literatura en diversas universidades.