La Virgen Cabeza es una novela saco, o quizá un cajón de sastre en el que, como decía Baroja al tratar de delimitar el género, cabe todo. La definición barojiana implica, además, desorden y cierta confusión, términos que se ajustan como un guante a la obra de Gabriela Cabezón Cámara (San Isidro, Argentina, 1968).
La Virgen Cabeza
Gabriela Cabezón Cámara
Random House, 2025. 190 páginas. 18,90 €
La novela es, en efecto, un texto anárquico, nebuloso, desconcertante y, por si fuera poco, difícil de entender por su excesivo localismo. Aun así, esta reedición —la obra se publicó originalmente en 2009— no ha perdido actualidad.
La acción se sitúa en la villa El Poso, donde una travesti llamada Cleopatra (cuyo nombre de pila era Carlos Guillermo) asegura que se le aparece la Virgen María. Por ello, Cleo deja de prostituirse y se presenta como vidente con la intención de solucionar los conflictos de la villa. Muchas personas acuden a ella, tanto vecinos como visitantes externos, algunos incluso famosos.
Cuando Cleo alcanza cierta popularidad, Catalina —conocida como Qüity— acude a El Poso para cubrir la historia. Es una periodista locuaz, fascinada por las narrativas marginales. En su contacto con Cleo, Qüity se enamora de ella y ambas inician una relación que roza lo inverosímil.
En el relato hay espacio para los milagros (o algo similar), para la poesía y para músicas como la cumbia, el reguetón y otros ritmos "emputecidos" [sic], que exigen fiesta, drogas y perreo. La narradora recoge, por ejemplo, versos como: "bailen cumbia cumbianchero / Que llegó el fumanchero / fumando de la cabeza / empinando una cerveza".
'La Virgen Cabeza' es un texto anárquico, nebuloso, desconcertante y, en ocasiones, difícil de entender
También aparecen elementos como la policía corrupta, celebraciones desbocadas, un estanque con peces para alimentar al barrio, actitudes fronterizas, rebeliones populares, críticas al sistema, dolor, drogas de todo tipo y sexo fluido, desinhibido y abundante.
Qüity, que empieza con Jonás y termina con Cleo, oye decir a su exnovio: "Estás cada vez menos prejuiciosa, primero te cogiste a un negro como yo y ahora te agarró un lesbianismo bizarro: te querés garchar a una negra travesti, [alguien que] antes de ser famosa por la Virgen, ya era famosa por la anaconda que tiene".
La narración corre a cargo de Qüity y Cleo, aunque predomina la voz de la periodista, quien hace constantes referencias al libro que está escribiendo y que es, a su vez, el que el lector tiene en sus manos. Esta autoreflexividad, junto con la mezcla de prosa y verso o de castellano e inglés, aporta un interesante juego ficcional. Sin embargo, choca con un localismo muy marcado que dificulta la comprensión del texto.
La Virgen Cabeza está repleta de referencias culturales argentinas que dificultan la lectura para un público español, especialmente cuando se suman el estilo barroco, el mensaje críptico y una escritura cercana a lo automático, salpicada de lunfardo y de inconsecuencias que evocan un estado alucinatorio.
