Mario Vargas Llosa, el escritor en español más importante del último siglo, ha fallecido este lunes a los 89 años de edad. En las últimas horas, el mundo de la cultura y las instituciones —de la Casa Real al presidente del Gobierno, pasando por el Ministerio de Cultura, la RAE y el Instituto Cervantes— se están despidiendo del autor premiado con el Nobel de Literatura mediante comunicados y mensajes en redes sociales.
En declaraciones a este medio, Fernando Savater recuerda que fueron amigos durante muchos años, concretamente desde 1993, cuando Vargas Llosa ganó el Premio Planeta por Lituma en los Andes y él fue finalista con El jardín de las dudas. "Aunque tiene cinco o seis novelas absolutamente inolvidables, era su personalidad lo que más me impresionaba de él: su generosidad, su desprendimiento, su vasta cultura y su conversación. Ser su amigo es como si me hubieran dado el Nobel a mí", asegura el autor de Ética para Amador, El valor de educar y Carne gobernada.
Para el escritor Luis Mateo Díez, Premio Cervantes 2023 y compañero de la RAE, Vargas Llosa deja "el vacío de alguien que representaba muy bien la herencia de la gran narrativa del XIX y del XX", declara a El Cultural. "Se contagiaba de experimentalismos y de vanguardias y fluía con una naturalidad sorprendente. Contaba efemérides importantísimas del mundo en general, del hispánico en particular", continúa Díez. "Hacía un uso del lenguaje de gran expresividad y era un escritor exuberante, de esos autores grandiosos, con una obra extensa y prolífica, con muchos territorios del pensamiento y del compromiso político".
Díez señala La ciudad y los perros como su novela favorita del nobel hispanoperuano — "me fascinó y me dejó muy marcado"— y de sus ensayos sobre literatura destaca La verdad de las mentiras. Sobre su papel en la RAE, el escritor leonés afirma que "Mario asumía mucha responsabilidad en la Academia, era difícil que fallara en las sesiones de trabajo y en los plenos. En esos puntos compartí con él una gran amistad, era un hombre educado y de una humanidad enorme".
"Quizá el rasgo que mejor define la vida de Mario Vargas Llosa es que abrazó el mundo sin reservas ni condiciones", señala a El Cultural, aún consternado por la noticia, el escritor Alonso Cueto, amigo y compatriota de Vargas Llosa.
"La primera etapa de su vida se vio inundada por el amor incondicional de la familia de su madre, una fuerza que iba a darle una dirección y una consistencia que siempre mantuvo. Cuando apareció su padre, no dejó de abrazar la realidad pero también se lanzó a la búsqueda de los paraísos de la ficción", continúa Cueto.
"En esa búsqueda sus lectores lo descubrimos. En sus libros, aparecían personajes y escenarios que iban a cambiar nuestra percepción de la realidad. Allí conocimos para siempre al Jaguar y a Jum y a Fushía y a Santiago Zavala. Allí pudimos ver también los sertones brasileños, los ríos de Santa María de Nieva, las plazas y calles de Lima y también los salones, baños y dormitorios donde aparecía la vida secreta de todos sus protagonistas".
En opinión de Cueto, "desde los años sesenta, con esos libros, algo fundamental cambió en la narrativa en español. El lenguaje atravesó los tiempos y los espacios. Los personajes pasaban de sus gestas más notables a sus vergüenzas más íntimas. La ciudad de Lima se ofrecía en el variado esplendor de su miseria. Los héroes anónimos, esos desposeídos —Jum, Ambrosio, el Consejero y tantos otros—, nos conmovieron como pocas personas de la vida real. Pero estas personas siguen con nosotros. La generosidad de su autor los ha dejado como un testimonio. Hoy me parece que ellos también están consternados por su ausencia. Lo miran con la gratitud de quienes le deben una vida eterna. Nosotros seguiremos leyendo en ellos —en sus contradicciones, en sus heroísmos, en su lenguaje, en sus peripecias vitales—, los rasgos de la vida que acaba de terminar y de renovarse".
Por su parte, su amigo y compañero en la Real Academia Española Arturo Pérez-Reverte ha recordado a Vargas Llosa en X con una fotografía en la que aparecen ambos junto al escritor Javier Marías, fallecido en 2022. En el texto que acompaña la imagen, afirma: "Como decía el torero Luis Miguel Dominguín, siempre queda uno para contarlo. Aunque al final siempre hay otros que acaban por contar al que lo cuenta. Son las viejas reglas".