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Uruguaya de nacimiento y colombiana de adopción, Fernanda Trías (Montevideo, 1976) se dedica de lleno al mundo de las letras. No solo ejerce como profesora de creación literaria y como traductora, sino que además es escritora. En este ámbito, a Trías se la conoce por libros como La azotea (2001), Cuaderno para un solo ojo (2002), No soñarás flores (2016) o Mugre rosa (2020), una novela distinguida en México y en Uruguay, países en los que, respectivamente, consiguió los premios Sor Juana Inés de la Cruz (2021) y Nacional de Literatura (2020).

Mugre rosa sorprendió con un argumento distópico y de carácter profético tras su publicación en tiempos previos a la pandemia. La protagoniza una mujer que sobrevive en una ciudad portuaria afectada por una niebla tóxica que obliga al confinamiento de sus habitantes. El pasado del personaje y su presente como cuidadora de un niño aquejado de una glotonería desmedida introducen en la historia distintos ámbitos y niveles de lectura reveladores de un mundo “donde todo está a punto de hundirse, aunque sostenido por los hilos débiles de la memoria, la ternura, la solidaridad y el esfuerzo para llegar a un lugar donde la vida sea otra cosa”, como señala Piedad Bonnet en el prólogo.

Salvando las distancias, en El monte de las furias encontramos algunos elementos comunes. Aquí, una mujer que no tiene nombre vive en la ladera de una montaña, donde se dedica a cuidar los linderos. Habita una casa pobre y apenas tiene relación con el Celador, un hombre que la desdeña en parte, aunque en parte se preocupa por ella.

El monte de las furias

Fernanda Trías

Random House, 2025

241 páginas. 18,90 €

Desde allí, incluso en el interior del mismo monte, el mundo se revela cada vez más industrializado. Lo delatan las máquinas, los ruidos y las camionetas blindadas, responsables de crear una atmósfera inclemente e inquietante. Un día, en el jardín de la mujer aparece un cadáver que inmediatamente es enterrado ante la creencia de que se trata de un problema puntual. La presencia de nuevos cuerpos, sin embargo, revelará que no es así.

La protagonista de El monte de las furias, y esto es significativo, escribe en unos cuadernos sobre su pasado. Así conocemos que tuvo una infancia difícil porque sufrió el maltrato de su madre, porque no pudo estudiar –como habría sido su deseo– al tener que ocuparse de la casa, y porque, como consecuencia de todo ello, maduró deprisa y antes de lo razonable. Pasado el tiempo, además, tuvo un hombre del que se separó y supo de su infertilidad, problema que ella siente como auténtico menoscabo.

La novela de Trías es una crítica demoledora de un mundo que se rompe en pedazos ante la indolencia de todos

La novela, como sucediera con Mugre rosa, es altamente metafórica. En ella se parte de una figura que arrastra un trauma (las actitudes de la madre son despiadadas), que convive con una soledad no del todo deseada y a la que domina la necesidad de dar amor (también de recibirlo) y de cuidar a alguien. Por eso lo intenta con la Revivida, de la que no llegamos a saber si tenía una mínima brizna de vida. Además, también son simbólicos los cadáveres, que aparecen sin motivo ni explicación (¿se alude con ellos a los desaparecidos en la América Latina?), como también lo son la montaña y las exiguas relaciones que en ella entabla la mujer.

En la obra observamos una crítica manifiesta hacia distintas facetas de nuestra contemporaneidad: hacia una sociedad industrializada en exceso que se desentiende de los individuos, hacia un capitalismo desmedido que amenaza con ahogarnos, hacia unas prácticas perversas contra la naturaleza y el medio ambiente, hacia la brutalidad humana y la falta de misericordia…, en definitiva, hacia un mundo que se rompe en pedazos ante la indolencia de todos.