Antonio Muñoz Molina / Foto: Ivan Giménez / Seix Barral.

Antonio Muñoz Molina / Foto: Ivan Giménez / Seix Barral.

Letras Lo mejor de 2023

Antonio Muñoz Molina sobre 'No te veré morir': “Esta novela resume lo que me importa”

  • Tras contar “sin inventar aquello que he vivido” en sus últimos libros, porque dice no saber qué es eso de “autoficción”, el escritor ubetense volvía este año a la pura ficción con la elegida por nuestros críticos como la mejor novela de 2023.
  • Las mejores novelas españolas de 2023
20 diciembre, 2023 01:57

El título del libro es un verso de uno de los poemas más tristes de Idea Vilariño : ¿“marca” quizás el tono de la novela?

Absolutamente, casi por anticipado. Este poema ha ido conmigo mucho tiempo, de una manera que solo pueden ir los poemas y las canciones. El último verso siempre me ha sobrecogido. Había empezado los primeros borradores de la novela y el verso apareció como un título inapelable, porque la resumía entera, antes de estar escrita.

El libro aborda el amor en la vejez: ¿es la misma pasión de la juventud, o puede enriquecerse por el peso de la memoria?

La pasión amorosa, como la belleza, o como el amor por la literatura, pueden hacerse más profundas con el tiempo, dejando a un lado evidentes limitaciones biológicas, que pueden no ser un impedimento. Uno ama en cada momento con todo lo vivido, igual que escribe.

¿Cómo ha logrado condensar en menos de 250 páginas una historia que recorre el siglo XX?

Pues no lo sé. Todo fue saliendo impremeditadamente. Yo tenía en la cabeza ese encuentro entre los dos, en una habitación del barrio de Salamanca, hacia 2017, y los hilos empezaron a expandirse, y yo a seguirlos, con una conciencia muy clara de que la intensidad que buscaba, o que me impulsaba, sería incompatible con una extensión excesiva.

¿Es No te veré morir el más intenso y poético de sus relatos?

Es como si hubiera podido resumir todo lo que me importa, en la vida y en la literatura, y en ese grado de concentración ha de entrar inevitablemente la poesía.

La primera parte del libro, 73 páginas, no tiene un solo punto. ¿Fue una decisión premeditada?

Ay, esas cosas no pueden premeditarse. Empecé y seguí, y probé a ver hasta dónde llegaba, con la conciencia de que el texto tendría que ser siempre inteligible y respirable para el lector, y también de que no podría escribir así la novela entera, que se derrumbaría por completo. El sentido de esas páginas es relatar el estado de conciencia de alguien que se acerca a un momento decisivo, y de paso mostrar mi propia incandescencia mental mientras las escribía.

¿Qué tiene de cervantina su novela?

Cervantes fundó los términos de la mayor parte de las novelas: el contraste entre el ensueño y la realidad, el peligro del exceso de literatura. La ficción nos alecciona sobre los peligros de entregarnos a ella sin espíritu crítico. No hay gran novela en la que no esté presente esa tensión.

No estaba muy seguro de la novela, por sus rarezas formales, por la edad y la condición social de los protagonistas

 ¿Y cuánto hay de constatación de las trampas de la memoria?

Ahí intervienen mi afición por la neurociencia y mi propia experiencia. La memoria consciente es una mala memoria, llena de vacíos y de trampas, de puras invenciones. La verdad (siempre aproximada) está en documentos inmediatos -diarios, cartas, si no son embusteros a propósito- o en esas iluminaciones que encontramos en algunos sueños, o en las sensaciones corporales, las del olfato y el gusto, sobre todo, como bien nos contó Proust.

¿Se puede vivir amando “con todos los amores que hay en el amor” impunemente? ¿Con qué consecuencias?

Eso depende. Puede haber amores destructivos, o al menos calamitosos, y amores que lo mejoren a uno y lo acompañen a lo largo de la vida.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la respuesta del público y de la crítica ante esta novela?

El calor y la convicción de muchos lectores. Yo no estaba muy seguro de la novela, por sus rarezas formales, por la edad y la condición social de los protagonistas. De hecho la tuve guardada durante ocho meses, sin mirarla, sin enseñarla a nadie. Cuando la transcribí, corrigiéndola, en el ordenador, se la enseñé a mi mujer, pensando que quizás no le gustaría, lo cual me habría hecho devolverla al célebre cajón. 

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