¡Buenos días!

Han estado a punto de ganar estos poemas:

Marta

Se desmaya la danza de las yedras / los amaneceres perlan besos de sol / la lluvia busca redimirse entre las llamas

Muy bueno ese “desmayo” inicial, envolvente dentro de lo que nos evoca, con esa seductora “danza de las hiedras” que parece trepar por el interior del poema. El resto es un brillante desarrollo metafórico, desde una elegante sencillez, antes del gran final.

Brujoavería

Antes del incendio muerdo la madera, / astillas que cosen heridas, / entiendo el verbo de las cenizas.

Poema muy físico desde su planteamiento, con esa “madera mordida”, sí, “antes del incendio”: ¿incendio del lenguaje, real, de la propia vida? El resto del poema nos ofrece interesantes respuestas, a través de imágenes abiertas en interpretaciones hondas. Bien.

Fendetestas

Tuvimos que quemar octubre / y dormir un sueño de cenizas / hasta que se alzó el canto de la piedra en la mañana.

Ese comienzo colectivo, partiendo de un pasado compartido que todavía nos envuelve con su “quema”, pone el nivel alto ya al comienzo. Después tenemos un “sueño de cenizas” con bastante fuerza evocadora, antes del rotundo y enigmático verso de cierre.

Pero el ganador es

Entelequio

Bailábamos descoordinados / Al son de una música silenciosa / Deseando apaciguar de una vez a los demonios que nos separaban.

En ese comienzo ya está todo: “Bailábamos descoordinados” es una hermosa forma de nombrar la posible historia de un amor, más allá de esa “música silenciosa” —que puede ser la vida—, sin escuchar los “demonios que nos separaban”. Tono de línea clara pero con grietas de profundidad por las que emergen emociones duras. Buen enfoque.

Tema de la semana: “El aguacero”. No puede sorprendernos. Cae sobre nosotros como una exhalación de tiempo líquido. Estamos ya muy hechos a los cambios: del calor del desierto, con fondo de calima incandescente, a una lluvia en torrente tropical. Escribamos de esto, en 3 versos y no más de 140 caracteres: sobre los aguaceros que nos limpian, nos purifican, y hasta pueden salvarnos; pero también de otros que arrastran nuestra vida, que la dejan desnuda y con la piel arrasada de humedad. Escribamos sobre los aguaceros en sentido objetivo y figurado, antes de que lleguen.

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