Retrato de Hergé realizado por Andy Warhol en 1977. Foto: Archivos Gulbenkian © Pedro Pina

Retrato de Hergé realizado por Andy Warhol en 1977. Foto: Archivos Gulbenkian © Pedro Pina

Letras

Más allá de Tintín: llega a España la mayor exposición sobre Hergé, el padre del cómic europeo

Cita ineludible para tintinófilos: tras su paso por París, Quebec o Lisboa, aterrizan en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los valiosos fondos del Museo Hergé de Bélgica

5 octubre, 2022 03:13

Con la muerte de la longeva reina de Inglaterra, la sensación de que todo pasa y nada permanece se apodera de todos nosotros. Pero Tintín todavía parece un refugio seguro frente a la tiranía de lo efímero. A lo largo de casi un siglo, millones de personas han crecido leyendo las aventuras del personaje más popular del cómic europeo, y sus seguidores más fieles, ya en la edad adulta, nunca dejan de regresar a ellas.

Los tintinófilos españoles están de suerte. A partir del próximo 5 de octubre tienen una cita en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que presenta Hergé. The Exhibition. Comisariada por el Museo Hergé de Louvain-la-Neuve (Bélgica) –el único museo de Europa dedicado exclusivamente a un autor de cómic–, se trata de la mayor exposición dedicada al maestro de la línea clara, estrenada en el Grand Palais de París en 2016. Tras su paso por Quebec, Dinamarca, Seúl, Shanghái y Lisboa, llega a España de la mano de Sold Out, la promotora responsable de llevar también al Círculo la monográfica sobre Stanley Kubrick hace unos meses.

Con más de 250 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, los 24 álbumes de la obra magna de Hergé (Bruselas, 1907-1983) han sido traducidos a un centenar de idiomas. Pero más allá de Tintín, la exposición nos muestra cómo el joven Georges Remi se convirtió en Hergé (su nombre artístico surge de la pronunciación en francés de sus iniciales invertidas, R. G.), y nos descubre todas las facetas de un creador que se desenvolvió con naturalidad en disciplinas como la ilustración, el cómic, el diseño de moda, la publicidad y las artes plásticas. Para ello, la exposición cuenta con los valiosos fondos del Museo Hergé: páginas originales, bocetos, pruebas de impresión, dibujos descartados, fragmentos de películas, maquetas y obras de arte de su colección personal y otras realizadas por él mismo en los años sesenta.

El universo de Tintín ocupa evidentemente el grueso de la exposición, pero también hay sitio para otras creaciones de Hergé mucho menos populares. Entre ellas figuran Quique y Flupi, dos golfillos de las calles de Bruselas basados en sus propios juegos y aventuras de niñez; y Jo, Zette y Jocko, dos hermanos y un mono cuyas historias fueron encargadas por la revista francesa Coeurs Vaillants y a los que Hergé nunca se sintió tan apegado como a su célebre reportero.

Cartel publicitario realizado por Hergé en la década de 1930. Foto: Archivos Gulbenkian © Pedro Pina

Cartel publicitario realizado por Hergé en la década de 1930. Foto: Archivos Gulbenkian © Pedro Pina

Superando estereotipos

Tintín es un caso paradigmático de personaje de ficción que se funde con su creador en el imaginario colectivo. En parte se explica porque ambos, Hergé y Tintín, comparten rasgos físicos –la cara redonda, el pelo claro, los pequeños ojos vivaces– y hasta biográficos, como el oficio periodístico o su amistad con Tchang Tchong-jen, el joven estudiante chino de Bellas Artes que le inició en la cultura del país asiático y le salvó de incurrir en El loto azul, la quinta aventura de Tintín, en la misma clase de estereotipos que el gran maestro de la línea clara había reflejado en sus primeros álbumes sobre la Rusia comunista, el Congo colonizado o una Norteamérica de gángsteres, indios y vaqueros.

Un enfoque, viciado por su juventud y por el condicionamiento ideológico de sus empleadores –el diario católico conservador Le Vingtième Siècle–, que ha convertido en los últimos años al autor belga en foco de numerosas críticas e incluso de quema de libros –curiosamente, a manos de un consejo de escuelas católicas de Canadá, en un gesto de “reconciliación” con las naciones primigenias supuestamente ridiculizadas–.

En la mencionada El loto azul, obra a la que se dedica un espacio propio en la exposición, Hergé agradeció a Tchang sus decisivas aportaciones convirtiéndolo en el mejor amigo de Tintín tras salvarle este de morir ahogado.

Georges Remi antes de Hergé

La infancia del autor coincidió con la Primera Guerra Mundial y sus primeras ilustraciones, en los márgenes de los libros de texto, están influidas por ella. Tras su paso por el colegio católico de Saint-Boniface, y tras publicar algunas tiras e ilustraciones en revistas del movimiento scout al que pertenecía –sus valores, como el compañerismo y el espíritu aventurero impregnarían la personalidad de Tintín–, Hergé comenzó su carrera en Le Vingtième Siècle.

Allí le encargaron la puesta en marcha de un suplemento juvenil, Le Petit Vingtième, donde vieron la luz las ocho primeras aventuras del personaje: Tintín en el país de los Soviets, Tintín en el Congo, Tintín en América, Los cigarros del faraón, El Loto Azul, La oreja rota, La isla negra y El cetro de Ottokar.

Tras la ocupación alemana de Bélgica, en 1940, ambas publicaciones fueron cerradas y Hergé encontró trabajo en el diario Le Soir de Bruselas, donde creó otro suplemento juvenil, Le Soir Jeunesse. Allí continuaron publicándose las aventuras de Tintín hasta julio de 1941, y después aparecieron diariamente en las páginas del periódico.
Su relación con Le Soir y otros diarios que eran meros altavoces de las fuerzas de ocupación nazis le causó serios problemas a Hergé tras la liberación. Fue arrestado e interrogado varias veces en 1944, acusado de colaboracionista, y no fue absuelto oficialmente hasta mayo de 1946, cuando recibió su certificado de buena ciudadanía.

Irónicamente, durante la Segunda Guerra Mundial fue cuando Hergé alcanzó la cumbre del éxito y la madurez como dibujante. La editorial Casterman publicó sus álbumes con cifras de récord. Por esta época, convencido por su editor, incorporó color a sus obras, configurando su distintivo estilo de colores planos sin gradaciones ni sombras, y revisó sus primeros álbumes de cara a nuevas ediciones, tarea en la que contó con la ayuda del ilustrador Edgar P. Jacobs.

En esos años nació el Capitán Haddock, uno de los más populares de su galería de personajes, que hizo su debut en El cangrejo de las pinzas de oro. También creó en esta época al resto de personajes habituales de la serie, como el profesor Tornasol, los detectives gemelos Hernández y Fernández y la diva de ópera Bianca Castafiore.

En 1946, en la cima de su popularidad, Hergé fundó la revista Tintín, donde aparecieron de forma serializada las nuevas aventuras del personaje. En 1950, cuando empezó a trabajar en Aterrizaje en la Luna, un episodio complejo que requería mucha técnica y documentación, el autor fundó Studios Hergé y se rodeó de colaboradores para este proyecto y los siguientes.

Arte y publicidad

Años antes, en la década de los treinta, Hergé había fundado el Atelier Hergé-Publicité, donde desarrolló otra de sus facetas menos conocidas, la de ilustrador publicitario. En una de las salas de la exposición podrán verse algunos de sus trabajos para grandes marcas belgas junto a José De Launoit, antiguo compañero de colegio y de trabajo que fue quien le introdujo en el sector de la publicidad. Estos carteles son una lección de diseño gráfico, caligrafía, color, composición del espacio y simplicidad en el mensaje. En esta sala también se muestra otro de los proyectos poco conocidos de Hergé: los dibujos promocionales de Tim L’Écureuil (la ardilla Tim), con un estilo muy próximo a Disney.

Entre los detalles más vistosos de la exposición figuran asimismo una maqueta del Castillo de Moulinsart, la lujosa residencia del capitán Haddock que acabó siendo también la de Tintín y el profesor Tornasol, o un diorama del observatorio de La estrella misteriosa.

Como conocedor y amante del arte contemporáneo, a Hergé le disgustaba la escasa consideración artística que tenían los tebeos en su época. Su trabajo era aclamado internacionalmente, pero no era reconocido como verdadero arte.

Composición sin título realizada por Hergé en 1960. Foto: © Hergé-Moulinsart 2022

Composición sin título realizada por Hergé en 1960. Foto: © Hergé-Moulinsart 2022

Uno de los aspectos más interesantes de Hergé. The Exhibition es que ofrece la rara oportunidad de ver sus incursiones en la pintura en la década de los sesenta, con un estilo moderno muy influido por las corrientes de su tiempo. Unos lienzos llenos de color en los que la abstracción se funde con la figuración, con influencias de Modigliani, Klee o Miró. No obstante, el éxito de Tintín eclipsó sus intentos por hacerse un hueco en el mundo del arte contemporáneo.

La formación de Hergé en el arte y su historia se fortaleció desde sus inicios en el diario Le Vingtième Siècle, donde leyó artículos sobre pintura y escultura de artistas contemporáneos y también del pasado, desde el arte precolombino hasta Van Gogh, pasando por Durero o Goya, así como textos sobre exposiciones en los museos más importantes de Bélgica.

De este modo, y también a través de su red de amigos y conocidos, Hergé fue ampliando sus conocimientos artísticos y creando un banco de imágenes personal que fue nutriendo a lo largo de los años su trabajo en Las aventuras de Tintín. Además, su creciente interés por el arte le hizo convertirse en coleccionista. En la exposición podremos ver, además de las pinturas que él mismo realizó y algunas de las que formaban parte de su colección, el retrato que le hizo Warhol en 1977 y que encabeza estas páginas.

Hergé era un apasionado del cine, circunstancia que también tiene su reflejo en la exposición. Las películas de Chaplin, Buster Keaton y el expresionismo alemán despertaron su vocación por contar historias. Tomó trucos de los novelistas y los cineastas, como las elipsis, el gag, el MacGuffin, los juegos de palabras, el humor y el desarrollo de la psicología de los personajes. De esta manera creó un lenguaje propio en el que palabras e imágenes se combinan de manera armoniosa y efectiva.

“¿Cómics en el año 2000? Creo, espero, que (¡por fin!) sean reconocidos plenamente [...], que se hayan convertido en un medio completo de expresión, como la literatura o el cine”, dijo Hergé en una entrevista concedida en 1969. Hoy vería con satisfacción cómo el universo de la historieta, incluida su obra, ha ido conquistando en los últimos años los museos más prestigiosos del mundo.