¡Buenos días!

Estuvieron a punto de ganar estos poemas:

Giulia

Yo soy la soledad de los páramos / y el fuego gélido de esta noche sin fin; / soy el temblor de la sed en los labios del brezo

Esa afirmación dota de autoridad al poema en todo cuanto nos va desgranando a través de imágenes oníricas y muy plásticas, como esa “soledad de los páramos”, para abrirse después a una sutileza en la expresión del intimismo del sujeto poético. Buen final.

Elizeus

Te hago sentir carbones en las entrañas/ Para que masques del horizonte sus huesos/ Y se pudra la miel que te rodea.

Poética corporal en este poema que ya nos hace “sentir carbones en las entrañas” en cuanto comenzamos la lectura, para extenderse luego a otros ámbitos más existenciales, pero siempre a través de una escritura muy plástica, antes del misterioso cierre. Bien.

MCPavón

Cansado de transigir/ deambula el sentimiento/ buscando límites.

Aquí es la idea así, expuesta claramente, la que potencia una expresión poética mediante la personificación del concepto. En ese “deambula” está la intensidad y el misterio de lo que se nos dice. Los límites se convierten, también, en una frontera del poema.

Pero el ganador es

Nuredduna

besos de neón del todo impronunciables / viajan en tacón de aguja carmesí / sobre un viejo campo de minas

La potencia visual de las imágenes y la contraposición de campos semánticos dispares, o de universos que imaginamos alejados entre sí, como esos “besos de neón” o los “campos de minas”, dan fuerza a este poema. El viaje interior que protagonizamos al leerlo tiene potencia y nos va conduciendo del enigma de vivir a la certeza de morir.

Tema de la semana: “Las primeras veces”. Podemos evocarlas, tocarlas con la hebra de un recuerdo. Escribamos sobre nuestras primeras veces, ahora que todo parece a punto de tensar el principio del fin. Como siempre, desde todos los registros poéticos, en 3 versos y no más de 140 caracteres. Escribamos poesía fundacional que también nos sane, en parte, de esta desolación que parece rodearnos. Vamos a recordar que también la inocencia se puede rescatar, si somos capaces de nombrar nuestras primeras veces.