Poeta y periodista, Raúl Rivero (Morón, Cuba, 1945) ha muerto hoy en Miami, dieciséis años después de partir al exilio, víctima de un paro cardiaco ocasionado por el cáncer de pulmón que padecía desde hacía años. Y lo ha hecho, según ha explicado a la agencia Efe su amigo Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia, “escribiendo hasta el último día”, dando voz a represaliados y exiliados que sabían que en él encontraban un hombre bienhumorado , talentoso, culto y justo, capaz de jugársela por defender la libertad.

Con apenas quince años, poco después del triunfo de la revolución en 1959, se alistó a un batallón de milicianos y marchó a combatir a las montañas del Escambray contra los alzados anticastristas. Rivero perteneció a las primeras generaciones de periodistas que en los comienzos del castrismo se graduaron en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana. En 1966, fundó de la revista cultural El Caimán Barbudo y fue también corresponsal de la agencia Prensa Latina en Moscú entre 1973 y 1976, volviendo después a Cuba, donde se encargó de la dirección del servicio de ciencia y cultura de la agencia.

Fue el principio del fin: hostigado por el régimen, en 2003 fue condenado a veinte años de cárcel por realizar supuestamente actividades subversivas encaminadas a afectar la independencia e integridad territorial de Cuba, escribir contra el gobierno, haberse entrevistado con un diplomático estadounidense, y organizar reuniones subversivas en su domicilio. Tras pasar un año y medio en prisión, en terribles condiciones, en "una celda de castigo donde solo podía caminar seis pasos. Ese fue mi hogar durante un año, entre la primavera del 2003 y el inviernillo cubano del 2004, cuando estaba seguro de que ese era el lugar donde me iba a buscar la muerte", recibió el Premio Mundial de la Libertad de Prensa 2004 Unesco/Guillermo Cano y fue excarcelado por razones de salud, tras una impresionante campaña de presión internacional. Seis meses después llegaba con toda su familia a España, donde se le concedió la nacionalidad en 2012.

El poeta y periodista vivió los últimos años de su vida en Miami, dando voz al exilio interior de la Isla y al exterior a través del Diario de Cuba que él mismo había creado, hasta su muerte en el hospital baptista de Kendall, donde se encontraba ingresado de urgencia desde el viernes a causa de problemas cardiorespiratorios.

Fumador compulsivo, cuando llegó a España solía contar que la experiencia más asombrosa de su brevísima estancia en estados Unidos, donde hizo escala antes de embarcarse rumbo a nuestro país tras ser liberado, fue que le hicieron abandonar la lujosísima suite del hotel que le hospedaba cuando el servicio descubrió que había aprovechado un despiste del personal para fumarse, a pleno pulmón, un puro cubano, el primero tras casi dos años de cárcel: "Me trasladaron de habitación, me metieron en un cuartucho al lado de montacargas... y cuando cerraron la puerta, encendí otro cigarro cubano, y lo gocé a pleno pulmón".

Adivinanza para mi hija

Con María Karla

¿En que se parece la libertad

a un atardecer?

No sé.

Yo a veces confundo

la caída de la noche

con la entrada del día

y hay un instante

uno solo

en el que nadie sabe

si viene o se va la luz.

He visto tres mil 227 atardeceres.

Nací en el otoño

a mediados de los ochenta.

No puedo hacer comparaciones.

Propiedad privada

Esta mujer es mía

mi instinto de animal

no me permite prestársela a un amigo.

No la comparto

ignoro si me presento ahora

como un monstruo ante ustedes

pero no cedo, no la doy

no le permito que entregue a nadie más

su corazón que a mí.



Esta mujer es mía

míos son sus afectos y sus lágrimas

su amor, su juventud

su carne, su tristeza

sus desesperaciones, sus manías

sus malas noches, sus dolores

sus amarguras y sus sufrimientos.



Esta mujer es mía

no la comparto

no la entrego

la defiendo de extraños

la resguardo de cataclismos y epidemias

la alimento y alimento a sus hijos

la abrigo y la poseo

le canto y la fecundo.



Ésta es la realidad.

Juzgadme con mesura

profundizando bien sobre estas cosas

y vamos todos a firmar este poema

en La Habana

en la década del 70

en medio de una lucha feroz por ser mejores

porque más nadie escriba nunca esta mujer es mía

como si fuera un libro o una lámpara.



Firmemos, ayúdenme a testimoniar este momento

queridos contemporáneos míos.