Hay libros aparentemente inofensivos, sin efectismos ni desgarraduras, sin puñetazos en el estómago ni excesos, que van calando en el lector hasta conquistarlo. Es el caso de Los últimos románticos, cuarta novela de la periodista, narradora y guionista Txani Rodríguez (Llodio, 1977), un relato delicado y sutil sobre una mujer solitaria, hipocondríaca y cuarentona. Convencida de sufrir una enfermedad mortal, su vida se reduce a reconocer síntomas de males incurables, y a ir de casa (frente al cementerio donde reposan los restos de sus padres) al trabajo, en una fábrica de papel en crisis.

Y, sin embargo, la protagonista, Irune, es incapaz de callar ante las injusticias y la violencia. Por eso, desde hace tiempo sufre el acoso de un vecino al que denunció por violencia doméstica, sin que el resto de vecinos haga nada. O de enfrentarse al chantaje de sus jefes por acompañar a unos huelguistas en su protesta. Su único sueño es viajar. Y Miguel María López, la voz que busca, a veces durante horas, para informarse sobre trenes y viajes.

Sin embargo, lo que podría haber terminado como un deprimente relato de soledades y derrotas es una historia de segundas oportunidades, fe en la vida y exaltación de la naturaleza. Con una prosa sencilla, sugerente y cuidada, no exenta de poesía, Rodríguez se confirma como una autora a tener en cuenta.