El escritor y periodista José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930), ganador del Premio Cervantes y del Premio Nacional de las Letras, ha muerto este lunes a los 89 años de edad en Valladolid, a causa de un infarto, según han comunicado a Efe fuentes próximas a la familia.

Publicó un centenar de obras literarias y cultivó los géneros de la novela, el cuento, el ensayo, la poesía y el diario. En 1988 recibió el Premio Castilla y León de las Letras y un año después ganó el Premio de la Crítica por El grano de maíz rojo.

En 1992 obtuvo el Premio Nacional de las Letras españolas y, en 1999, la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. Su mayor reconocimiento llegó en 2002 con el Premio Cervantes, el galardón literario más prestigioso de la literatura en español. Desde 1998 fue patrono de la Residencia de Estudiantes y del Instituto Cervantes. Su obra completa fue traducida al francés en 1999 y tiene obras traducidas a otros idiomas como el inglés, el checo, el italiano y el islandés.

Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras por las Universidades de Valladolid y Valencia, Jiménez Lozano obtuvo el título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid. En 1962 ingresó como redactor en El Norte de Castilla, diario del que fue nombrado subdirector en 1978 y que dirigió desde 1992 hasta su jubilación. También fue colaborador de medios nacionales como ABC, El País y La Razón, de varios diarios locales y de la revista Destino. Por su labor periodística recibió el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes.

En paralelo a su trabajo como periodista, Jiménez Lozano comenzó pronto su trayectoria literaria, con una prosa sencilla y de corte clásico. "La literatura de Jiménez Lozano rebosa optimismo, pero sería más exacto hablar de esperanza, de apertura hacia el futuro, de confianza en la plenitud del ser", destacó de él el crítico Rafael Narbona, y alabó que su escritura no hubiese sucumbido al pesimismo existencial de nuestra época. En otra ocasión reseñó su Guía espiritual de Castilla, escrita con el propósito de "adentrarse en el alma de un territorio, explorar unas tierras cuya identidad cultural se ha forjado en el crisol de tres culturas".

Por su parte, Manuel Hidalgo lo describía así: "Con aires de brillante periodista de provincias y de leguleyo de pueblo, Jiménez Lozano, por vocación o por destino, o por las dos circunstancias, sigue interpretando el papel de paseante rural que se detiene a ver a las cigüeñas en el campanario y a hablar con los viejos en la solana. Y, luego, a sus cosas, que son leer y escribir sin descanso".