María Sánchez. Foto: archivo personal de la autora

Su nombre empezó a escucharse en los círculos culturales cuando en 2017 publicó su anterior poemario, Cuaderno de campo. Hija y nieta de veterinarios, María Sánchez (Córdoba, 1989) es la primera mujer de su familia en dedicarse a esta profesión. "Trabajo en cerca de noventa ganaderías repartidas por toda España y Portugal -cuenta-. Paso muchos días fuera de casa". Licenciada en 2014 esta joven que viaja sola en su furgoneta por la España más rural está especializada en caprino de leche. "De hecho, la raza con la que trabajo se llama florida. Tiene un nombre muy poético porque los pastores del Guadalquivir se lo pusieron porque les recordaba a un campo de flores en primavera", explica.



Por las noches, María Sánchez escribe. "Siempre escribo cansada", tercia ahora. "Renuncio a mi tiempo libre la mayoría de los casos para dedicarme al otro trabajo que me hace feliz", comparte en su último trabajo, Tierra de mujeres (Seix Barral). Un ensayo personal sobre la mujer en el campo que, ya desde su título, muestra una declaración de intenciones. Un espacio para esa otra mitad de la población que trabaja y cuida la tierra y que ha sido silenciada durante años. Y lo hace empezando por las mujeres de su propia familia. Una "excusa" para que ellas se sientan reconocidas y respaldadas.



A partir de su día a día, del contacto con otros hombres y otras mujeres, Sánchez disecciona cómo el feminismo, poco a poco, va calándose en el ámbito rural al que ella pertenece. "Vamos a tardar un poco más en la lucha, en que la gente se haga consciente porque tenemos otras formas, ritmos y tiempos de vida".



Acostumbrada a viajar sola en su furgoneta por esa España interior, la escritora reconoce que a veces se siente algo extraña no tanto en su oficio, en donde ella misma habla abiertamente sobre estos asuntos con los ganaderos que visita -"es una cuestión de educar y plantar una semilla", dice-, sino durante sus rutas cuando se detiene en algún bar. "Bares que están llenos de hombres, la mujer suele estar en la barra, detrás, o en la cocina, y se creen con la libertad de preguntarte si esta furgoneta es tuya, que a qué vienes, a dónde vas, que qué haces viajando sola"... No obstante, incide, "donde más situaciones machistas he vivido ha sido en el mundo cultural y muy a menudo de hecho". Comentarios que aluden a su físico y a su manera de vestir, que se cuestionan su mérito y se plantean su autenticidad. "No seré muy de campo si me pinto los labios", dicen. "Esos comentarios vienen siempre de círculos culturales que además están en las grandes ciudades".



Tierra de mujeres es también un alegato y una defensa a la vida rural. Toda una declaración de amor por los pueblos y sus tierras. "España ha sido muy injusta y más que injusta no ha sido honesta porque no le ha dado la plataforma ni el altavoz a la gente del campo ni se le ha dado importancia para que se sientan con necesidad y que pueden contar por ellos mismos la historia -analiza-. Siempre han venido los de fuera a contar del medio rural. Estamos en 2019 y todavía nos seguimos refiriendo a la gente del campo como los santos inocentes...".



Reconoce, de hecho, que le cuesta mucho encontrar referentes literarios sobre la materia. La primera que le viene a la cabeza es la portuguesa Agustina Bessa-Luís. "A mí me encantan Miguel Delibes o Julio Llamazares. Delibes era una persona que sabía mucho del campo pero iba en fin de semana a pasear, descansar... Pregúntale a mi madre si le gusta el campo... Ellas ni si quiera fueron a la escuela". Cómo se iban a sentir importantes o cómo iban a escribir, se pregunta. "Es que es muy duro, ellas no han tenido ni oportunidad de decidir qué iban a hacer con su vida. Era todo para el varón. Luego nos las han vendido como mujeres todoterreno, mujeres que podían con todo".



Para la escritora, hay que acabar con ese discurso paternalista y de superioridad que se escribe desde las ciudades. Es una estampa, dice, que deberíamos dejar detrás. "Nos han vendido la imagen de que la gente de pueblo no tiene ni idea ni valor. Pero la gente de mi familia podría comer, matar un animal, hacer un fuego. Que nos suelten a nosotros en el campo, ¿eso no es conocimiento? O ¿sabrías qué pájaro es el que acaba de cruzarse o qué animal o árbol es ese o qué planta puedes comer? Todo eso que no se aprende en el colegio ni en la universidad es cultura y es patrimonio que perdemos y que no es solo de gente de pueblo, es de todos".



"Siempre hemos asociado que la cultura es de las ciudades y que la cultura es algo de gente que escribe, que crea, de artistas -continúa-, algo que solo sucede en museos y ciudades. Para mí una persona que sabe mantener su rebaño, sin hacer daño al campo, respetando los ciclos naturales, con su propio vocabulario... para mí eso es cultura y tiene el mismo valor que un cuadro o un libro".



Fruto de la relación entre la persona, el campo y el animal, afirma, "tenemos los parques naturales y el campo que tenemos en España". Una vida, una cultura y un patrimonio que podría desaparecer. "Hoy en día estamos viviendo la invasión de las macrogranjas, la ganadería intensiva, donde se elimina por completo esa mano que cuida y esa persona que mantiene el equilibrio. Nuestros pastores y ganadores de extensivo saben perfectamente cómo tienen que cuidar el monte para que los suelos no se estropeen". Por qué arden Galicia o Portugal, pregunta, "aparte del cambio climático, porque no hay gente cuidando el campo". Y, sin embargo, "ahí tienes la macrogranja y la ganadería brutal intensiva donde la persona no es ya ni persona, es un robot. Tú hablas con un pastor que está todo el día cuidando sus cabras y que son su vida y esa leche, esos quesos, ese producto tiene una historia detrás. ¿Tú te crees que un animal que está metido en una nave que no ve la luz del sol tiene relación con el medio? Se rompe por completo el vínculo y la cadena. Y como se está fomentando esto, tenemos el problema que el 83% de las razas autóctonas de España están en peligros de extinción. Animales que estaban adaptados a su entorno y que estamos perdiendo", alega.



@mailouti