Marcus Du Sautoy

Catedrático de matemáticas en la Universidad de Oxford, Marcus Du Sautoy (Londres, 1965) es un asiduo de la prensa escrita y de los platós de televisión ingleses donde colabora en programas de divulgación científica. Autor de varios libros, entre los que se incluye Simetría. Un viaje por los patrones de la naturaleza, acaba de publicar Lo que no podemos saber. Exploraciones en la frontera del conocimiento (Acantilado), donde investiga los límites del saber. Cuenta el matemático, que ayer presentó su libro en el Espacio Fundación Telefónica, que la idea surgió a raíz del empleo que ocupa desde hace diez años, en sustitución de Richard Dawkins, como catedrático. "Algunos científicos quieren descubrir una teoría del todo -explica-, mientras que yo me lo planteé desde un punto de vista diferente, desde la otra dirección: articular algunos límites, establecer algunas preguntas que la ciencia nunca fuese capaz de responder".



Percibimos, sentimos, racionalizamos la realidad en función de nuestras propias capacidades. Sin embargo, y aunque contemos con dispositivos u ordenadores que "puedan aumentar muchísimo la potencia del pensamiento" el cerebro humano "es un elemento finito que está contenido dentro de nuestro cráneo". Por tanto, se plantea, ¿qué pasaría si el cerebro fuera infinito o tan grande como quisiéramos? "Independientemente de cuánto superhombres fuéramos, de las capacidades que tuviéramos, si el universo es infinito nunca podríamos llegar a conocerlo todo, porque al final tampoco tendríamos los medios necesarios para ello", afirma.



Dividido en siete límites o fronteras del conocimiento, en Lo que no podemos saber el matemático se cuestiona si es posible saberlo todo o si, incluso, esto sería deseable. Define su experiencia de esta escritura como "un viaje apasionante por muchas disciplinas científicas", entre las que se incluye la neurociencia, la cosmología o la física cuántica, pero también la filosofía, la religión y la sociedad. Y es que aquí no solo habla de lo incognoscible, sino que también "trata de embarcar al lector en la tarea de comprender el aspecto que tiene la ciencia a día de hoy", para lo que intenta implicarse con él, que los dos estén al mismo nivel, y hacerle "entender diferentes preguntas de diverso calado" mientras indaga en algunas nociones como el conocimiento del tiempo, el universo, la conciencia o las matemáticas. Es precisamente sobre esta última, su propia especialidad, donde establece que "hay determinados postulados sobre números de los que nunca se va a poder demostrar que son ciertos".



Entiende Du Sautoy que estos límites que existen, de hecho, "por el mero hecho de ser personas" pueden estar determinados además por la pura naturaleza de las preguntas que uno se formula o por el mismo lenguaje. "La palabra 'mesa' -desarrolla- sirve para definir muchas mesas, pero cada una de ellas tiene un material o un acabado distinto. Es bueno tener una palabra que englobe todo porque mucha información puede resultar confusa" pero "a veces tener esta sombra que puede ayudar a entender mejor los conceptos también puede hacer perder matices o cierta riqueza".



Dentro de este planteamiento, Du Sautoy señala a la conciencia como otro de esos temas a los que "la ciencia jamás podrá dar respuesta", porque su problema es más un asunto del lenguaje que científico. "¿Cómo es posible saber si mi conciencia es igual que la de otra persona?" pregunta, al tiempo que lo compara con el dolor. "Yo tengo unos dolores de cabeza tremendos pero mi mujer no los entiende porque nunca los ha padecido -analiza-. El reto del lenguaje reside en encontrar algo que nos ayude a expresar lo que realmente queremos decir, por eso tenemos música y obras de arte, porque esto nos ayuda a compartir la forma que tenemos de ver las cosas".



En su caso, como científico y divulgador explica además que el desafío de la física cuántica, expresada en lenguaje matemático, es intentar traducir ese idioma al lenguaje natural. "Muchas veces no funciona. Por eso es complicado. Mientras escribía el libro descubrí que a veces no existía un equivalente para lo que quería explicar. La física cuántica es una locura si se intenta explicar en un idioma que entienda todo el mundo pero si se intenta expresar en el suyo propio no es tan complicado".



Por su parte, tampoco los sentidos están libres de estas limitaciones. "Quizás en el universo haya cosas que nosotros como seres humanos, personas, animales, no detectemos precisamente porque no tenemos esa capacidad". Como Kant, el autor opina que solo es posible ver el mundo a través de los sentidos. "Hay otras maneras de ampliar esta percepción, a través, por ejemplo, de diferentes herramientas analíticas, pero el desafío sería saber qué partes del universo nos estamos perdiendo por el hecho de tener la anatomía que tenemos". Si Montaigne se cuestionaba si no sería su gata la que le utilizaba a él para pasar el rato y no al revés, "es posible que nunca podamos saber cómo es el universo para otro animal -contesta ahora Du Sautoy- simplemente por la relación que este animal pueda tener con el mundo".



Con todo, recuerda que "lo interesante es que ahora mismo la ciencia está empezando a desarrollar o sacar historias que parecen muy poco científicas en el sentido de que no se pueden probar". Se refiere, por ejemplo, a la teoría de los multiversos. "La existencia de muchos universos que están ajustados de tal manera en que todo funciona de manera perfecta". ¿Cómo podemos saberlo si no los hemos visto nunca? "Hay cosas que no se pueden considerar científicas porque no pueden probarse y porque son desconocidas", concluye.



@mailouti