Agustín Fernández Mallo

Premio Biblioteca Breve. Seix Barral. Barcelona, 2018. 496 páginas, 21 €. Ebook: 12,99 €

Es difícil que uno sobreviva a su propia leyenda, pero aún lo es más que se reinvente y que conciba un espacio nuevo después de haber disfrutado el éxito en uno anterior. Agustín Fernández Mallo (1967), el autor del Proyecto Nocilla, lo ha conseguido en esta Trilogía de la guerra. Con el mismo carácter transgresor de entonces y con una mayor actitud narrativa, Fernández Mallo ha compuesto este libro total que está llamado a ser uno de los más importantes del año, probablemente de los últimos años.



Trilogía de la guerra tiene una escritura hipnótica que atrapa al lector desde la primera frase ("Damos por supuestas tantas cosas"). Más aun, desde el verso de Oroza que le sirve de lema ("Es un error dar por hecho lo que fue contemplado"), que evidencia una mirada científica sobre la realidad y que remite a la construcción de un universo absoluto, como también pretendía el poeta. La novela, de título revelador, tiene una prosa clara y abierta que da pie a un discurso ordenado aunque poblado de imágenes caprichosas o irracionales. Consta de tres partes, cada una de las cuales está contada por un sorprendente narrador externo que vive los hechos y que describe lo que ve sin apenas selección. Estas tres voces complementarias, que se expresan desde el "yo", relatan experiencias propias. Con ello se consigue la verosimilitud, especialmente necesaria en una obra muy compleja cuyo contenido abunda en aparentes incoherencias.



Como el libro de Sebald, Los anillos de Saturno, citado en el texto, Trilogía de la guerra es en su contenido, estructura y estilo una novela fractal, es decir, un texto infinito que reproduce, en cada pequeña porción, un universo infinito a veces igual al que lo contiene, aunque más frecuentemente con variantes. Este texto infinito (antes lo denominé "libro total"), extiende sus infinitas imágenes en forma de redes que se relacionan con otras como sucede en internet. Sin dejar esto de lado, nos encontramos, además, ante una novela sobre la guerra, más bien sobre las infinitas formas (a veces muy sutiles) que adoptan las guerras de nuestro tiempo, sobre la devastación de países y sobre la destrucción a la que se ven sometidos los seres humanos, a veces por causa de la muerte y otras por el éxodo o la alienación. No hay tregua. Por donde quiera que detengamos la mirada vemos aniquilamiento, barbarie y desolación. Para mostrarlo, el autor se sirve de todo tipo de imágenes. Algunas son arbitrarias e insólitas como las del lorquiano Poeta en Nueva York, clave para entender parte del texto. Y otras son las fotografías reales tomadas por Dámaso Carrasco durante su confinamiento en la Isla de San Simón durante la Guerra Civil, posteriormente recogidas en Aillados y reproducidas en la novela. Pero Fernández Mallo no se queda en las imágenes y también se sirve de otras formas discursivas: literatura, cine, historia, política, tratados de matemáticas o física… Todo sirve para representar la complejidad contemporánea, desde la descripción de un paseo por Manhattan que parte de los Cloisters y desemboca en Wall Street y en la Zona Cero ("el origen de todas las guerras y contiendas contemporáneas"), hasta las referencias a películas en cuya estética domina el color rojo, pasando por escenas propias del Realismo Mágico, alusiones a ese otro libro de libros que es El Quijote (también a otros más escondidos como La jalousie de Robbe-Grillet o los obsesivos de Thomas Bernhard), incluso a obras simbólicas como el poema "La Aurora", interpretado como alegoría de nuestro mundo tras los atentados de las Torres Gemelas.



Esta novela total, que también pretende darle la vuelta a la Historia reciente y hacernos reflexionar sobre la realidad de forma no acostumbrada, es además una crítica feroz contra el sistema que nos aniquila y que se muestra a modo de delirio, como las vacas que pastan en un aeropuerto fantasma de Normandía. Imágenes inauditas y sorprendentes cuyo sentido solo se intuye porque también existe lo inefable.



Ambiciosa, brillante e inteligente, Trilogía de la guerra es, sobre todo, un magnífico mosaico que trata de reflejar la desmesurada complejidad de nuestro tiempo y nuestro desamparo en él como individuos.