El término, que define el rechazo, miedo o aversión a los pobres y fue acuñado por Adela Cortina, ha sido admitida por la RAE y se ha convertido en la palabra del año para la Fundéu.

Adela Cortina (Valencia, 1947) utilizó por primera vez en 1995 el término aporofobia en un artículo y, más tarde, en una conferencia. Este año la filósofa ha publicado Aporofobia. El rechazo al pobre (Paidós), donde analiza una actitud, dice, convertida ya en "patología social". Llegó al término tras constatar una realidad: la xenofobia no está en la base de nuestro rechazo a los inmigrantes, la islamofobia es residual y pocos piensan que el choque cultural pueda terminar en una conflagración incontrolada. "El problema es de pobreza -explicó la autora a El Cultural en su última entrevista-. Y lo interesante en este caso es que hay muchos xenófobos, sí, pero aporófobos somos casi todos".



Cortina consultó sus viejos diccionarios de griego y dio con la voz áporos (pobre), la unió a fobéo (espantarse) y propuso una definición: "Dícese del odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado". Hoy la palabra ya está admitida por la RAE y se ha convertido en la palabra del año para la Fundéu.



A estos hechos, se suma el interés lingüístico de un neologismo a cuya creación se le puede poner fecha y autor, y el social e informativo de un término capaz de designar una realidad palpable, pero a menudo invisible. "No es una palabra creada este año, ni tan siquiera conocida por el gran público, pero es una voz que recomendamos hace tiempo en Fundéu BBVA y que ahora la Academia ha decidido incorporar a su diccionario", señala el director general de la Fundación, Joaquín Muller. "Aporofobia pone nombre a una realidad, a un sentimiento que, a diferencia de otros, como la xenofobia o la homofobia, y aun estando muy presente en nuestra sociedad, nadie había bautizado", añade.



"Conviene recordar -agrega Muller- la importancia de poner nombre a las cosas para hacerlas visibles. Si no lo tienen, esas realidades no existen o quedan difuminadas. No se pueden defender o denunciar. En esta ocasión, la filósofa valenciana ha hecho una gran aportación a la sociedad y al idioma".



"Lamentablemente, la aporofobia no ha dejado de estar presente en la actualidad informativa de 2017, con el drama de los migrantes en diversas partes del mundo, el empobrecimiento de extensas capas de la sociedad en muchos países... y con las actitudes de algunos líderes y ciudadanos ante estos fenómenos, en las que son claramente visibles el rechazo y la aversión a los pobres y a la pobreza", añade.



Antes de dar a conocer la decisión definitiva, la fundación publicó una lista de doce palabras finalistas en la que figuraban otros términos de nueva creación, como turismofobia, que alude al rechazo al turismo masificado; uberización, con la que se denomina un cierto tipo de actividad económica basada en plataformas colaborativas, o machoexplicación, la costumbre de algunos hombres de dirigirse a las mujeres de forma condescendiente.



Además, se incluían otras que traducen o adaptan voces extranjeras (aprendibilidad frente a learnability, noticias falsas por fake news o la adaptación a la ortografía española bitcóin) y algunas más que, no siendo nuevas, han asumido otros usos o sentidos; es el caso de odiador y soñadores, alternativas a hater y dreamers. Completaban la lista trans, como acortamiento válido de transexual o transgénero; destripe, como alternativa a spoiler, y superbacteria.



Esta es la quinta ocasión en la que la Fundéu BBVA da a conocer su palabra del año, escogida entre aquellos términos que han estado presentes en mayor o menor medida en la actualidad informativa durante los últimos meses y tienen, además, interés desde el punto de vista lingüístico. Tras elegir escrache en 2013, selfi en 2014, refugiado en 2015 y populismo en 2016, el equipo de la Fundación ha optado en esta ocasión por aporofobia, un término relativamente novedoso que alude, sin embargo, a una realidad social arraigada y muy antigua.