La casa de Vicente Aleixandre en el número 3 de la calle Velintonia, hoy nombrada como el poeta

El escritor Fernando Delgado recrea en Mirador de Velintonia (Fundación José Manuel Lara) un tiempo irrepetible, marcado por el regreso de los exiliados, en torno a la mítica residencia madrileña del poeta Vicente Aleixandre.

"Para mí salir de España hubiese sido una catástrofe. Y me alegro de haberme quedado aquí con los míos y mis amigos, y haber podido escribir aquí mi obra, en mi tierra, bajo el cielo de Castilla". Vicente Aleixandre nunca se fue de España tras la guerra. Él mismo no supo muy bien por qué, pero una grave enfermedad y estar en edad militar le retuvieron en un país en el que fue ostraciado y perseguido pero que ya no abandonaría jamás, convirtiéndose en epítome del exilio interior que atenazaría a tantos compatriotas tras 1939. Olvidado y solo, el poeta se encerró en su casa de la madrileña calle Velintonia, donde vivía desde 1927 a esperar tiempos mejores que tardarían en llegar. Con el correr de los años, el chalet se convertiría en la casa de la poesía. Allí se reunía Vicente Aleixandre con sus compañeros del 27 y allí recibió a varias generaciones de escritores jóvenes durante la posguerra.



Uno de aquellos literatos entonces noveles, el canario Fernando Delgado (Tenerife, 1947), que compartió cátedra con otros como Vicente Molina Foix, Luis Antonio de Villena o Antonio Colinas, se ha propuesto rescatar del olvido esa época y ambiente irrepetibles vividos en torno a Velintonia. "Desde que en el año 70 escuché a Neruda hablar sobre su deseo de volver a Velintonia, visitar la casa se convirtió en el objetivo de mis sueños", ha recordado. Aunando sus dos oficios, narrador y periodista, Delgado hilvana en Mirador de Velintonia. De un exilio a otros (1970-1982) (Fundación José Manuel Lara), sus recuerdos como periodista, en un libro que tiene mucho de memoria personal, aunque se centra sobre todo en los otros y en particular en los exiliados de fuera o de dentro, que fueron reintegrados a la vida colectiva a lo largo de la década de los setenta, entre el tardofranquismo y los inicios de la democracia.



Velintonia fue el eje vertebrador de este encuentro entre dos ramas de una misma familia, un espacio de acogida para la amistad y la poesía que marcó las relaciones de toda una generación de poetas e intelectuales de aquellos años vividos tan apasionadamente, que encontraron en el entonces futuro Nobel "un modelo de maestro que fue para muchos de nosotros una referencia literaria de muy merecida admiración", ha alabado Delgado. "Pero además de su talento y su creatividad, que tanto hemos reconocido, poseía un don para entrar en el alma de los demás verdaderamente extraordinario. Y también para unirnos. Tenía un gran sentido de la amistad y la tolerancia".



El escritor Fernando Delgado durante la presentación del libro

Pero si el relato se articula en torno a Aleixandre y su hogar, Delgado ha asegurado que esto no es una biografía del poeta. "Por la fuerza de su figura va a ser inevitable que parezca un libro sobre Vicente Aleixandre, pero me fastidiaría que alguien pensara que yo he intentado hacer la biografía que no se ha hecho", ha advertido. "Quienes gozamos de la confianza de Vicente jamás podremos hacer una biografía de él".



Además del evidente peso de la figura del poeta sevillano, por los capítulos del libro de Delgado desfilan grandes nombres del panorama literario español como Francisco Ayala, Max Aub, Rosa Chacel, Rafael Alberti, Juan Marichal, José Hierro, Carlos Bousoño, José Luis López Aranguren, o José Luis Cano. Con todos ellos habla el escritor, y reconstruye las charlas a través de recuerdos y notas de esos años, sobre el auténtico tema del libro, el exilio. "Yo quería hacer un libro sobre el exilio con gente del exilio, y eso está ahí", precisa Delgado, que tuvo el privilegio de codearse con aquellos intelectuales, traza sus retratos y recuenta sus palabras, en un relato que concluye con la última entrevista que el periodista le hizo a Aleixandre en el año 1982.



"Con la llegada de la democracia, una nueva época se avino sobre España, y el exilio, esos valores del exilio que son el espíritu del libro fueron desapareciendo", ha explicado Delgado. El escritor opina que a pesar de los exilios, interior y exterior, la literatura de esos años de posguerra no sufrió grandes pérdidas. "Hay una literatura muy rica en uno y otro exilio, y tras la dictadura todos volvieron. En la guerra, que fue lo que fue, sí se perdió, pero no después, aunque cada uno tuvo que escribir donde le tocó. Por ejemplo, a Maz Aub, el más grande escritor de ambos exilios, seguro que le hubiera gustado escribir en España, y no pudo, pero no por ello dejó de crear".



Tras la desaparición del espíritu del exilio y la muerte de su dueño en 1984, también desapareció el espíritu de Velintonia, aunque Delgado cree que hoy permanece la obra que allí fue escrita, las emociones que se vivieron y permanecen en tantos poemas y tantos libros y, por supuesto, la memoria del que fue su poderoso habitante. "Claro que hemos cambiado, como fue cambiando el propio espíritu de la casa a lo largo del tiempo en que estuvo viva. Por lo demás, ya es una casa muerta. Para mí, Velintonia, 3 es uno de los domicilios del sueño. A lo mejor allí habitan la mayor parte de mis muertos, aunque faltan algunos".