Karen Armstrong. Foto: FPA | Iván Martínez

La historiadora británica, especialista de talla mundial en el estudio de las religiones y galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, cuestiona la política internacional de Occidente, los movimientos nacionalistas y el sistema de enseñanza religiosa en los colegios españoles.

Durante los siete años que estuvo ingresada en un convento católico, Karen Armstrong (Reino Unido, 1944), galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, tuvo que llevar una vestimenta "no muy cómoda", pero nadie la obligó nunca a quitársela. A través de su propia experiencia, la historiadora británica especialista en religión reivindica el uso del velo como una decisión personal de las mujeres muslmanas. "No hay motivo por el que no haya que ponerse velo para ser más moderno u occidental", protesta la autora de Campos de sangre. La religión y la historia de la violencia. Además, "que una mujer lleve o no un pañuelo en la cabeza no me parece importante". La teóloga considera que las protestas al respecto provocan el efecto inverso. "Si se quiere eliminar el velo, hay que dejarlo estar", propone. Y añade: "Muchas mujeres en Estados Unidos se ponían el velo para disociarse del gobierno de Bush durante la guerra de Irak".



Los gobiernos occidentales sí fueron objetivo de las críticas de Karen Armstrong durante la rueda de prensa ofrecida ayer en el Hotel La Reconquista de Oviedo, donde se aloja con motivo de la próxima recepción del galardón en la gala que se celebrará el viernes en el Teatro Campoamor. La doctora responsabiliza a "nuestros gobiernos" de muchas de las guerras que tienen un trasfondo religioso por haber apoyado regímenes que negaban las libertades a sus ciudadanos. "No habría Estado Islámico si no hubiera existido la guerra de Irak", aseguraba Armstrong. Y recordó la imagen de los jefes de gobierno "abrazados por la libertad" tras la tragedia de Charlie Hebdo. "Me enfadó mucho", reconoció, de la misma forma que cuando escucha a algunos responsables políticos británicos jactarse de pretender que Reino Unido sea más grande. "Lo último que necesita el mundo es que Reino Unido sea grande. Ya hicimos bastante daño la última vez", sentenció, e instó a los periodistas a "contar la verdad a través de la historia".



El asunto del nacionalismo también estuvo presente en la rueda de prensa de ayer. A Armstrong le preocupa que la iglesia católica respalde el secesionismo catalán o que Trump construya muros en lugar de tratar de derribarlos, más teniendo en cuenta que hasta "hace no mucho vitoreábamos la caída del Muro de Berlín". Para la ensayista británica, "el nacionalismo es una forma de religión. Escuchamos un himno como si oyéramos algo más grande que nosotros". En este sentido, Karen Armstrong establece un paralelismo con la religión radicalizada. Por ello, propone la empatía como instrumento para acercarse a la religión y que no se convierta en un fundamentalismo. Pero "en el oeste nos cansamos pronto de la paciencia", lamentó. "Me han dicho que en España se enseña de manera factual, como algo histórico donde no cabe la duda. Y eso no ayuda". Según la teóloga, "no se saca la verdad de los evangelios". "Es imprescindible conocer las prácticas y los ritos de las religiones, acercándose a ellas con simpatía", dice quien reconoce que sus primeros libros eran una especie de ajuste de cuentas.



Armstrong, considerada una referencia internacional en el estudio comparativo del islam, el judaísmo y el cristianismo, se refirió a la manera en que este último aborda la igualdad entre mujeres y hombres: "Parte del problema de la iglesia católica es que las mujeres no están en la pantalla". Y reconoce que, con todo, el nuevo papa "le cae bien pero aún no ha avanzado mucho en este asunto".



@JaimeCedilloMar