Peter Handke durante su discurso. A la derecha, manuscrito del discurso

La palabra "nieve" es clave en la relación de Peter Handke con España. "Es la primera que le viene a la cabeza al escritor austríaco cuando piensa en España", dijo el profesor Georg Pichler, padrino de Handke en la ceremonia de investidura como doctor honoris causa de la Universidad de Alcalá. En su laudatio, Pichler recorrió los pasajes más sobresalientes de la biografía de "esa estrella pop de la literatura alemana que, al mismo tiempo, quiso vivir en los márgenes del mundo literario". Se refirió, en primer lugar, a "la muerte libre" de su madre como factor sustancial en la obra del escritor, al temprano rechazo de Handke a las convenciones sociales, a la fidelidad de su literatura, a la política en la poética de Handke como poder transformador de la sociedad... "En Handke -señaló- no se sabe si vive escribiendo o si escribe viviendo".



El profesor Pichler se centró luego en la relación de Handke con nuestro país, que comenzó hace ya cuarenta años. "Vino en busca de algo que nunca encontrará", aventuró su padrino. Y añadió: "Es de los primeros escritores de lengua alemana que vemos inmerso en la literatura y el paisaje español, en su historia y su cultura". "En virtud de estos méritos -concluyó- solicito al rector que proceda a la investidura de doctor del señor Peter Handke".



Y Peter Handke subió al estrado con sus tres cuartillas escritas en español, a mano, con lápiz, en las que había trabajado tres días completos. No quiso que nadie las revisara o corrigiera: "No he enseñado este texto a ninguno", dijo el escritor como pidiendo clemencia por sus posibles fallos. El escritor confesó que nunca había pronunciado en público más de dos o tres frases en español y que había leído a Cervantes y a otros autores españoles "ayudado de buenos diccionarios", y que había estudiado varios años gramática española, "en apariencia fácil, pero pronto se vuelve cual jungla, cual jungla maravillosa", dijo deletreando con humor y dificultad el escritor.



Handke se remontó al verano de 1972 para recordar su primera visita a España. Fue en Valencia, en una plaza de toros, al sol, "y un toro muriéndose en la arena delante del matador... Nunca he olvidado esto y hoy recuerdo también los versos de Machado: ‘en los montes lejanos hay oro y sangre...'".



Veinte años después, prosiguió Handke, "oigo el ruido de la Semana Santa en Linares, donde muere Manolete" y donde escribió su Ensayo sobre el cansancio. A las tierras de Linares les siguieron Gredos, el Valle de Arán, Sierra Nevada, las noches otoñales de Cuenca, y Soria, con su río y Machado, pero también con el estadio de los Pajaritos, donde vió muchos partidos de fútbol. Iba escribiendo sus ensayos mientras leía a Cervantes, a San Juan de la Cruz, a Machado, "y sus palabras se convertían en mi interior en paisajes ibéricos, en terrenos del alma". Peter Handke dedicó el último tramo de su discurso a Santa Teresa, "esa gran psicoanalista" y el preciso lenguaje de las Moradas "que llega a las profundidades del alma humana".



Y acabó leyendo los versos de Machado:



Desnuda está la tierra,

y el alma aúlla al horizonte pálido

como loba famélica. ¿Qué buscas,

poeta, en el ocaso?