Cada cierto tiempo aparecen nuevos libros que revisan las concepciones históricas del feminismo para ponerlas al paso de las nuevas reglas de juego y adaptarlas a las expectativas individuales de la vida de hoy. Desde que la famosa columnista y escritora inglesa Caitlin Moran publicase Cómo ser mujer (Anagrama, 2013), realizando una redefinición del feminismo, narcisa, atrevida y con una carga explosiva de humor y cinismo, los últimos textos feministas han huido de posiciones teóricas colectivas para centrarse en el relato de experiencias subjetivas.

La israelí Orna Donath, la norteamericana Roxane Gay, las españolas Diana López Varela y Carmen G. de la Cueva parten de reflexiones individuales para observar el estado del feminismo y analizar su concienciación personal. Como contrapunto a la juventud de estas autoras, incluimos un libro autobiográfico de Gloria Steinem, Mi vida en la carretera. Documento extraordinario de una de las más audaces y personales activistas del feminismo internacional.



En esta última hornada, vemos cómo llegó cada una de las autoras al feminismo, cuáles fueron sus dudas, qué libros marcaron su toma de conciencia, qué problemas les preocupan, y todo ello contado en primera persona, con detalles cotidianos, una escritura ligera y en ocasiones provocadora. Así explica Diana López Varela, autora de No es país para coños, la incorporación de lo humorístico al discurso reivindicativo: "Las nuevas feministas, al menos las que representamos cierto tipo de feminismo cachondo y no acomplejado, hemos entendido que el sentido del humor es un arma imprescindible para llegar lejos con nuestra causa."



Lo que apuntaba la teórica clásica del feminismo, Celia Amorós, sobre la revisión de la personalidad colectiva feminista para integrarla en la experiencia individual de cada mujer, para que lo colectivo "se estructure conforme a reglas de troquelado de individualidades", ha terminado volcando definitivamente la balanza hacia el "yo" de las nuevas analistas. Esto parece confirmar la idea de que no hay una sola forma de feminismo. Michèle Le Doeuff advertía que enarbolar doctrinas colectivas e imponer un dirigismo de "modelos feministas" impedía penetrar en la complejidad del "ser mujer" de las mujeres reales. Con la autoconciencia de sus procesos internos, estas autoras "reales" ponen el dedo en la llaga en los asuntos candentes con los que el feminismo contemporáneo tiene que lidiar todavía.




No es país para coños

Diana López Varela

Península, 2016. 316 páginas. 15'90€. Ebook: 9'99€

Con armas de bloguera (Suspenso en religión) y una pluma espontánea y sin ningún pudor para hablar de sexo, de menstruación o para declarar que "la Ley del aborto de Gallardón me despertó, sacó mi ira feminista", Diana López Varela (Pontevedra, 1986) dice sentirse representada en la última ola del feminismo. Aquella "que se corresponde con el fenómeno de Tits and Wits (Tetas y Cerebro), puesto de moda por jóvenes promesas de la literatura y el cine como Caitlin Moran y Lena Dunham que, sin renunciar a su feminidad (entendida como el modo en que a cada una le venga en gana disfrutar de su identidad femenina) se enfrentan a los retos de ser mujer, joven y trabajadora en el siglo XXI".



En sus capítulos/ensayos, siempre desde el "yo", desmonta con inteligencia los argumentos de aquellas mujeres que declaran que no necesitan ser feministas. Entra con desparpajo y valentía en temas como internet, o la puerta abierta al manicomio; la obsesión de los hombres por su pene, según estudios de google, favorecida por el porno; habla sobre los tertulianos machistas, con nombres y apellidos; y denuncia la violencia de género.