Jorge Zepeda Patterson

El escritor publica Los usurpadores, un thriller de suspense que pone en el centro de la acción los entretelones del ejercicio del poder.

El arranque de la nueva novela de Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán, Sinaloa; 1952), Los usurpadores, es de los que te deja pegado al papel hasta que, casi sin darte cuenta, ves aparecer la contracubierta. El escritor plantea un terrible atentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la segunda más importante del mundo tras Frankfurt, en el que caen abatidas importantes personalidades de la cultura y de la política, entre ellos el candidato oficial del PRI a suceder al presidente mexicano Alonso Prida. Este acto de barbarie alimenta un thriller de suspense que pone en el centro de la acción los entretelones del ejercicio del poder, un House of Cards o Juego de tronos mexicano en el que los poderes fácticos luchan encarnizadamente por sentarse en el Trono de Hierro. Los usurpadores, además, supone la tercera entrega de la serie Los azules, tras la publicación de Los corruptores (Destino, 2013) y Milena o el fémur más bello del mundo (Planeta, 2014), obra galardonada con el Premio Planeta. "Fue un espaldarazo y la confirmación definitiva después de tantos años dedicado al periodismo de que tenía la posibilidad de ejercer el oficio de novelista a tiempo completo", explica Zepeda Patterson. "Esto me ha permitido escribir esta novela con mayor confianza, mayor tonalidad de grises y con una pluma más literaria y mucho más suelta".



P.- Plantea un escenario terrible: un atentado en la Feria del Libro de Guadalajara que conmociona al mundo… ¿Por qué ha querido establecer unos detalles tan concretos, como la fecha exacta en la que ocurre, tan cercana como 2017?

R.- 2017 es una fecha próxima al proceso electoral para la sucesión presidencial en México y el tema de fondo de la novela es la salvaje lucha por el poder. Lo interesante es que en todos los países es igual, con pocas reglas del juego y mucha intensidad, aunque con ciertas variantes.



P.- La imagen que da el libro de la política es totalmente desalentadora…

R.- Existe un desencanto universal y unánime respecto a los políticos profesionales. Los nuevos populismos y otras alternativas de la sociedad civil recorren en estos momentos el planeta como si se tratara de fantasmas. Lo que acaba de suceder en EEUU es una mala versión del sentimiento que produce el descredito de los partidos políticos tradicionales.



P.- Parece que ese desencanto de los ciudadanos del mundo hoy también se dirige a los medios de comunicación, ya que de nada ha servido que se posicionaran en bloque contra Trump en EEUU… ¿Aún son la última barrera para controlar a los poderosos?

R.- Estoy absolutamente convencido de que sí lo son, particularmente en todos aquellos países en los que las autoridades judiciales acaban siendo cómplices o subordinados del soberano o del príncipe. En muchos países, desde luego en México, los verdaderos fiscales son los valientes periodistas que denuncian y dan a conocer los excesos de las élites.



P.- Pero es obvio que existe una crisis que afecta a los medios de comunicación…

R.- Ha cambiado el modelo de negocio y la forma de consumir información, sobre todo por parte de las nuevas generaciones… Esta encrucijada en la que se encuentra el periodismo está representada por dos personajes en la novela. Tomás es el director del periódico más importante del país y su amiga Amelia es la directora de un medio digital de información vinculado a las nuevas plataformas y redes sociales. Reflejan el dilema que existe entre viejas formas con determinados códigos profesionales y nuevas formas muy vinculadas a los millenials y las nuevas narrativas, intoxicadas por vicios de las redes sociales como el odio viral, la desinformación, la información-entretenimiento... Necesitamos encontrar un punto intermedio entre estos dos universos.



P.- ¿Por qué no ha funcionado la campaña de los medios contra Trump?

R.- A Donald Trump no le ha apoyado ningún medio, pero la paradoja es que al mismo tiempo fueron los propios medios los que le construyeron su campaña por esa suerte de fascinación por el morbo y el espectáculo. Más allá de que los editoriales o los artículos de opinión lo descalificaran, la cobertura de noticias fue la auténtica campaña de Trump. Le dimos una consistencia informativa que el personaje no necesariamente se merecía. Los medios tienen mucha responsabilidad en lo que ha pasado.



P.- ¿Qué significa para México la victoria de Trump?

R.- Trump ha convertido México en su villano favorito. Era inevitable que su llegada a la Casa Blanca supusiera no solo un tema de tristeza o incertidumbre o sorpresa para nosotros sino también el anticipo de una tragedia que podría ocurrirnos.



P.- ¿Cree que va a llevar a cabo sus amenazas de campaña contra México?

R.- Es imposible que lleve a cabo todas porque algunas de ellas entran en plena confrontación con intereses vitales de grandes transnacionales, muchas de ellas vinculadas incluso a la élite republicana. Me preocupan más sus iniciativas de orden social que serán más fáciles de perpetrar para él. De todas maneras es difícil predecir lo que va a hacer Trump toda vez que como candidato o como persona rompe todos los cánones de lógica política con la que nos habíamos guiado hasta ahora.



Realidad y ficción

P.- ¿No tiene ya suficientes problemas el mundo del libro como para que usted le organice un atentado a la FIL?

R.- Realmente es un guiño a la importancia que tiene esta feria para México. La FIL es motivo de orgullo y el hecho de situar allí el atentado es una manera de indicar la enorme relevancia de este evento.



P.- Hay un juego interesante en la novela entre ficción y realidad, ya que los personajes a veces son personalidades reales, a veces trasuntos de políticos o deportistas y a veces absoluta ficción…

R.- Aludo a personajes reales de manera accesoria, simplemente para darle algo de colorido a la novela, igual que otro escritor utilizaría las calles de París. Sin embargo la trama de la novela está marcada por personajes de ficción, muchos de ellos construidos a partir de realidades muy concretas.



P.- ¿Está Rafa Nadal detrás de Sergio Franco?

R.- Sí, siempre lo tuve en mente. Sergio Franco es una especie de Rafa Nadal mexicano que sin proponérselo, cuando se retira, acaba practicando con el presidente mexicano y ejerciendo como su confesor. Para mí era un recurso muy útil y divertido y me permitió un par de juegos en la final del US Open.



P.- Un personaje, que se supone perfectamente informado, viene a decir que los atentados de las Torres Gemelas fueron provocados por el gobierno americano.

R.- Personalmente no sostengo esa tesis del auto-atentado, pero es muy evidente que el gobierno de Bush obtuvo un enorme beneficio político a partir de la tragedia de la Torres Gemelas. El presidente de EEUU, en horas bajas antes del atentado, recibió un enorme poder con una gran justificación para intervenir en la vida de los estadounidenses, algo que no habrían aceptado en otras circunstancias. En España los atentados de Atocha provocaron un cambio de gobierno… Esa es la gran lección que deja un atentado, provoca crisis políticas de efectos incalculables.



P.- También incide la novela en la facilidad que ofrece la red para que nuestra intimidad sea violado por Estados, empresas, particulares…

R.- Los políticos están continuamente tentados de recurrir a estas artimañas. Primero contratan equipos que manejen sus redes sociales y de ahí a un seguimiento de lo que hacen los rivales hay solo un paso y es un fenómeno en auge. Conozco casos terriblemente bochornosos de gobernantes de provincias o ministros que llevan al extremo esta capacidad tecnológica, sencilla para ellos que tienen recursos pero no tanto para el ciudadano normal. Un correo privado puede destruir una carrera política.



@JavierYusteTosi