Fotograma de Campanadas a medianoche en el que aparecía el nombre de Buero Vallejo

Campanas a medianoche, editado por Luis Deltell y Jordi Massó, recupera la traducción perdida que Antonio Buero Vallejo elaboró para el guion de Orson Welles y que al final los productores acabaron desechando. El libro se presenta este lunes dentro de los actos de homenaje que la Fundación SGAE ha organizado por el centenario del nacimiento del dramaturgo español.

Antonio Buero Vallejo, creador de algunas de las piezas cumbre del teatro del siglo XX y eslabón fundamental de la historia intelectual de nuestro país, no tuvo una relación afortunada con el cine. Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, Madrugada y Un soñador para un pueblo fueron las cuatro obras firmadas por el dramaturgo que se adaptaron a la gran pantalla y solo con la versión que se hizo de la última, titulada Esquilache y dirigida por Josefina Molina en 1989, quedaría satisfecho. Historia de una escalera (Ignacio F. Iquino, 1950) y En la ardiente oscuridad (Daniel Tinayre, 1959) introducían bruscos cambios en la historia original que no eran del agrado de Buero y Madrugada (Cayetano Luca de Tena, 1970) no era más que teatro filmado con escaso valor cinematográfico. Pero a estos sinsabores el autor de La Fundación tuvo que añadir uno más: una frustrada adaptación al español del guion de Campanadas a medianoche de Orson Welles.



El trabajo que hizo Buero Vallejo para esa película acaba de salir a la luz, editado por Stockcero, gracias al trabajo de Luis Deltell y Jordi Massó. Estos dos profesores de la Universidad Complutense, mientras investigaban para escribir un artículo sobre la relación de Buero Vallejo con el cine, descubrieron la adaptación entre los documentos del dramaturgo. "Mariano de Paco, especialista en Antonio Buero Vallejo, hacía referencia a la existencia de este trabajo en un artículo de hace varios años pero no logró encontrarlo porque, aunque tuvo acceso a los documentos personales del dramaturgo, había mucho material y muy desordenado", explica Jordi Massó. "Sin embargo nosotros le preguntamos a Carlos Buero, hijo del dramaturgo, y nos lo facilitó porque en los últimos años habían llevado a cabo una gran labor de clasificación".



El libro, que usa el título que Buero recomendaba para la película, Campanas a medianoche (en vez del Campanadas a medianoche final, que le resultaba demasiado largo), será presentado este lunes en una mesa redonda que contará con la presencia de Deltell y Massó, Mariano de Paco y Josefina Molina dentro de los actos de homenaje que la Fundación SGAE dedica al dramaturgo por el centenario de su nacimiento. Ese mismo día se inaugura la exposición Buero dramaturgo, con una selección del material personal del autor y, tras la mesa redonda, se proyectará Esquilache de Josefina Molina. Mañana, 8 de noviembre, tendrá lugar la lectura dramatizada de La realidad iluminada, selección de textos de dramaturgia de Virtudes Serrano y Mariano de Paco, que dirigirá Mariano de Paco Serrano. La exposición se podrá visitar hasta el 10 de enero.



Una nueva decepción

El libro que publica Stockcero, además de la traducción integra del guion de Orson Welles que ejecutó Buero Vallejo, incluye una introducción que narra los pormenores de la producción de la película, rodada en España gracias al empeño del inexperto pero corajudo productor Emiliano Piedra, que lidió con un Welles desatado que llegó a triplicar el presupuesto inicial. En el tercer mes de rodaje, que tuvo lugar entre el 14 de octubre de 1964 y el 27 de febrero de 1965, Piedra se puso en contacto con Buero Vallejo, que en 1961 había versionado Hamlet con gran éxito, para que acometiera la traducción de un guion que estaba conformado casi en su totalidad por textos de Shakespeare. La idea era que los diálogos sonaran al español de la picaresca. "Para el dramaturgo era un proyecto atractivo porque conocía bastante bien la obra de Shakespeare y era una oportunidad para bucear de nuevo en ella", explica Massó. "Además le permitía trabajar con Orson Welles, que era uno de los grandes cineastas del momento, y también era un trabajo económicamente ventajoso".



Una imagen de la película

Sin embargo era un encargo que implicaba ciertas limitaciones, no se parecía a lo que había hecho con Hamlet, pues allí Buero pudo adaptar libremente el libreto original. En Campanadas a medianoche tenía que ceñirse a la traducción pero cumpliendo con ciertos requisitos. "No consistía tanto en darle actualidad como todo lo contrario", comenta el editor del libro. "Había que darle un sabor añejo para que tuviera una calidad parecida a la del original inglés en un español contemporáneo al de Shakespeare". Y Buero realmente lo logró, pero Emiliano Piedra acabó desechando un trabajo que hoy emerge como un interesante documento para la historia del cine y para los estudiosos de Buero Vallejo y del teatro español contemporáneo.



Entre las razones para que la traducción acabara olvidada en un rincón de la sala de doblaje estaba el temor a que el público no fuera capaz de asimilar la sutileza de la traducción. Pero no era el único problema. "Buero acometió el trabajo en tres meses, pero en ese tiempo Welles había hecho un sinfín de modificaciones en el texto", apunta Massó. "Sin embargo el trabajo que entregó era exactamente aquello que le habían pedido, pero una vez que lo leyeron debieron de pensar que muchos espectadores no se iban a meter en la película y que sería mejor usar un español más difícil de ubicar, culto y literario pero más asequible".



Buero era consciente de que la versión que entregaba podía ser objeto de modificación y mostraba su predisposición a ir retocando el texto en función de los cambios introducidos al texto durante el rodaje y de las necesidades de los actores de doblaje. Sin embargo no recibió ninguna notificación y en el momento de la proyección a la que fue invitado descubrió que su trabajo no había sido usado, pero sí su nombre en los títulos de crédito. "Buero se molestó, pero entendía que él había cumplido", explica el editor. "Había recibido un encargo que había satisfecho y por el que le habían pagado y llega a la conclusión de que estaban en su derecho de no utilizar lo que había escrito. Pero sí exigió que quitaran su nombre de la película". Y así quedó enterrada la historia de esta traducción hasta nuestros días, gracias al trabajo de Luis Deltell y Jordi Massó.



@JavierYusteTosi