Image: El Capitán Trueno, de Gilgamesh a Verne

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Letras

El Capitán Trueno, de Gilgamesh a Verne

Una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid rastrea las huellas de la literatura universal y de la mitología en la célebre serie de historietas creadas por Víctor Mora en los años cincuenta

11 octubre, 2016 02:00

Portada de uno de los primeros números de El Capitán Trueno (1958)

El Capitán Trueno es el héroe por antonomasia del cómic español. Creado por el guionista Víctor Mora en 1956, tomó el testigo de su antecesor, El guerrero del antifaz, que había sido creado en los años cuarenta por Manuel Gago, y lo superó ampliamente con ventas de hasta un millón de ejemplares al mes. El Capitán Trueno, un caballero español de la Edad Media en tiempos de la Tercera Cruzada, emprendió (y sigue emprendiendo en manos de nuevos guionistas y dibujantes) todo tipo de aventuras como defensor de la justicia y enemigo de la tiranía. El Círculo de Bellas Artes de Madrid, en colaboración con Acción Cultural Española, le rinde homenaje pocos meses después de la muerte de su creador, con una exposición titulada El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe, abierta al público hasta el 29 de enero de 2017.

Un centenar de dibujos originales, viñetas, portadas y otro material autógrafo, así como varias colecciones completas de distintas ediciones y formatos conforman esta exposición, comisariada por Patxi Lanceros y ampliada con un extenso catálogo en el que escriben, además de él, el arquitecto Juan Calatrava y el físico y académico José Manuel Sánchez Ron. La muestra y el libro desmenuzan tres aspectos fundamentales de la serie: sus constantes referencias a otras obras de la literatura universal y de la mitología, sus múltiples escenarios y recreaciones arquitectónicas, y la presencia de todo tipo de artilugios tecnológicos y medios de transporte inventados siglos después del marco temporal en el que transcurren las aventuras. El Capitán Trueno es, de hecho, una serie repleta de anacronías, lo que permite al héroe recorrer prácticamente el mundo entero mezclando épocas y civilizaciones dispares (e incluso enfrentarse a dinosaurios o robots), así como desplazarse en submarino o globo aerostático.

Para el comisario, el Capitán Trueno "es la demostración de que un producto de la cultura popular puede aspirar a tener prestigio si está bien armado", y subraya que cuando apareció por primera vez, la televisión aún no estaba tan extendida en los hogares españoles, de modo que estas historietas fueron "la primera ventana visual al mundo exterior" para muchos niños de la época. "No fue solo un producto de entretenimiento, sino también de formación", añade.

Dibujo de Paco Nájera para la portada de Zagorff el belicoso (2003)

El primer capítulo de la muestra y del catálogo analizan la gran cantidad de referencias de la literatura universal presentes en El Capitán Trueno. Como explica Lanceros, "el contenido del cómic -tanto el más dramático como el más lúdico- tiene eficacia por cuanto remueve el catálogo de las literaturas y las mitologías. Es decir, recrea, a su modo y con su propia lógica, episodios, tramas y personajes que se pueden hallar en Homero, en Sófocles, en Marco Polo y en Cervantes, en Shakespeare, Verne, Stevenson, Swift, Dumas, Carroll..., o en ciclos como el de Las mil y una noches o la Epopeya de Gilgamesh, en la Biblia, en los Eddas o en las sagas nórdicas".

En otras palabras, Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes, señala que el Capitán Trueno "es el único héroe que recorre toda la aventura épica del ser humano, tanto la occidental como la oriental", al tiempo que mostraba que "podía haber moros buenos y cruzados malos", una visión que contrastaba con el discurso oficial que se enseñaba en las escuelas de la época. Además, Barja destaca que el Capitán Trueno fue, aunque sutilmente, "una de las primeras voces críticas con el franquismo" al promover "que los campesinos se rebelaran contra unos tiranuelos que, curiosamente, casi siempre eran bajitos, gordos y calvos", comenta con ironía. Barja va más allá y se atreve a decir que es "el mejor producto literario español desde 1939 hasta 1960".

Al contrario que los típicos héroes solitarios del cómic americano, "propios de la cultura protestante americana que antepone al individuo frente a todo lo demás", el Capitán Trueno, explica Lanceros, siempre actúa en grupo junto al resto de personajes principales: el grandullón Goliath; Crispín, el aspirante a caballero con el que se podían identificar fácilmente los jóvenes lectores; y Sigrid, la intrépida novia del Capitán Trueno, hija de reyes y criada por un pirata y que conecta con la mitología nórdica. Según cuenta el comisario, la censura pedía a menudo al autor que casara a los protagonistas, pero este se negaba alegando que si lo hacía se le acababa la aventura y, con ella, el sustento.

Portada de Antonio Bernal para Trueno Color, n.° 43, febrero de 1970

La segunda sección de la exposición está dedicada a los numerosos y dispares escenarios en los que se desarrollan las múltiples aventuras del Capitán Trueno. Hay paisajes de todo tipo, desde desiertos a los polos, pasando por grandes llanuras, fondos marinos y volcanes, y también arquitecturas de todo tipo. El catálogo recoge un ensayo sobre esta cuestión titulado Edificios para la aventura y firmado por Calatrava, donde comenta pormenorizadamente todos los tipos de edificios que aparecen en la serie, a veces bastante fieles a la realidad y otras veces totalmente imaginarios o fantásticos, dando lugar a "una asombrosa geografía en la que se entretejen lugares reales e históricos (los menos) con otros de lejana raigambre mítica o puramente imaginarios". Los edificios más recurrentes son los castillos cristianos y las fortalezas musulmanas, que tienden al esquematismo hasta convertirse, señala Calatrava, en arquetipos. Es en las construcciones más exóticas donde los dibujantes de la serie, Ambrós primero y luego sus sucesores, dejan volar su imaginación: pirámides egipcias, ciudades legendarias, poblados perdidos en la selva, monumentos precolombinos, templos tibetanos, palacios de hielo, circos y anfiteatros donde tienen lugar combates y matanzas.

La última parte de la exposición, que en el catálogo toma la forma de un ensayo escrito por el científico y académico de la RAE José Manuel Sánchez Ron, estudia la relación de las aventuras del Capitán Trueno con la ciencia y la tecnología. Aquí es donde la deliberada falta de rigor histórico, como decíamos, se hace más evidente. Sánchez Ron repasa la cronología real de los inventos que aparecen en la serie, como el globo aerostático, la inteligencia artificial o el submarino, y recuerda una nota editorial que apareció en los primeros números del Capitán Trueno y que justificaba estas anacronías tecnológicas: "Esto parece inconcebible y, sin embargo, ¿cuántos sabios habrán permanecido ignorados? Imaginemos que Morgano, uno de esos sabios, ideó un globo... ¡gracias al cual nuestros amigos conocerán nuevas y emocionantes aventuras!".

Bruguera publicó originalmente El Capitán Trueno entre 1956 y 1968 en formato apaisado y en blanco y negro, y también en formato revista (El Capitán Trueno Extra y en las páginas centrales de Pulgarcito). Más tarde, una nueva generación de niños, a la que perteneció el comisario de la exposición, se enganchó a sus aventuras cuando se reeditó en color y formato vertical en la serie Trueno Color (a partir de 1968 y durante la década de los setenta, también en Bruguera), muchas de cuyas portadas fueron realizadas por Antonio Bernal y que pueden contemplarse en la muestra. En los años sucesivos vieron la luz más reediciones ("algunas de las cuales no solo no alcanzaban la mínima calidad exigible, sino que, además, incurrían en falta del debido respeto a los originales", opina Lanceros) y nuevas entregas esporádicas firmadas por hasta una docena de guionistas y tres docenas de dibujantes. En 2006, con motivo del 50.° aniversario de la serie, la esposa de Víctor Mora, Armonía Rodríguez, publicó El gran libro del Capitán Trueno, en el que relataba la historia de la serie.

Como tantos otros personajes de cómic, tras varios intentos fallidos el Capitán Trueno tuvo su propia adaptación al cine, El Capitán Trueno y el Santo Grial (2011), dirigida por Antonio Hernández y protagonizada por Sergio Peris Mencheta, aunque en opinión del comisario y del director del CBA, esta no consiguió captar la esencia de las historietas originales. Por este motivo no se ha incluido en el ciclo de cine asociado a la exposición. En su lugar, se proyectarán varias películas que comparten con el Capitán Trueno la inspiración artúrica, como El príncipe valiente (Henry Hathaway, 1954, sobre el personaje de cómic homónimo que influyó a Mora para crear a Trueno); Perceval, el galo (Éric Rohmer, 1978); o Merlín (Adolpho Arrieta, 1990). Entre las actividades paralelas también se celebrarán unas conferencias dedicadas al mundo del cómic dentro del ciclo Los lunes, al Círculo y en colaboración con la Asociación Española de Amigos del Cómic.

@FDQuijano