Image: Nacidos en Mauthausen, sobrevivir al horror

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Letras

Nacidos en Mauthausen, sobrevivir al horror

La escritora británica Wendy Holden relata en Nacidos en Mauthausen (RBA) la dura historia de tres madres y sus bebés que lucharon por sobrevivir en las inhumanas condiciones de los campos de concentración nazis.

10 junio, 2015 02:00

La autora, Wendy Holden, junto a una de las protagonistas, Eva Clarke

"Es la historia de tres mujeres, Anka Nathanova, Priska Löwenbeinova y Rachel Friedman, que desafían a la muerte para garantizar la vida de sus hijos" afirma rotunda Wendy Holden. "Jóvenes de familias acomodadas al comienzo de la guerra, que acaban soportando los mayores horrores" continúa explicando la autora de Nacidos en Mauthausen, el libro editado por RBA que recoge sus escalofriantes historias. Las tres, que no se conocían entre sí, llegaron a Auschwitz entre agosto y septiembre de 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial apuraba sus últimos coletazos. Contra todo pronóstico consiguieron ocultar el embarazo a sus captores, incluido el tristemente célebre doctor Mengele, que si descubría a alguna mujer en estado, o la enviaba a las cámaras de gas o la utilizaba para sus experimentos. También tuvieron que ocultárselo a sus compañeras y familiares "en estas situaciones tenías que volverte invisible, para no implicar a nadie". Pronto fueron trasladadas junto a muchos otros prisioneros a Freiburg, a una importante fábrica de aviones que los alemanes mantenían en febril funcionamiento "porque aún pensaban que podrían ganar la guerra en el aire". Tras siete meses ocultando su embarazo, Priska se puso de parto en la fábrica, donde trabajaban siete días a la semana, doce horas al día. "Los guardias", relata Holden "comenzaron a reír y a apostar que si era un niño ganarían la guerra mientras que si era niña, la perderían". Así, la mujer dio a luz, casi sin ayuda, a Hana y tuvo que envolverla en su camisón mugriento, su única prenda desde hacía varios meses. Asustados por el avance de los Aliados, los nazis embarcaron a la mayoría de las mujeres en un 'tren de la guerra' que durante más de dos semanas recorrió media Europa sin rumbo fijo. "Iban a trasladarlas a Buchenwald, pero los Aliados estaban liberando campos en los dos frentes, así que el tren cambiaba de rumbo constantemente", recuerda Holden. En ese trayecto, Rachel y Anka tuvieron a sus bebés. Rachel dio a luz a su hijo Mark en un vagón de ganado, en el mismo tren que durante 17 días sin apenas agua ni comida la transportó, junto a cientos de prisioneros entre los que estaba Anka, a Mauthausen. "A punto estuvo de cortar el cordón umbilical con los dientes, pero un prisionero encontró una cuchilla de afeitar a tiempo". Anka se puso de parto el día 29 de abril, justo al pisar el campo de exterminio, por lo que fue lanzada a un carro con mujeres enfermas de tifus y llenas de piojos, con la suerte de que al llegar, un médico la atendió y salvó al recién nacido, Eva, que pasó sus primeros días de vida envuelta en un papel de periódico. Aunque todo estuvo a punto de terminar de forma diferente. "Las metieron a todas en la cámara para matarlas, pero el gas se había acabado, así que decidieron dejarlas en los barracones para que murieran de hambre". Por suerte, la guerra estaba a punto de terminar. Al día siguiente, el 30 de abril, Hitler se suicidó, y unos días después, el 5 de mayo, las tropas aliadas liberaron el campo, que entre los prisioneros se conocía como 'El Quebrantahuesos' por las duras condiciones de vida y de trabajo a las que se veían sometidos. Una parte de la pesadilla había terminado pero sus desgracias no acabaron ahí: "ellas creían que al regresar tendrían a sus maridos y sus hogares intactos, pero no fue así en ningún caso" asegura ausente la autora. "Dentro del horror de todas las situaciones que se relatan, el libro trae un mensaje de esperanza, pues estas mujeres fueron capaces de reconstruir sus vidas tras la guerra y de proporcionar a sus hijos una existencia feliz", afirma Holden. Eva Clarke, una de las niñas supervivientes ha manifestado que efectivamente, toda su vida ha transcurrido de una manera normal, aunque desde niña su madre fue contándole la historia de su nacimiento "en pequeñas partes de información, porque yo hacía un montón de preguntas". "Me gusta decir que somos la voz de los que no tienen voz", ha dicho Eva Clarke, que también se ha referido a otros Holocaustos contemporáneos vividos en países como Camboya, Bosnia o Somalia. "Cuando lo peor sucede, hay que saber en qué consiste ese horror, de dónde viene, para que no vuelva a producirse", ha dicho Clarke. "Lo que aquí se narra parece increíble", afirma Wendy Holden, "pero si no tenemos mucho cuidado podría volver a ocurrir", sentencia.