Maylis de Kerangal.

Maylis de Kerangal (Toulon, 1967) es considerada una de las grandes escritoras francesas contemporáneas. Su último libro, Reparar a los vivos (Anagrama), consiguió en Francia una grandísima repercusión mediática y un éxito total de lectores. Siete premios cosechados en unos meses, entre ellos, el Premio France-Culture-Télérama, Gran Premio RTL-Lire y el premio Orange, que ahora se llama Baileys Women's Prize. Kerangal ha venido estos días a presentar su novela en España. Pasará unos días en Barcelona y otros en Madrid, donde finalizará su estancia con una charla en el Instituto Francés.



La precisión con la que Maylis de Kerangal cuenta, paso a paso, minuto a minuto, cómo se realiza un trasplante de corazón resulta de una profundidad literaria muy significativa. Basta leer a esta escritora para darse cuenta de que su estilo va más allá de simplemente contar un hecho impresionante, de que la profundidad de las palabras, la riqueza del vocabulario y el lenguaje de Kerangal se sitúan al mismo nivel que el de los grandes escritores, para quienes la literatura es un campo que abarca sensaciones, acontecimientos y materia, todo al mismo tiempo. Esa voz tan característica, explica a El Cultural la escritora en un café de París, le nace de sus entrañas y no viene de ningún aprendizaje anterior. De hecho, incluso la formación literaria de esta escritora es tardía. "Empecé trabajando como editora de guías de viajes. Lo que, ahora en la distancia, veo que ha influido en lo que escribo. Durante diez años estuve en Gallimard, hasta 2002, trabajando en una colección que se llamaba La Enciclopedia del viaje. Tenía que buscar documentos, reportajes, de gente erudita. Me confrontaba al espacio, al paisaje, a la física del mundo pero fuera de la ficción. Luego fui editora de libros para niños. No tengo una formación específicamente literaria. He estudiado filosofía, historia, y etnología. Yo quería ser etnóloga y la idea de ser escritora no gobernaba mi vida".



Maylis de Kerangal empieza a escribir su primera novela en la distancia. "Escribí mi primer libro durante un tiempo de ruptura en mi vida. Me fui con mi marido a Estados Unidos y allí me encontré con cierta disponibilidad. Estar en un lugar que no tenía nada que ver con mi mundo francés del café, del cine, la ruptura con lo conocido, me lanzó a la escritura como si hubiera sido algo que llevaba dentro de mí".



Y entonces decide dejar la editorial y dedicarse a escribir. "Todo vino de forma progresiva. Seguí escribiendo en el tiempo libre que me dejaba la editorial. Pero en 2008 pierdo el trabajo y decido entonces no buscar nada durante un tiempo. Acababa de publicar Corniche Kennedy, que había funcionado bien. Cambié entonces mi forma de ver la vida. En vez de escribir cuando la edición me dejaba tiempo, haría lo contrario, editar cuando la escritura me lo permitiese. En 2010 sale Nacimiento de un puente, que consiguió el premio Médicis, un premio de mucho reconocimiento en Francia. Luego publiqué un libro ruso, Tangente vers l'est y, por fin este último, Reparar a los vivos, que salió en Francia hace un año y del que sigo hablando casi a diario."



- Reparar a los vivos es un libro impactante. El tema del trasplante de corazón está al orden del día en una sociedad en la que los adelantos médicos alargan la vida del ser humano hasta limites insospechados. ¿Cómo nace esta novela tan peculiar?

- El libro es una digresión. El tema no es nada literario. Yo estaba trabajando en otro libro. Cuando me tocó la experiencia de la muerte a través de varias personas a mi alrededor que perdieron la vida. Fue la experiencia del dolor lo que me hizo empezar este libro.



- Pero el tema le interesaba especialmente. Usted misma había escrito un cuento sobre este tema años antes.

- El trasplante del corazón humano como epopeya del ser humano me interesaba desde hacía años. El corazón que es un músculo, con todo lo material que esto conlleva y, a la vez, otra cosa. Me vino la idea de partir de la epopeya griega para crear un enlace con nuestra época. El corazón es también el lugar del amor en nuestra cultura cristiana. El corazón del hombre es el lugar del afecto, del heroísmo, del coraje, es toda la historia de los cantares de gesta, lo que se llama el amor cortés y en catalán el amor de finamor. Había escuchado alguno de estos textos mientras escribía. Textos que hablaban de conquistar el corazón de una mujer. Entendí entonces que el corazón tenía esta doble dimensión. Interrogar las emociones, los afectos, e interrogar el cuerpo como una estructura físico-química de órganos.



- Todo el aparato logístico que permite el trasplante de un corazón, las operaciones, los trámites, se describen de una forma muy gráfica y documentada. ¿Qué vino antes, la escritura o la investigación?

- Las dos cosas a la vez. Así es como escribo. He hecho muchas búsquedas documentadas pero a la vez, escribo. Busco algo muy orgánico a través de la escritura. Que el libro sea la experiencia de un tema, a través de un lenguaje. La documentación solo me interesa si viene a crear galerías subterráneas en el propio lenguaje del texto. Por eso no hago jamás un dossier de documentos para luego ponerme a escribir. Hago todo en un mismo gesto. El libro, hasta el final, sigue los dos caminos a la vez.



- ¿Tuvo que pedir algún testimonio de gente que trabaja en este sector, o familiares que han tenido que sufrir un trasplante?

- No he entrevistado ni a la familia de un donante ni a la familia del que recibe. Pero sí que un hombre del mundo médico me acompañó a lo largo de la escritura de la novela. Tuve con él tres grandes entrevistas. Es coordinador de trasplantes. El equivalente de mi Thomas Remige en la novela. Un enfermero que sigue todo el proceso, desde la muerte encefálica, al anuncio a los padres, al consentimiento de los familiares para la donación, la organización, la logística. Con él pude asistir al momento en el que llega el corazón a la sala de operaciones, un momento emocionante. Este Thomas Remige es el que canta al final de mi novela. ¡Por eso su relación con los textos de los cantares! Fue alguien muy importante porque me explicó en qué consistía su trabajo y me hizo entender que mi libro era, en realidad, un libro que mira hacia la muerte.



- Su libro cuenta, sobre todo, lo que vive Simon Limbres, el personaje que dona su corazón, es decir el que muere durante las primeras páginas de su novela. No describe apenas a Claire, la mujer que, al final, recibirá su corazón.

- Por eso digo que mi libro mira hacia la muerte. La sociedad tiende a pensar en el que se le ofrece la posibilidad de vivir, cuando antes está el que permite esta transferencia de órganos. El personaje de Claire está poco desarrollado. Para mí, es el libro de Simon y no el libro de Claire. Es el libro de la muerte y del don, no de la reparación y la supervivencia. La novela mira la muerte de manera muy frontal y materialista. Pero por otro lado, algo se salva de este chico.



- ¿Y esto que permanece y que no es la vida, ya que Simon Limbres muere, puede ser el latir del corazón, el movimiento del mundo, del universo y que aparece en el vaivén de las olas al principio y que sigue tan bien la música interna de su estilo?

- Me alegro de que lo haya visto. Las frases van a la velocidad de las venas, circulan en todo momento, son circuitos que he querido mostrar en mi novela.



- Por eso no hay personaje principal en la novela. ¿Hay, sin embargo, algún personaje que cuente para usted más que los demás?

- Para mí, los más importantes son Simon, Mariana y Thomas. El donante de 19 años, su madre y el enfermero. Son figuras mayores. Pero en los libros que escribo instauro colectivos y me intereso por situaciones que ponen en evidencia lo múltiple. Como yo, que estoy muy presente en mis libros y a la vez escondida. Es una posición que me conviene aunque de ella tendré que salir en algún momento.