Edición y traducción de Mauro Armiño Páginas de Espuma. Madrid, 2014. 812 páginas, 35 euros

Leer a un novelista del siglo XIX resulta cómodo, pues nos sentimos en casa, en ese confortable espacio acondicionado por la historia y las maneras literarias conocidas, mientras que una obra original del presente pide siempre la adaptación del lector a las circunstancias nuevas. Además, la ficción de un escritor como Honoré de Balzac (1799-1850) devuelve la confianza en la propia literatura, parece servir de algo, poseer un propósito social, e incluso me atrevería a decir una ideología. Sus narraciones, plenas de observación sobre el mundo y las gentes, rebosan de confianza en que el hombre puede comprenderse a sí mismo y a cuanto le arraiga al medio social.



La comedia humana, el nombre dado por Balzac a su obra, incluye sus novelas más famosas, como Eugénie Grandet (1834) o Le Père Goriot (1835), al igual que los relatos y novelas cortas aquí presentados. Algunos de estos textos breves son también muy conocidos, como "Sarrasine" o "Facino Cane", otros resultan simplemente pequeñas obras maestras, como "Una pasión en el desierto" o "La obra maestra desconocida". Varias, como "La posada roja", suelen ser mencionadas con frecuencia por la crítica. Este conjunto narrativo ha sido comparado con frecuencia con una catedral, porque los altares principales (las novelas), se hayan flanqueados por capillas laterales de igual importancia (su narrativa breve).



Balzac era un hombre de prodigiosa vitalidad, gustaba de las mujeres y de la buena mesa, del arte, y pasó la vida entera escribiendo para pagar los dispendios exigidos por la buena vida. Sus textos revelan un escritor que supo unir la descripción exterior del personaje con su interior, y que poseía el don del buen psicólogo: el saber navegar por los interiores sin ofender al inquilino. "El conde de Lanty era bajo de estatura, feo y flaco, sombrío como un español, aburrido como un banquero. Pasaba además por ser un perspicaz político, quizá porque rara vez se reía, y siempre citaba al señor Metternich o a Wellington" (pág. 265). En otras ocasiones el observador de la sociedad nos deslumbra con sus palabras. "El hombre no puede obrar mal constantemente. Por eso, hasta en la sociedad de los piratas debe haber algunas horas dulces en las que podéis creer que os encontráis en su siniestro bajel como en un columpio" (pág. 670).



Pocas obras del presente ofrecen textos tan condensados y ricos en contenido, verdaderas lecturas psicológicas de los sentimientos humanos, expresadas con una mezcla a partes iguales de observación y de agudeza verbal. Cito de "La obra maestra desconocida", un texto ineludible para cualquier persona interesada en el arte. "En todos los sentimientos humanos existe una flor primitiva, engendrada por un noble entusiasmo que luego va languideciendo, hasta que la felicidad no es otra cosa que un recuerdo y la gloria una mentira" (pág. 544). Y para quienes piensan que los escritores realistas son sólo copistas de la realidad les dejo este final de la descripción de Frenhofer, un pintor inventado por el Balzac: "Hubierais dicho que [su aspecto] era un lienzo de Rembrandt caminando en silencio y sin marco en la negra atmósfera peculiar de ese gran pintor" (pág. 545).



Quizás "Sarrasine", el más renombrado de los relatos aquí publicados, constituye una excelente introducción al arte de Balzac. Contiene en breves trazos la esencia de su obra: la ambigüedad de lo real. El narrador de la historia se halla sentado en el hueco de una ventana, desde donde observa la alegre fiesta en la habitación. Fuera reina el frío del invierno, dentro el calor producido por el contacto humano. Le cuenta a su acompañante la historia del joven Sarrasine, un escultor con talento, que se enamora en Italia de una bellísima cantante, La Zambinella, que resulta ser un castrato. Balzac simboliza así la esencial ambigüedad de la vida humana, bella por fuera, profundamente problemática por dentro, en lo sexual, en lo filosófico y en lo social.



Las obras de Balzac sirvieron en su tiempo para ayudar a sus lectores con las dificultades de alcanzar la edad adulta. Quizás hoy sirvan para desempeñar un cometido semejante.

Más Balzac

Coincidiendo con la aparición de esta edición de los Cuentos de Páginas de Espuma, Hermida Ediciones ha publicado el primer volumen de La Comedia humana que incluye las cinco primeras novelas según el orden de la edición canónica: La casa de ‘El gato juguetón', El baile de Sceaux, La Vendetta, La bolsa y La amante imaginaria. La tradución es de Aurelio Garzón del Camino y la edición incluye el prólogo del propio Balzac en el que explica que "la primera idea de La Comedia humana surgió en mí comno un sueño, como uno de esos proyectos imposibles que se acarician y se dejan escapar. Pero la quimera, como muchas quimeras, se trueca a veces en realidad y dicta sus mandamientos".