Ian Morris. Foto: Linda Cicero

En el último siglo los ejércitos occidentales asolaron Asia y no al revés. Sus gobiernos incorporaron el capitalismo y el comunismo pero los nuestros no siguen el confucionismo. Los orientales utilizan el inglés para entenderse en el mundo pero los europeos raramente recurren al mandarín o al japonés. ¿Por qué? ¿Qué ocurrió para que esto fuese así? Es la Gran Pregunta y el historiador Ian Morris se atreve a responderla, con desparpajo y toneladas de datos, en ¿Por qué manda Occidente... por ahora?

Occidente gobierna el mundo desde que los soldados de la Reina Victoria saquearon el Palacio de Verano del emperador Xianfeng en 1860. Más o menos. Lo logró gracias a la Revolución Industrial, al carbón y al acero, a su dominio de los mares y a que, como glosó con escasa delicadeza el poeta anglofrancés Hilaire Beloc: "Pase lo que pase tenemos / la ametralladora Maxim y ellos no". Pero, ¿de dónde procedían aquellas increíbles ventajas? ¿Por qué no fue la armada china la que se abrió paso a cañonazos por el Támesis?



Es con esa estampa imaginaria de la reina Victoria arrodillada ante los chinos con la que Ian Morris (Stoke-on-Trent, Inglaterra, 1960), de la Universidad de Stanford, abre ¿Por qué manda Occidente... por ahora? (Ático de los Libros, 2014). Morris se atreve a responder la Gran Pregunta en un libro torrencial e interdisciplinar que recurre a la historia tanto como a la sociología, la biología o las neurociencias. Y no teme imaginar el futuro.



-¿Cómo un arqueólogo se decide a enfrentar nada menos que 15.000 años de historia?

-Siempre me han interesado las preguntas ambiciosas y creo que muchos historiadores y arqueólogos comparten esta inquietud, pero como a menudo se recompensa a los especialistas que se dedican a responder preguntas muy concretas, las grandes quedan sin respuesta. Decidí escribir este libro tras unas conferencias en Stanford sobre las grandes teorías de la historia y eso me hizo reflexionar sobre mi área, la Roma y Grecia clásicas. La fascinación por estas culturas desarrolló en el siglo XIX una teoría que decía que, gracias a ellas, los europeos eran superiores al resto. La teoría fue perdiendo adeptos en el XX y hoy está casi extinta, pero entonces, ¿por qué Europa y América del Norte dominan el mundo? Si no es la Gran Pregunta, al menos es una que merece estudio. Vale también la pena plantearse si el pasado nos puede dar pistas sobre el futuro.



Seis ciegos y un elefante

Hay que recurrir a todo el arsenal de fuentes: sociología, biología, geografía

-Muchos han intentado responder esa pregunta. Jared Diamond, en su célebre Armas, gérmenes y acero enumeraba las ventajas de Occidente: mayor variedad de animales y plantas domesticables, idóneas coordenadas geográficas, etc. Pero eso no basta, dice usted.

-Hay un antiguo relato procedente de la India sacerca de seis ciegos que se encuentran con un elefante. No saben qué es y lo tocan para averiguarlo. Uno lo agarra por la trompa y dice que es una serpiente; otro le palpa la cola y afirma que es una soga; otro se recuesta contra una pata y concluye que se trata de una columna. Como solo tocan una parte, todos llegan a una conclusión diferente. Por eso no debemos renunciar a ninguna herramienta. La sociología nos dice por qué se producen cambios en las sociedades y sus consecuencias. Por qué los cazadores recolectores nómadas se sedentarizaron y cultivaron la tierra, o por qué algunas ciudades se transformaron en imperios. Hay que recurrir a todo el arsenal de fuentes: sociología, biología, geografía. Hemos construido a lo largo de nuestro viaje en el planeta una caja de herramientas en la que habitan la filosofía y el arte, pero también la biología, la genética o la economía. ¿Por qué no íbamos a utilizarlas todas?



-Rechaza las teorías que afirman por un lado que Occidente siempre ha mandado, o, por otro, que manda por un azar reciente, por la suerte de hacer la Revolución Industrial.

-Ambas teorías son erróneas, como demuestra que Occidente no siempre ha mandado (por tanto difícilmente es un destino inmutable) pero sí ha ido por delante de Oriente durante el 90% del tiempo desde 14.000 a. C. (por lo que difícilmente su dominio es una casualidad reciente). Ambas teorías son eurocentristas pero hay que demostrar por qué están equivocadas.



-Su respuesta pasa por estudiar "la totalidad de la historia humana". ¿Qué significa eso? ¿Aspira a una historia global, a ser algo así como el Braudel del "Occidente"?

-Braudel es uno de los más grandes historiadores del siglo XX y su trabajo ha sido muy influyente en todo el mundo. Me halaga que se compare mi estudio de Occidente con su excelente obra sobre el Mediterráneo. Es cierto que comparto con Braudel la pasión por las grandes preguntas y los grandes temas, y también su voluntad de utilizar herramientas económicas y sociales para comprender mejor el pasado. Hay que ir más allá de la Historia de corto plazo o mera sucesión de acontecimientos. Hay que unir los puntos, ver el dibujo general.



-La geografía no basta, pero sí cumple un papel crucial. ¿Qué opina de los argumentos de Acemoglu y Robinson en ¿Por qué fracasan los países? Según ellos la geografía no da respuesta pues hay lugares similares, o vecinos, con economías muy diferentes. Señalan, más bien, a las "instituciones políticas".

-Acemoglu y Robinson presentan un argumento convincente contra la geografía, pero no valoran hechos indiscutibles. Imagine que vive hace quince mil años. Usted, como yo, y como casi todos, es perezoso, codicioso y un poco miedica. Quiere facilidades que no pongan en juego su vida y que la mejoren o le den más riqueza. Si hubiera vivido en la zona entre Iraq y Siria, donde surgió nuestra civilización, de las 56 plantas silvestres con semillas más grandes y nutritivas, 32 crecen en el campo por el que pasea cada día. Si, en cambio, hubiera vivido en Asia oriental, sólo contaría con seis. En América central sólo cinco, y en África subsahariana y América del Norte, cuatro, en Australia y en América del Sur, dos, y en Europa sólo una. ¿De verdad nos podemos creer que la geografía no tuvo ningún peso para que la agricultura y la civilización surgieran primero en Oriente Medio? La geografía no es toda la respuesta, pero decir que no es parte de ella no tiene sentido.



Entre la codicia y la pereza

Los biólogos saben que los seres vivos almacenan la mayor cantidad de energía que pueden y gastan la mínima
-La historia no la hacen los grandes hombres, sino "la gente perezosa, cobarde y codiciosa que busca maneras más fáciles, rentables y seguras de hacer las cosas". Así reza su Teorema de Morris. ¿Los grandes hombres están sobrevalorados?

-Desde luego, los historiadores no hemos prestado atención a la importancia de la pereza. Los biólogos, en cambio, no han cometido ese error: saben que los seres vivos almacenan la mayor cantidad de energía que pueden y gastan la mínima. Los seres humanos andamos siempre buscando un equilibrio entre nuestra avaricia y nuestra pereza. Y los cambios tecnológicos modifican ese equilibrio. Un cazador recolector no gana mucho matándose a trabajar. Pero un agricultor sí. Alrededor de 1600 se produce una "revolución industriosa" en Europa y la gente empieza a trabajar más. ¿Se pusieron todos de acuerdo para ser menos vagos? No. Antes no tenía sentido que trabajaran más, porque no había mercados donde vender toda esa ropa adicional que podían tejer, pero ahora los mercados que se creaban en el Atlántico Norte permitían convertir esas horas extra en tabaco o azúcar o periódicos. Y la gente estuvo dispuesta, en masa, a trabajar más para echar un cigarrillo o endulzarse la vida.



-Pero Occidente no siempre ha gobernado. Entre los siglos VI y XVIII, durante 1.200 años, fue Oriente. ¿Qué pasó?

-He descubierto que cada tanto una civilización se enfrenta a unos "techos duros" de desarrollo. Si quiere seguir prosperando, esa civilización tiene que cambiar de algún modo, pues ha llegado al máximo que su forma le permite. Eso le pasó al Imperio romano. Alcanzó uno de esos techos en el siglo I d. C., pero no podía seguir prosperando si no encontraba una combinación de nuevos mercados y nuevas fuentes de energía. A raíz de esa caída, China tomó la delantera y alcanzó cotas que la pusieron en el siglo XIV ante el mismo dilema. En cambio, Europa amplió sus mercados a América. Eso la llevó otra vez a enfrentarse al techo duro y esta vez sí, dio con la respuesta: unos excéntricos ingleses descubrieron que podían utilizar el vapor para crear una bomba más eficiente para las minas, empezó la revolución industrial y el desarrollo de Occidente se disparó.



Atisbar el futuro

-Al final del libro se atreve a hacer algo que siempre pone muy nerviosos a los historiadores: atisbar el futuro.

-¡A mí me pone muy nervioso el futuro! Me temo que mi estudio que la humanidad ha llegado a uno de esos techos duros de los que hablo. China está haciendo su revolución industrial en los últimos cincuenta años, pero, igual que le pasó al Imperio romano, se nos han acabado los mercados y estamos agotando las posibilidades de los combustibles fósiles. ¿Qué pasará a continuación? ¿Nos espera una nueva edad oscura, como sucedió tras el hundimiento del Imperio romano? ¿O daremos con la solución, como en la Europa de la Revolución industrial? Reflexiono y no sé si tenemos motivos para ser optimistas.



-¿El ascenso de China es inevitable? ¿O la falta de libertades acabará por hacer estallar el país?

-El ascenso de China es consecuencia de la industrialización de un país de enorme tamaño. Ha superado el techo duro que le impedía crecer y aplicando las mismas estrategias que llevaron al progreso de Occidente. La Unión Soviética, en realidad, formaba parte de Occidente. La diferencia con China es su enorme tamaño y el hecho de que nunca había hecho una auténtica revolución industrial. Deng y Gorbachov, no obstante, comprobaron que mayores libertades económicas llevan a la gente a pedir libertades políticas. La URSS optó por evitar la represión y China por recurrir a ella. Puede que China se transforme democráticamente o puede que sus élites consigan que la represión siga siendo efectiva, pero en cualquier caso, su ascenso económico seguirá sea cual sea el destino político del país.



-Las explicaciones culturales o genéticas parecían haber quedado atrás como razones de las diferencias entre los países. Y sin embargo, un libro reciente de Nicholas Wade (A troublesome inheritance) ha desatado una gran polémica en EE.UU. al afirmar que unos países triunfan y otros fracasan debido a las diferencias genéticas de su población. ¿Cuál es su opinión?

-144 académicos especializados en genética y biología firmaron una carta abierta en el New York Times denunciando que Wade se basaba en información incompleta y parcial y que el uso que hacia de los datos era incorrecto y que sus tesis carecen de ningún apoyo en la comunidad científica. Yo me reafirmo en mi convencimiento de que las personas, consideradas en grandes grupos, son parecidas sean del lugar que sean. Invito a la gente a leer la excelente demolición que hizo uno de los signatarios de la carta, mi colega de Stanford, el profesor Marcus Feldman, del libro de Wade, donde explica detalladamente todos sus errores, traza las raíces de sus peligrosas teorías y explica por qué sus conclusiones son insostenibles.



-¿Cuál es hoy el mayor enemigo de Occidente? ¿China? ¿El yihaddismo? ¿Putin quizás?

-Ninguno de ellos. El mayor enemigo de Occidente no es China, que simplemente se industrializa e intenta conseguir riqueza, ni el yihaddismo islámico, que no tiene poder real más allá de hacer miserable la vida de las personas de los territorios en los que se instala, ni Putin, que gobierna un país cuyo producto interior bruto es similar al de Italia y, por lo tanto, nunca supondrá un desafío. El mayor enemigo de Occidente hoy es también enemigo de Oriente y de toda la humanidad: nos enfrentamos a un techo duro de desarrollo social. No hay nuevos mercados en el mundo y, para colmo, se nos acaban los combustibles fósiles y no existe ninguna alternativa de energía viable a corto plazo. ¿Vamos a hundirnos en un período de inestabilidad y guerras, en una auténtica edad oscura? ¿Se apagarán las luces y los motores cuando no tengamos energía con que alimentarlos? ¿O hay en alguna parte alguien que empieza a vislumbrar una solución? El ocaso o un cambio cuyas consecuencias no podemos ni imaginar son nuestras alternativas. Por suerte o por desgracia, vivimos tiempos interesantes.



-Para terminar. Occidente manda económica, militar y políticamente (por ahora). Pero, ¿no manda también "moralmente"? ¿No son esos grandes inventos occidentales como los derechos humanos, la igualdad hombre-mujer, el respeto a las minorías, etc, un tesoro de Occidente que explica también su éxito?

-Del mismo modo que muchos pensaban que Occidente mandaba porque había algo en la Roma y Grecia clásicas que lo hacía especial, existe la tendencia asentada a creer que logros como la democracia o los derechos humanos o la igualdad entre hombre y mujer distinguen a Occidente. Olvidamos con facilidad lo increíblemente recientes que son esos logros y lo mucho que tienen que ver con fuerzas mayores que los facilitan. La igualdad entre hombre y mujer, por ejemplo, se ve facilitada por las necesidades de producción de una economía industrial. La propia democracia desapareció completamente de Occidente en los dos mil años que separan la Grecia clásica de las revoluciones francesa y estadounidense. Por ello, hay que defender la igualdad de sexos, el respeto a las minorías, los derechos humanos y la democracia, pero debemos ser conscientes de que hay una serie de acontecimientos que llevan a que sea Occidente el lugar donde emanan y que, de haber cambiado ciertas cosas, habrían aparecido (y de hecho aparecen a lo largo de la historia) en Oriente.