Aurora Egido es la séptima mujer que hay actualmente en la RAE

Aurora Egido se ha convertido en la séptima mujer que hay actualmente en la Real Academia Española (la novena en la historia de la institución). Gran experta en el Siglo de Oro y catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza, Egido se suma a partir de ahora al trabajo que realizan en la RAE las académicas Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Soledad Puértolas, Inés Fernández Ordóñez y Carme Riera. Salvo Matute, todas ellas han asistido la lectura del discurso de ingreso de Egido, dedicado a Baltasar Gracián. También han estado presentes académicos como Luis María Anson, Luis Goytisolo, Gregorio Salvador, Arturo Pérez-Reverte, Francisco Rico, José María Merino, Luis Mateo Díez, Pedro Álvarez de Miranda, Salvador Gutiérrez y José Manuel Sánchez Ron.



Muy elegante, Aurora Egido (Molina de Aragón, Guadalajara, 1946) entraba en el salón de actos de la RAE minutos después de las siete de la tarde del domingo, flanqueada por la escritora Carme Riera y por el actor José Luis Gómez, los dos últimos académicos en ingresar en esta institución. Instantes después, la nueva académica comenzó la lectura de su discurso, titulado La búsqueda de la inmortalidad en la obra de Baltasar Gracián. Gran experta en el autor de El Criticón y leyó un resumen del extenso libro, de 350 páginas, que ha preparado con motivo de su ingreso. En él fue viendo cómo desde su primer libro, El héroe, Gracián (1601-1658) "estaba obsesionado por dos búsquedas, la de la felicidad y la de la inmortalidad". En "El Criticón", esa primera búsqueda se transforma en la de la inmortalidad, que ya "para los clásicos era muy importante porque indica que la persona no desaparece en la cueva de la Nada sino que se perpetúa en la memoria ajena a través de sus obras", señaló Egido, que en 2001 fue comisaria del IV Centenario del Nacimiento de Gracián.



Esa doble intención de "eternizar sus propias obras y a la vez otorgar gloria a los héroes y autores destacados en ellas por su probada excelencia", la tuvo Gracián "en un doble plano, ético y estético, pues, para él, ser persona era también un estilo", afirmó la nueva académica. Gracián, cuyo pensamiento "se adelantó a su tiempo", particularmente con el Oráculo, ofreció en esa obra y en El Criticón "sutiles e ingeniosos hilos de oro para encontrar salidas en el laberinto del mundo". "El difícil e incierto camino de la inmortalidad, lleno de escollos, y que a veces sólo conduce a la cueva de la Nada, muestra no solo la necesidad de los hombres de permanecer en la memoria ajena, sino la lucha permanente de la literatura contra el olvido", indicó Egido.



La nueva académica analizó también el reflejo de la obra de Gracián en la literatura posterior, considerándola como "uno de los mayores esfuerzos de universalidad, comparable al de Miguel de Cervantes en 'El Persiles', aunque Gracián dejara abierto el desenlace en manos de los lectores". Egido estudió además la imagen del laberinto en Gracián, mostrando ese laberinto "en todos los niveles: político, el de la Corte, el amoroso e incluso el laberinto interior por el que la persona se pierde". El laberinto de la Corte estaba, según Gracián, "lleno de ambiciones, lleno de gente sin mérito que alcanza los puestos más altos, mientras que los sabios, según el escritor, 'viven en casas bajas' frente a los grandes palacios de los poderosos".



La infanta Margarita de Borbón y Carlos Zurita, duques de Soria; la consejera de Educación del Gobierno de Aragón, María Dolores Serrat, y el rector de la Universidad de Zaragoza y presidente de la CRUE, Manuel José López, fueron algunos de los asistentes que acompañaron a Egido, Premio Nacional de Investigación en Humanidades "Ramón Menéndez Pidal", que estuvo también acompañada por sus hijos y nietos y numerosos amigos. En el estrado, el director de la RAE, José Manuel Blecua; el secretario, Darío Villanueva, y el vicedirector de la Academia, José Antonio Pascual, escucharon también la lectura del discurso, en el que Egido tuvo palabras de elogio para su antecesor en el sillón "B", el cineasta José Luis Borau.



Egido conoció a Borau "gracias a una amiga común, Carmen Martín Gaite", explicó. "Ella me hablaba de su generosidad y buen humor, de su aversión por los 'contentitos' de vida redonda, y lo describía como 'un solitario absoluto y feliz'", señaló la nueva académica que, "sin pretenderlo", ha ido tras las huellas del director de Furtivos. Egido vivió durante ocho años en la misma calle donde Borau residió con sus padres y cuando ella fue a Los Ángeles de profesora visitante, el cineasta acababa de dejar la ciudad después de haber pasado allí diez años para rodar la película Río abajo. Experta también en autores como Cervantes, Calderón y Lope de Vega, Egido evocó la trayectoria cinematográfica y literaria de Borau, que fue guionista, actor, productor, director, editor, profesor y crítico de cine. Un hombre "inasequible al desaliento", como dijo Mario Vargas Llosa en su contestación al discurso de ingreso en la RAE de Borau.



La directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos; políticos como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miguel Ángel Cortés; rectores de varias universidades madrileñas y miembros de las Reales Academias de la Historia, Bellas Artes y Ciencias Morales y Políticas oyeron las reflexiones de Aurora Egido sobre la obra de Gracián. Tampoco quiso perderse la ceremonia el alcalde de Molina de Aragón, Jesús Herranz. De darle la bienvenida a la RAE, y de contestar a su discurso, se encargó el poeta Pere Gimferrer, amigo de la nueva académica desde finales de los sesenta y uno de los tres que propuso su candidatura junto con Carmen Iglesias e Ignacio Bosque. Gimferrer hizo un recorrido por las numerosas publicaciones de Egido (unas trescientas) y recordó las palabras con que Fernando Lázaro Carreter definió en una ocasión a la nueva académica: "Aurora es un genio".