Guillermo Saccomanno. Foto: Juan González

Seix Barral. Barcelona, 2013. 624 páginas, 23 euros

Partiendo de sus muchos años de estancia en la ciudad balnearia argentina de Villa Gesell, donde se trasladó a vivir a finales de los 80, ha construido lenta y pacientemente Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 1948) este largo texto que a punto estuvo de perderse para siempre cuando un ladrón nocturno, a punta de pistola, robó su ordenador. Saccomanno salvó de milagro un pendrive en pleno atraco, con una primera versión de esta ambiciosa novela.



Villa Gesell se designa en la obra como 'La Villa', un luminoso y hospitalario lugar de vacaciones, promesa de 'paz espiritual', bajo el cual late un oscuro y áspero trasfondo que el escritor hace emerger de modo coral con el talento del fino observador atento a las voces y movimientos de quienes conforman esa reducida sociedad. Lo hace aflorar de un modo poderoso hasta darnos el exacto tejido social, lo inquietante y violento que se oculta y late bajo el engañoso aspecto familiar de las cosas. La elección de lenguaje, desde el salvaje y arrebatador inicio, no puede ser otro que el de la propia 'tribu', el habla clara y coloquial, a pie de calle, con alto voltaje y sin disimulos. Hay toda una 'villa miseria', un 'paisaje del pobrerío'más atrás de la primera línea de la 'gran familia' que comparte asados con su grupo de amigos, lugares donde reina la ley de las armas, algo que, en oleadas, arremete cada tanto contra el equilibrio burgués del primer plano.



Pero la violencia no es sólo cosa de 'pibes enfierrados' o colocados, reside, sobre todo, en el propio sistema, en la hipocresía social y en la corrupción de guante blanco de los constructores, policías, políticos, eclesiásticos y jueces. La ley del silencio atenaza también las palabras de ese logrado personaje que es el director de la gaceta local. Como afirman los poderosos de la Villa, "gobierne quien gobierne, van a hacer los deberes como se nos ocurra". Bajo esta sociedad redorada, se cometen asesinatos, suicidios de jóvenes embarazadas, austes de cuentas, linchamientos, infidelidades de alta sociedad, xenofobia, apaños urbanísticos, 'trámites aceitados', delitos ecológicos, niños-bien y niños-mal hermanados por la futura falta de salidas. Los alumnos difíciles puede que devengan neonazis, mientras que las hijas de antiguos hippies se vuelven yuppies del Citibank. Fuera de temporada emergen duros y largos inviernos donde el silencio, la soledad y el frío trastornan a quien baje la guardia. El pasado de la villa o el de la nación no pueden taparse: son emblemáticos ese comisario Vidal con bigotito a lo Videla o el revelador sótano con los álbumes del antiguo nazi don Manfred. A veces los verdugos y las víctimas de Buchenwald pueden llegar a coincidir y reconocerse mientras compran Strudel en la pastelería.



Afloran aquí tiempos de 'milicos' que secuestraban a 'hijos de subversivo'". A las playas de Villa Gesell "muchos muertos traía la marea en ese entonces". Mediante la hábil alternancia de estampas, de personajes que toman la palabra para formar el puzzle completo, Saccomanno logra una novela monumental donde ciertas historias comprimidas nos sacuden con su final inesperado y explosivo. Tocado por la gracia del escritor bien forjado y del penetrante observador, deslumbra su capacidad de representar el discurrir limpio y sucio de la propia vida. Nos muestra el otro lado del tabique desde esa pared falsa y disimulada que se conoce como cámara Gesell. "De eso se trata escribir, pienso. Nadar bajo el agua".