Francisco Umbral. Foto: El Mundo

Francisco Umbral (Madrid, 1932-2007) alcanzó su cima literaria con Mortal y rosa, hoy un clásico indiscutible de nuestras letras. Escrita tras la muerte del único hijo del escritor, una pérdida que destrozó a un padre que se sumió en la literatura para escribir una de sus grandes obras, está considerada la mejor de su colección. A analizarla se dedicó este miércoles la Fundación Umbral, que ha celebrado una charla con Raúl del Pozo, Antonio Lucas y Narciso de Foxá, alcalde de Majadahonda, para hablar su trascendencia y la importancia que tiene en el imaginario literario del país.



La idea de esta mesa redonda nació hace escasamente un año cuando la Fundación Umbral regaló varios ejemplares de bolsillo de la obra para su posterior análisis y discusión sobre las diversas posturas de los lectores. Antonio Lucas considera que Mortal y rosa "no es literatura funeraria sino un libro escrito desde el daño y que habla de la naturaleza diabólica de la muerte de un niño". Por su parte, Raúl del Pozo defiende que es "una obra de sentimiento, un ecocardiograma". Además, el columnista de El Mundo señala que "la familia puede ser el origen de la catarsis pero también lo es de la buena literatura". Lo que ambos destacan es que "es la obra cumbre de Umbral".



La impronta del escritor en la literatura española se centra en que "convirtió la autobiografía en una de las bellas artes e inventó el lenguaje de nuestra generación", opina Del Pozo. Además, añade, que "si uniéramos todo lo que él escribió, artículos, poemas, novelas, todo junto sería una novela realista". No debemos olvidar que Umbral fue "bastante narcisista pero en esta ocasión se rinde por primera vez ante un protagonista, que es su propio hijo". La muerte de un niño tan pequeño es incomprensible a ojos de cualquier padre, es por ello que en esta obra Umbral se mantiene "traspasado por dos vías; la del lenguaje y la del intento de entender el mundo tras una pérdida así", añade Lucas.



Y es que Mortal y rosa es una novela desgarradora que comienza y concluye en un cementerio. Un escenario escalofriante que nos aporta la idea y nos transporta hasta el lugar haciéndonos sentir esa pérdida como propia. "Está escrito con libertad sonámbula, esa que te da el dolor y se alcanza muy pocas veces en la literatura", comenta Antonio Lucas. "Si Manrique pasó a la historia por Coplas a la muerte de su padre, Umbral lo hace con Mortal y rosa, por la muerte de su hijo", afirma Raúl del Pozo. Además, prosigue Lucas, "recupera la tradición de los escritores barrocos con la importancia de ese lenguaje que empleaban De la Serna o Quevedo, esa forma de escribir que hace del lenguaje un animal doméstico". La muerte de Pincho, que así llamaban al hijo de Umbral, fue la tortura del escritor y "el signo y símbolo de su catástrofe", concluye el periodista.