Pedro Salinas

Cátedra. Madrid, 2013. 504 páginas. 15,30 €

No hay discusión sobre el lugar que ocupa en la poesía española contemporánea la obra de Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, Estados Unidos, 1951), ese lugar es el de una obra canónica y ése el reconocimiento que se le debe y es capítulo que no puede faltar en cualquier historia literaria. Ya en 1932, con tres libros de poesía publicados, figuraba por derecho propio en Poesía española, la decisiva antología de Gerardo Diego, y estaban por llegar los quizá más significativos.

Es un tópico de los estudios literarios dividir sus libros poéticos en tres etapas: la inicial, signada por la modernidad, por una poética por la que la palabra ha de ir más allá de lo real, ideal en último extremo platónico que no le abandonará, de “aventura hacia lo absoluto” definía la poesía en la mencionada antología; de “deshumanizada” en la estela de la propuesta de Ortega se ha caracterizado en numerosas ocasiones; la trilogía amorosa formada por La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento, uno de los cánticos amorosos fundamentales de la poesía española, aunque mereciese el juicio de mero juego o afectación en la censura, general para esta poesía, de Luis Cernuda; y sus tres últimos libros, expresión de la crisis propia, del desastre español y del desarreglo del mundo en la visión de un humanista. Ese mismo carácter ilumina su libro ensayístico El defensor, lectura que resulta hoy muy actual.

A Salinas además, a fin de cuentas profesor de literatura, se deben trabajos como Literatura española del siglo XX o Jorge Manrique, un libro que es todo un clásico, o Rubén Darío, y está también su no escasa faceta de dramaturgo y la de autor de algunas narraciones, obras estas de verdadero interés aunque, ya puede ser que injustamente oscurecidas por su labor poética. En conjunto, una obra imprescindible del período contemporáneo.

Son varias las ocasiones en que se han editado sus poesías completas con incorporaciones sucesivas, la más reciente en uno de los volúmenes de Obras completas en 2007, tomo al cuidado de Montserrat Escartín Gual, excelente conocedora de esta obra y que ahora presenta esta colección de textos que no interesarán sólo a los estudiosos de la literatura y a los apasionados de la obra de Salinas, sino a los lectores de poesía en general, por la cantidad de materiales, hasta ciento cuarenta y dos textos, rigurosamente inéditos unos, versiones de otros ya conocidos con todo tipo de variantes, borradores, esbozos, poemas incluidos en cartas o publicados en revistas, en fin, un auténtico complemento del tomo antes mencionado y, desde luego, un conjunto verdaderamente importante para el conocimiento de la poesía de Salinas.

El conjunto que se reúne aquí cubre toda la trayectoria del poeta, desde escritos juveniles, sonetos, en 1912 se fecha el más antiguo cuando su primer libro se publicó en 1923, hasta el que cierra la colección escrito unas semanas antes de su muerte, donde queda fijada, por mucho que sean unos versos de circunstancias, la nostalgia de España, ausente de ella el poeta desde los inicios de la guerra para dictar cursos en Estados Unidos, una España a la que ya no regresaría.

En relación con todo ese drama y aunque la poética de Salinas dejaba fuera el compromiso político, se recogen en este volumen tres sonetos burlescos, sobre Chamberlain, Hitler y Franco -“Católica-apostólica alimaña” es el verso inicial del titulado “Paca, la franca mona”-, que son auténticas curiosidades, además de que ponen de manifiesto su posición política, bien conicida por estar presente en varios otros lugares. Salinas buscó en sus libros el que contuviesen números redondos de poemas, cincuenta son los de Presagios y Seguro azar, treinta y tres los de Fábula y signo, y ello quizá explica el que poemas redactados queden relegados aunque algunos se recuperen, a veces reelaborados, en libros posteriores. De ésas y otras muchas circunstancias de los textos da noticia la editora con toda minuciosidad y conocimiento.

Excelente noticia la publicación de esta colección de poemas, donde se puede observar también la tarea del poeta, su taller, qué es lo desechado, cuáles las variaciones, que dan idea de lo meticuloso del quehacer de Salinas y que nos completan la talla de su obra.

[¡Estás, amor, estás!]

¡Estás, amor, estás!

¿Cómo he podido

dudar de tu existencia?

Cantas, amor, ¿cómo he podido

confundir una voz con el silencio?

¿Brillas, amor, porque no te veía?

Dame fe para verte

cuando otra vez parezca que

no estás.

Dame oídos para oírte

cuando se me figure que te callas.

Dame esta luz de hoy,

eternamente,

para que no te desconozca y

siempre

adore el ver tu forma,

que el alma ha visto hoy,

sin sombra alguna.