Willy Uribe

 

Dieciseis días después de haber comenzado su huelga de hambre, Willy Uribe se encuentra aún animado, tomando el sol por primera vez y escuchando a Johnny Cash. Sí, está tan animado que ha pedido en las redes que quienes mañana 27, a las 12, puedan, se sienten con una pancarta y pidan el indulto de Reboredo.

¿Su estado? Mucho mejor de lo previsto, aunque diga con humor que se está descubriendo "huesos que no recordaba tener". Mañana, de todas formas, un médico que sigue de cerca su estado le examinará para ver en qué estado real se encuentra, porque "como ya le dije -explica- no quiero ser ni héroe ni mártir".

-¿Qué está siendo lo mejor, si hay algo, de esta experiencia?

-Sin duda alguna, la solidaridad que muchos internautas me están mostrando.

-¿Y lo peor?

-El manto de silencio casi general, y con escasísimas excepciones, de políticos y medios. Ni siquiera aparece en los periódicos vascos en los que he colaborado habitualmente. Parece que a nadie le importa el caso de Reboredo, que lleva ya semanas en prisión cuando estaba rehabilitado y merece ese indulto que reclamamos. ¿Sabe que el ministro Gallardón se comprometió personalmente a estudiar el caso? Han pasado tres semanas y aquí estamos. Al menos han indultado a una mujer que asesinó a su marido tras 40 años de malos tratos. El próximo, quién sabe, quizá sea David.

 

-¿Nadie de la oposición se ha puesto en contacto con usted para solidarizarse con la causa?

-En absoluto, en esto PP y PSOE son iguales, quizá porque en unos prima la prepotencia y en los otros, la obsesión por las primarias y no ven más allá.

-Dice que en los medios nacionales casi nadie le escucha. ¿Y fuera?

-Bueno, creo que algunos periodistas franceses y americanos se han interesado, sobre todo un amigo de Los Angeles Times, pero al parecer las únicas noticias de España que interesan son las de la gente rebuscando en la basura o las batallas campales. Yo me estoy cabreando.

Del silencio de otros escritores siempre dispuestos a firmar manifiestos, prefiere no hablar. Lo suyo es otra cosa.. Como ya contamos, su aventura comenzó el 11 de diciembre: primero se compró una barra de pan en el barcelonés mercado de La Boquería, 100 gramos de queso, 100 de jamón. Se lo comió. Y comenzó su protesta.

Uribe (1965) inició la huelga de hambre al saber que David Reboredo, un ex drogadicto rehabilitado desde 2009 y que trabajaba en labores de ayuda social, había ingresado en prisión por delitos cometidos hace años, después de que el gobierno le hubiese negado en dos ocasiones el indulto.

-Lo peor -explica Uribe- no es sólo que le nieguen el indulto, sino la lista de quienes sí lo han obtenido. Este gobierno tendría que explicar por qué ha perdonado a cuatro policías autonómicos catalanes, condenados en firme por torturas, y Zapatero, por qué indultó al banquero Alfredo Sáenz, condenado a tres meses de arresto e inhabilitación por un delito de acusación y denuncia falsas.

-¿Conoce personalmente a Reboredo?

-No, no le conozco de nada, pero pertenezco a una generación, la de los vascos nacidos en los años 60, que ha sufrido mucho por la droga. He tenido muchos amigos que han sufrido esa enfermedad, y sólo algunos lo han podido dejar después de muchísimo esfuerzo y muchísimo dolor. Sé lo duro que es salir. Si Reboredo lo había logrado, meterlo en la cárcel es abrir las puertas a su desmoralización, o a algo peor. Su caso me pareció una tremenda injusticia y me solidaricé con él, en Twitter, en Facebook, en las redes...

-¿Hasta no comer?

-Desde luego, hay que hacer algo. Es el momento de actuar, no podemos tolerar tanta injusticia.

-¿Por qué este caso sí, y no los desahucios, o tantos otros problemas que ahora vivimos?

-Porque hay que actuar: no podemos quedarnos dormidos mientras nos los arrebatan todo, no podemos conformarnos como ovejas mientras un inocente entra en prisión cuando ya ha pagado sus culpas y ha salido adelante por sí solo, mientras tantos sinvergüenzas disfrutan de sus prebendas o del dinero que han evadido a paraísos fiscales, sin haber pasado un día en la cárcel.

-¿Cree que el ser escritor es un valor añadido a su protesta?

-En absoluto, protesto porque soy sólo un hombre, un ciudadano, una persona.

-¿Hasta cuándo durará su protesta?

-El tiempo que sea necesario. No tengo madera de héroe, pero en este caso la injusticia es tan evidente que el gobierno tendrá que ceder: no se puede mantener en la cárcel a un ex drogadicto rehabilitado mientras auténticos canallas están en libertad.