George R. R. Martin. Foto: Archivo

Hay que dejarlo claro desde el principio. Lo ocurrido con George R. R. Martin ofrece hechuras tan gigantescas como las del famoso Muro helado de sus libros. Y sólo acaba de empezar. Ahora que se publica Danza de dragones (Gigamesh, 2012), el quinto libro de la saga de siete proyectados que presentará en España la próxima semana, sólo le quedan dos para entonar la última nota de su Canción de Hielo y Fuego. Pero si sumamos su triunfal adaptación televisiva, Juego de tronos, nos hallamos ante un éxito global sin precedentes, tal vez sólo el Harry Potter de J. K. Rowling, a la que Martin juró medio en broma derrotar. Su historia es la de un escritor de ciencia ficción que pulió su técnica como frustrado guionista para triunfar, al fin, con una torrencial e hiperadictiva novela-río que muestra en toda su crudeza la lucha por el poder, la violencia y el sexo, y transcurre en un mundo fantástico donde la magia y los dragones están regresando. Y se acerca el Invierno.



Hay niños prodigios, hay retoños tardíos y luego está George R. R. Martin (Bayonne, Nueva Jersey, 1948), quien a sus sesenta y tres años ha alcanzado la mayor visibilidad -y posiblemente el mayor éxito- de su carrera literaria. Aunque Martin lleva dedicándose a la literatura fantástica y a la ciencia-ficción desde la década de los 70, con una incursión como guionista de televisión de la que hablará a continuación someramente, multiplicó sus seguidores a partir de la publicación de Canción de hielo y fuego, una fantasía épica que arrancó con Juego de Tronos en 1996 y se desarrolla en un continente ficticio llamado Poniente. Martin la concibe como un ciclo de siete libros.



Mientras el escritor daba los últimos toques a Danza de Dragones, el quinto libro que presentará en el Festival Celsius de Avilés la semana próxima, se abría otra oportunidad: en abril de 2011 HBO estrenó Juego de Tronos, serie de diez episodios basada en la novela, que en 2012 ha emitido su segunda temporada. Todo un giro de los acontecimientos que a Martin le parece muy extraño, teniendo en cuenta sus experiencias en Hollywood y la convicción de que nunca podría filmarse.



-¿Ha quedado satisfecho con lo visto hasta ahora?

-Sí, bastante. Es mi historia. Hay cambios, claro, alteraciones. Creo que eso es inevitable cuando pasas de una novela a una serie de televisión o a una película. Pero no ha habido cambios innecesarios. Esa fue siempre mi queja de muchas de las películas y telefilmes que están basados en libros. Algunos cambios son necesarios simplemente porque se trata de medios diferentes. Pero otros se hacen sólo porque la cadena dice que "esto otro es mejor". Y casi nunca es mejor. Me gustó que [los productores de Juego de Tronos] Dan [D. B. Weiss] yDavid [Benioff] y HBO hicieran una versión televisiva de mi historia que mis lectores reconocerán y, espero, disfrutarán.



Cinco años de presión

-Creo que tardó en ver los primeros capítulos de la serie.

-Sí, vivo en Santa Fe, Nuevo México, y a los productores les preocupaba mucho la seguridad, de modo que bajo ninguna circunstancia me enviaban el DVD. Sólo podía ver los capítulos si cogía un avión a Los Ángeles y en aquellos momentos estaba escribiendo, de manera que no fui precisamente el primero en verlos.



-¿Fue muy grande la presión para acabar el quinto tomo, Danza de Dragones?

-A lo largo de los cinco años que me ha llevado escribirlo, la presión aumentó progresivamente a medida que se retrasaba más y más. Al menos sé que mucha gente lo espera con ansiedad. Es mejor que la alternativa, que a nadie le importe cuándo acabas un libro. Eso también lo conozco.



-¿Juego de Tronos fue una reacción a las novelas de Tolkien?

-Siempre quise escribir algo de fantasía épica pero no un refrito de Tolkien. Quería hacer algo que fuera mío. Hasta cierto punto, el proyecto también fue una reacción a mi propia carrera en Hollywood. Estuve allí 10 años, desde 1985 hasta 1995. Durante todo aquel periodo, siempre que entregaba un borrador la reacción era: "George, esto es estupendo. Es magnífico, gracias. Pero triplica nuestro presupuesto. Nos resulta imposible hacerlo. Es demasiado grande y caro".



-¿Y qué pasaba entonces?

-Cortaba. Combinaba personajes y podaba las grandes escenas bélicas, lo hacía producible. Aunque los últimos borradores de esos guiones siempre estaban más pulidos, mis favoritos siempre eran los primeros, con todas las cosas buenas que había tenido que quitar porque eran muy grandes y caras. Cuando en los 90 volví a mi primer amor, la narrativa, me dije que iba a hacer algo todo lo grande que me apeteciera. Podría tener todos los efectos especiales que quisiera, un reparto de centenares de personajes, batallas grandiosas. En la narrativa tú lo eres todo. Eres el director, el coordinador de efectos especiales, el departamento de vestuario, y no tienes que preocuparte del presupuesto. Lo más irónico de todo es que precisamente el proyecto que me parecía más improbable que se rodara alguna vez -el que realmente era imposible de rodar- ahora es una gran serie de éxito de la HBO.



Tres veces siete

-¿La Canción siempre fue un proyecto de siete novelas?

-Cuando lo inicié en 1994, mi agente vendió una trilogía. Pero, como decía Tolkien acerca de El Señor de los Anillos, la historia crece a medida que la cuentas. Así que me puse a escribir, y escribía y escribía, y muy pronto tuve 1.300 páginas para el primer libro y ni siquiera estaba cerca del final. Llegados a ese punto, me dije que a lo mejor tenían que ser cuatro libros en lugar de tres. Y luego, en algún momento, que a lo mejor tenían que ser seis en lugar de cuatro. Durante varios años, cuando presentaba la saga y aseguraba que iban a ser seis libros. Y mi novia en aquel entonces, ahora mi mujer, Parris, se ponía detrás mío y levantaba siete dedos. Ja, ja, ja. Al final tuve que reconocer que tenía razón. Siete libros está bien. Siete reinos, siete dioses, siete libros. Le da un toque de elegancia.



-Su agente estaría encantado de que la serie siguiera creciendo pero, ¿y su editor?

-Mis editores están bastante contentos, siempre y cuando no tarde diez años en escribir cada uno de los libros. Eso no los pone tan contentos. A ellos les gustaría que escribiera un poquito más deprisa. Menos mal que son pacientes y me esperan.

-¿Y Hollywood llamó a su puerta enseguida?

-No del todo. El segundo libro, Choque de Reyes (Gigamesh, 2003), fue el primero en llegar a las listas de los más vendidos, y varios productores y directores de cine que estaban interesados en los derechos me pidieron información. Tras el éxito de El Señor de los Anillos, buscaban otros proyectos de historias fantásticas. Pero querían convertirlo en un largometraje y yo decía que no podía ser un largometraje. Habría que cortarlo en trocitos. Hicieron falta tres películas para El Señor de los Anillos y los tres libros de Tolkien juntos suman la extensión de uno solo de los míos. Así que estaríamos hablando de 20 películas. ¿Qué estudio se comprometería a rodar 20 películas? Podíamos hacer una serie de televisión para una cadena. Pero ¿qué pasaría entonces? Tropiezas con los problemas de las normas y las prácticas, los censores que van a decir que no, que no se puede tener todo ese sexo y toda esa violencia, que hay que suprimir todo eso. Ya libré esas batallas durante cinco años para La bella y la bestia y Dimensión desconocida, series que se emitían a las ocho y nos volvimos locos. Por eso se me ocurrió que podría hacerla alguien como HBO, como una serie de series. Cada libro podría ser una temporada. Y eso era perfecto.



La serie que quería hacer

-¿Qué le convenció a dar el permiso para la adaptación?

-Una reunión con los productores David y Dan. Almorzamos juntos y habían leído los libros. No los conocía de antemano pero dijeron todo lo que había que decir. Parecían sinceros. Conoces a mucha gente en Hollywood que dice que les encanta, pero no acaba de parecer verdad. David y Dan eran sinceros, o al menos me lo parecía, y querían hacer la clase de serie que yo quería hacer.



-¿Y cómo preparan la adaptación de las novelas siguientes?

-Hemos mantenido varias reuniones. No es asunto sencillo porque la serie no está terminada. Y la estructura se sale de lo habitual. Algunos personajes secundarios del primer libro se convirtieron en personajes muy importantes al cabo de tres libros, lo que constituye un reto para cualquier productor porque ¿cómo manejas eso en la serie? Pero son David y Dan los que tienen que resolver todos esos problemas, no yo, je, je, je.



-Ya antes llegó a rozar el éxito televisivo, ¿no?

-De los seis pilotos que ideé, el que más cerca anduvo fue Doorways, para la ABC, sobre un mundo alternativo. Lo llegamos a rodar y lo proyectamos para los ejecutivos de ABC. Los encantó e hicieron un pedido para seis guiones más. Me pasé los seis meses siguientes desarrollando esos seis guiones. Pero hubo cambios en la dirección de ABC y, de repente, ya no estábamos en la programación. Al cabo de un año emitieron un programa muy parecido. Ja, ja, ja.



-¿Y qué hizo?

-Lamerme las heridas. Hice otros pilotos después de eso, uno llamado Starport, y otro llamado The Survivors, y a día de hoy, sigo pensando que habrían sido programas estupendos. En un mundo alternativo,a lo mejor me habría convertido en Joss Whedon o en J. J. Abrams.



-En algún momento mientras trabajaba en Juego de Tronos también se produjeron cambios en la HBO. ¿Se asustó?

-Sí que hubo un momento en el que pensé, "vaya, está pasando otra vez". Pero entonces me llamaron David y Dan y me convencieron para que no me suicidara. En todo proyecto de televisión hay obstáculos. Cuando entregamos el piloto me pregunté: "¿va a ser otro piloto fracasado como Doorways o tantos otros?" Y aguanté la respiración. Y también lo hago ahora, que estoy encantado con el resultado. Pero una parte de mí está diciendo, ya sabes, cada capítulo podría ser el último.



-¿Han sido los lectores de sus novelas los que han convertido la serie en un éxito?



Los lectores y la audiencia

-Había mucha sed entre mis lectores, eso es evidente. Pero para que tuviera éxito, la serie tenía que conseguir una audiencia que no hubiera leído los libros. El número de lectores que compran un libro, aún de los más vendidos, es pequeño en comparación con la audiencia que mantiene una serie de televisión. De modo que si el único público que conseguíamos eran mis lectores, la serie duraría bien poco. Pero desde el principio, mis editores afirmaron que esta es la serie fantástica para la gente que odia las historias fantásticas. Ja, ja, ja.



-¿Es el componente fantástico de Juego de Tronos un obstáculo que hay que superar para llegar a una audiencia mayor?

-Supongo que, hasta cierto punto, podríamos llamarlo un obstáculo. Pero, por otra parte, tengo 62 años y en mi vida he presenciado un enorme cambio. Cuando era pequeño se consideraba que la fantasía y la ciencia-ficción eran basura. Los profesores me quitaban los libros en el colegio - a Heinlein y Asimov nada menos- y decían que debía leer libros de verdad. La ciencia-ficción y la literatura fantástica se han vuelto mucho más respetables y el público ha crecido mucho.



-Pero en su saga los elementos fantásticos no saltan a la vista inmediatamente.

-Para lograr una fantasía épica se necesita algo de magia. Pero yo creo en el uso juicioso de la magia. En cada libro el nivel de magia se eleva un poquito. Es una introducción gradual, como lo del cangrejo en la olla. Si pones un cangrejo en agua caliente, salta y se sale. Pero si le pones en agua fría y vas calentando poco a poco… El agua caliente es la fantasía y la magia, y el cangrejo es el público.



-¿El éxito de la serie cambiará drásticamente su vida?

-No tengo intención de encerrarme, pero ya veremos. Si mi vida cambia, pues cambia. Pero no he contratado ningún contingente de seguridad, todavía.

Y la HBO se hizo cargo

Cuando los lectores de Martin supieron que, finalmente, sería HBO la encargada de la ardua tarea de llevar sus libros a la pantalla, respiraron aliviados. Y la totémica cadena cumplió las expectativas. Al fin de su segunda temporada (que emite en España Antena 3) los elogios son tan generalizados como entusiastas. La producción creada por David Benioff y D. B. Weiss, y en la que el propio Martin es coproductor, ha arrasado en audiencias gracias a la perfecta elección de los actores y a la inteligentísima articulación de las tramas. Y ha acallado, con el noveno capítulo de la temporada dos, el impresionante Aguasnegras, con guión del propio Martin, las críticas a la roñosa forma de contar las batallas sin mostrarlas (y pagarlas). Con todo, la primera temporada, rodada en Irlanda y Escocia, costó 60 millones de dólares y la segunda un 15% más. ¿Y después? Complicado. La HBO debe ofrecer una temporada anual, una por libro, aunque se ha anunciado que el tercero ocupará dos temporadas. Martin tardó cinco años en escribir las 1.500 páginas del quinto tomo y sólo tiene escritas 200 del sexto. Y falta otro. ¿Llegará antes de que le alcance la serie? ¿Llegará, sin más? Por si su precaria salud nos dejara huéfanos -R'hllor no lo quiera-, los privilegiados productores conocen ya el secretísimo final.



Vientos de Invierno

La sexta tonada de la Canción de Hielo y Fuego se titulará Vientos de Invierno, y en ella la temible estación helará al fin Poniente (en el mapa) y despertará "todos los oscuros terrores que pueblan la noche". Sobre el argumento, explica Martin que "hubo muchos cliffhangers al final de Danza de Dragones. Se resolverán muy pronto. Voy a abrir The Winds of Winter con las dos batallas para las que me he estado preparando, la batalla en el hielo y la batalla en la Bahía de los Esclavos. Y luego continuará a partir de ahí". En su muy recomendable web oficial (georgerrmartin.com), Martin ha colgado ya un capítulo de este sexto libro, pero, por lo demás, apenas ha escrito dos centenares de páginas de las 1.500 previstas y nadie puede imaginar fecha alguna de publicación. Pasarán años antes de que podamos leerlas, pero el autor comienza a ver la luz al final del túnel: "Ciertamente espero que sí. Ha sido un largo viaje. Sí, creo que estoy empezando a verlo, peroel túnel todavía será largo. El último libro tenía 1.500 páginas en el borrador. Creo que cada uno de los próximos tendrá al menos tantas páginas, así que quedan 3.000 páginas que todavía tengo que escribir, y eso es una cantidad considerable de escritura. He llegado a un punto en que tengo que dejar de pensar en cosas como esas, porque resulta muy desalentador. Escribo un capítulo detrás de otro, una escena cada vez, una frase cada vez, y no me preocupo del resto. Paso a paso, antes o después, el viaje me llevará allí".